«Mi hermano David nunca se peleó con nadie, era todo bondad y tenía un corazón muy grande»
Las amigas que estaban con Carragal cuando fue agredido declaran que los tres acusados «nos pararon con una actitud que no era normal»
ALBERTO ARCE
OVIEDO.
Miércoles, 17 de marzo 2021, 01:13
La segunda jornada del juicio por la muerte de David Carragal, el profesor pixueto de 33 años que falleció el 17 de junio de 2019 al no superar las heridas que sufrió durante una agresión en las fiestas de La Florida seis días antes, no fue mucho más corta que la primera. Seis horas de declaraciones y dos turnos, de mañana y tarde, en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial ante un jurado popular sirvieron para arrojar más luz sobre lo verdaderamente ocurrido aquella fatídica noche de fin de fiestas previa al Martes de Campo. Una jornada en la que declaró como testigo, entre lágrimas, el hermano del fallecido, José Carragal. «Nunca, nunca, nunca vi a mi hermano meterse en ningún problema. Nunca se peleó con nadie. Nunca. Ni una palabra malsonante ni nada. Era un hombre con un corazón muy grande, todo bondad. Es imposible que dijera nada a estos tres chicos, imposible. No puede ser», sentenció.
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Lo hizo, a preguntas del letrado de la familia que ejerce la acusación particular, Ángel Bernal, para tratar de refutar la tesis del llanisco J. C. C., autor confeso de la patada que hizo caer a la víctima al suelo y al que le pide 16 años de prisión por un delito de asesinato -a sus dos amigos, omisión de socorro-, que consiste en que el maestro amenazó a los tres jóvenes con «rajarles» después de que estos mirasen, supuestamente, a una de sus dos acompañantes.
Este argumento también lo rechazaron la propias amigas de Carragal, ambas enfermeras de profesión -una de ellas del servicio de Urgencias-, que habían estado con él en la fiesta durante toda la noche y que le acompañaban cuando todo ocurrió. «Nosotros íbamos caminando por uno de los laterales de la calle, por la acera de los soportales (a la altura del paso de peatones frente al número 58), y los tres nos pararon, nos pidieron tabaco y fuego con una actitud que no era normal», explicó una de ellas.
A raíz de ese primer encuentro, continuó, «nos fuimos para evitarlos, cruzamos la calle porque nos parecieron unos pesados», «yo iba más adelantada y no escuché ninguna discusión, solo el ruido del golpe y de mi amiga gritando», expresó la enfermera. «Me giré y ya vi a David en el suelo». Después del golpe, concluyó, «solo con los ruidos que emitía, que eran muy desagradables, ya sabía que tenía afectación. Yo ya sabía que aquel no era él y que ya no se podía hacer nada», matizó, profundamente afectada.
La segunda acompañante de Carragal manifestó que «cuando David cayó al suelo, ellos permanecieron a su alrededor unos segundos formando un semicírculo, esperando a ver si se levantaba, y al ver que no se movía salieron corriendo». Fue de las primeras en atenderle, mientras llegaba su amiga, que estaba más alejada. «Intentaba hablar (Carragal), pero no podía; tenía una hemorragia nasal y otra en un oído; presentaba pérdida de visión; pérdida de tono muscular en las piernas; y realizaba movimientos espasmódicos, trataba de moverse», enumeró.
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Ella misma dio indicaciones al servicio de Emergencias para que enviase una ambulancia con lo necesario. Cuando se desplegaron los primeros agentes en la zona, dos de los efectivos y una de las enfermeras lo desplazaron varios metros y lo ubicaron sobre la acera. Había quedado tendido en mitad del paso de peatones. El teléfono móvil con el que se puso en contacto con el 112 era de otra joven, unos diez años menor que ellos, que había sufrido, junto a una amiga, un «incidente» pocos minutos antes con los mismos tres chicos, que se acercaron para pedirles «tabaco». También asistieron al herido y ayudaron a colocarlo en posición lateral de seguridad.
El principal acusado centra su defensa en que propinó una patada al maestro «en una zona entre la muñeca y el hombro para empujarle» después de que este «nos dijo que nos iba a rajar si seguíamos mirándolas (a sus acompañantes)» y que «eché a correr». «Jamás pensé que la patada pudiera causarle la muerte, ojalá no hubiese reaccionado así», aseguraba el lunes. En todo caso, intenta demostrar que las lesiones que causaron la muerte del pixueto fueron derivada del golpe contra el suelo y no del «violento» puntapié, como señala el Ministerio Fiscal.
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Una cuestión «técnica»
Una cuestión «eminentemente técnica», advirtieron a este diario fuentes del caso, que tratará de recibir apoyos hoy con las testificales propuestas por la defensa a partir de las diez de la mañana en la misma sala de vistas ante el magistrado presidente del tribunal del jurado de la Sección Tercera. Lo cierto es que, en todo caso, Carragal sufrió un hematoma en la cabeza y presentaba una fractura craneal de siete centímetros.
El joven se enfrenta a 16 años de cárcel por un delito de asesinato y 220.000 euros de indemnización como le pide la familia; mientras que la Fiscalía le reclama 11 años por un homicidio doloso y 120.000 euros de responsabilidad civil; y la defensa, que representa Gabriel Cueto, la libre absolución del procesado, tras calificar lo ocurrido de «homicidio imprudente». Sus dos amigos, A. S. S. y R. B. D., que le acompañaban aquella noche, se sentaron de nuevo junto a él en el banquillo, aunque acusados, solo por la familia, de omisión de socorro. Sus defensas corren a cargo de los letrados Sergio Herrero y José Joaquín García.
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La acusación particular, en todo caso, sostiene que la patada impactó directamente en la cabeza de la víctima y que le provocó la muerte. En ese sentido, el jurado popular solicitó ayer una prueba más visual de la patada, una reproducción plástica del momento en el que lanzó el golpe que dejó inconsciente a Carragal. El juez se levantó, se ubicó en el centro de la sala de vistas y pidió a los tres acusados que se colocaran a su alrededor como presuntamente lo hicieron la noche del 11 de junio de 2019. J. C. C. levantó entonces la pierna a la altura de la cintura del magistrado bajo la atenta mirada de los dos agentes de la Policía Nacional que lo custodian durante el proceso.
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