El juicio por el brutal asesinato de Tatiana Coinac en Oviedo se celebrará a principios de abril

La Fiscalía sostiene que el asesino confeso de la escort moldava conoció a la mujer aproximadamente a principios de febrero de 2023 a través de diferentes páginas web de contactos, donde la víctima ofrecía sus servicios sexuales. Ambos mantuvieron una primera cita por esas fechas en la casa de la víctima, el 3º J del número 1 de la calle Ámsterdam, entre el HUCA y Los Prados.

Tras esa primera vez, el cabo volvió a solicitar un nuevo encuentro y acordó de nuevo con ella por teléfono volver a verse el 9 de marzo, el último día con vida de Tatiana. Así, tras contactar con ella por WhatsApp y de manera telefónica, el hombre se dirigió nuevamente a la casa de la víctima desde Pola de Lena. Ya en el portal del edificio, esta le abrió y le permitió subir.

El terror se desató en el dormitorio. El militar cogió dos fundas de almohada y amordazó a la víctima, la agredió sexualmente con un bote cilíndrico de lubricante y, lejos de parar ahí, se colocó por detrás de ella y le aplicó la llave del 'mataleón' durante casi diez minutos, hasta que se aseguró de que había dejado de respirar. La moldava no tuvo opción de defensa, según aparece reflejado en el relato del Ministerio Público.

No se fue en el acto. El cabo Adán tuvo la sangre fría de tomarse un tiempo para tratar de borrar su rastro de la escena del crimen, aunque no lo consiguió. Puso el cadáver en posición lateral, lo arrastró hasta el baño y lo colocó dentro de la bañera. Acto seguido se dirigió a la cocina, cogió unas tijeras de un cajón, regresó para cortar a jirones la ropa que llevaba puesta la mujer y la tiró a una papelera junto con las dos fundas de almohada. Llenó la bañera de agua para que pareciese que la mujer había muerto de forma natural y se marchó de allí 57 minutos después de acceder al piso.

El cuerpo de Tatiana permaneció tres días en esa bañera. La Policía la encontró después de recibir una llamada de su madre desde Benicarló, preocupada porque no tenía noticias de su hija. El cabo Adán fue detenido por la Policía dos meses después. Figuraba en la liberta de la fallecida como el último cliente al que había recibido. Además, su ADN apareció en las fundas de almohada con las que amordazó a la escort y en su peluca. Confesó los hechos en Jefatura, aunque después ha venido manifestando que los hechos de los que se le acusa «no son ciertos».