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El arzobispo, Jesús Sanz Montes, bendice Santo Sudario, en presencia del Cabildo de la Catedral. FOTOS: PABLO LORENZANA

Más de mil ovetenses llenan la Catedral para despedir el Jubileo de la Santa Cruz

El arzobispo recuerda la necesidad de proteger la familia, «de asaltantes que la destruyan», y la vida «de leyes deudoras del poder y la mentira»

A. ARCE

OVIEDO.

Miércoles, 22 de septiembre 2021, 01:29

Salvo por las mascarillas, la imagen bien podría haber sido la de 2019, la última misa mayor de San Mateo de la vieja normalidad. Más ... de un millar de feligreses coparon ayer el templo para despedir las fiestas de la ciudad como mandan la tradición: de forma multitudinaria, venerando al Santo Sudario y escuchando al arzobispo, Jesús Sanz Montes, celebrar el «cumplesiglos» de la 'Sancta Ovetensis' (que hará 1.200 años el 13 de octubre) y el fin de la Perdonanza.

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«Van dando fruto las medidas para ir superando las dificultades que nos ha impuesto la malhadada pandemia y Dios sea bendito, porque poco a poco este diluvio pasa y apunta ya a luz serena», agradeció al principio de la ceremonia, a la que asistieron el equipo de gobierno; la concejala de Vox, Cristina Coto; y, entre otros, los populares regionales Teresa Mallada y Pablo Álvarez-Pire.

«Apenas hemos comenzado el curso, y vamos calentando motores», señaló el arzobispo, quien puso de manifiesto lo necesario de las fiestas, las que «hay que gozar como es debido»; la familia, «a la que uno desea que ningún asaltante destruya»; y la vida, para que «sea protegida en todos sus tramos y no malvendida o traficada según el interés de leyes y medidas deudoras del poder tantas veces mantenido desde la conjuración tramposa y la mentira trucada», denunció.

Sin embargo, el peso de la misa se lo llevó el aniversario de la creación del primer altar del templo. Mil doscientos años de historia, pero no solo un «relato mudo» de la historia ni «del incienso de nuestra alabanza, sino también del humo de los incendios, del arte de nuestro patrimonio y los impactos de bala de las varias violencias que así dejaron su firma de intolerancia». En San Salvador yacen, determinó, «durante tantos siglos las plegarias, las lágrimas y las sonrisas, aquello por lo que dar gracias en la bonanza y aquello por lo que pedir gracia en las estrecheces».

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Pero no solo, pues también tuvo tiempo para engrandecer la figura del edificio como punto de origen del Camino de Santiago. «Oviedo y Compostela tienen ese nexo que los une en el camino que recorremos hacia la misma meta que Mateo y Santiago anduvieron, el Salvador, que viene a secar las lágrimas de nuestros llantos y a brindar con sidrina por nuestras alegrías», proclamó, antes de bendecir la marcha.

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