Patxi Mangado advierte que las torres de San Lázaro en Oviedo «no van porque están paradas»
El arquitecto sostiene que el plan especial espera aún la aprobación definitiva y que es «extraordinariamente lenta» la tramitación
La junta de gobierno local aprobó de manera inicial en mayo el plan especial para el desarrollo de la parcela del Instituto Leopoldo Alas y ... lo sacó a información pública como paso previo a su visto bueno definitivo cuando se cumplen tres lustros desde que Patxi Mangado presentase el plan de las torres de San Lázaro a los vecinos de la zona. El plan no ha cambiado mucho desde 2008 y se basa, fundamentalmente, en la construcción de dos enormes 'rascacielos', de setenta metros de alto, con capacidad para 180 viviendas y una mezcla de usos y servicios adicionales como un geriátrico y un centro social, amén de la creación y nuevos espacios públicos en el entorno. El problema es que, después de haber caído en la más absoluta de las paralizaciones -durante más de una década- y de haber vuelto a la vida hace apenas tres años, sigue sin avanzar. Al menos, así lo considera el ideólogo del diseño, en declaraciones a EL COMERCIO.
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En palabras de Patxi Mangado, las torres de San Lázaro «no van». ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: «porque administrativamente están paradas y porque la propiedad no dice nada». Las torres de San Lázaro «no van», reitera, «o, diciéndolo de otra manera, van extraordinariamente lentas. Falta la aprobación definitiva y ahí están. Ya ni pregunto», sentencia con resignación.
Corría el verano de 2008 y el arquitecto navarro, ahora artífice de la transformación de la Fábrica de Gas -después de que el Ginkgo Advisor se convirtiese en el nuevo propietario del complejo hace poco más de un año-, había iniciado una ronda de reuniones con los portavoces de los diferentes colectivos para presentarles la ambiciosa iniciativa urbanística de la mano de una maqueta con dos torres de diferente altura, de hasta setenta metros la mayor de ellas y 180 viviendas con las que ocupar la parcela del antiguo instituto Leopoldo Alas Clarín, que por aquel momento aún permanecía en pie. Fue derribado en 2011 y el plan; sin embargo, terminó paralizado durante más de una década.
El proyecto permaneció durmiendo el sueño de los justos en un cajón mientras se iban sucediendo las corporaciones municipales y la ciudad afrontaba importantes cambios de rumbo político desde el fin de la etapa de Gabino de Lorenzo, a la que sucedieron la breve Alcaldía de Agustín Iglesias Caunedo y la posterior de Wenceslao López, al frente del tripartito de izquierdas junto a Somos e IU entre 2015 y 2019. Fue en ese mismo año cuando el propietario del hotel Silken Monumental Naranco, Carlos Álvarez Naves, devolvió a la vida el proyecto, capitaneando un grupo de inversores de la región para erigir el plan de las cenizas del fracaso -por desistimiento- que le vino acompañando casi desde su germen.
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Por el camino también ha sufrido varios cambios de manos de por medio -de Sedes pasó a Liberbank, que había financiado la operación, y en última instancia fue vendido a Álvarez Naves- y no menos periodos de crisis. La primera, la del ladrillo, le hizo aquello que todos recuerdan al mercado inmobiliario -y a la economía española en general-; después, la del coronavirus, que chocó frontalmente con los planes del empresario hotelero. Ahora, casi dieciséis años después, el estancamiento al que parecen estar condenadas las torres de Mangado tiene más que ver con la gran maraña burocrática a la que debe enfrentarse un proyecto de esta envergadura para encajar en el planeamiento ovetense.
Por eso se ha escogido la figura de un plan especial, para posibilitar la modificación de la tipificación del suelo, calificado como equipamiento educativo en el Plan General de Ordenación (PGO) vigente, de 2006, en favor de los usos residenciales. Propone su desarrollo sobre una parcela de 4.321 metros cuadrados y la liberación o cesión de hasta 1.537 metros de espacio útil para la ciudad en la zona, según recoge el documento firmado por Mangado e impulsado ahora por la sociedad Promociones San Lázaro 2020.
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Los espacios libres
Con esto se permitirá ensanchar el cruce de Monticu y Armando Collar hasta los veintidós metros para facilitar una llegada más espaciosa para el tráfico proveniente de La Manjoya y, además, la creación de una plaza pública abierta en la confluencia de estas calles. También se creará una nueva glorieta circular de 38 metros de diámetro con una rotonda central. Otro de los parámetros, el de la accesibilidad. Además de rampas y otros elementos, el plan especial incluye la construcción de un ascensor en la esquina noroeste de la parcela, ideado para salvar el desnivel que existe entre las calles Salvador de Madariaga y Cardenal Arce Ochotorena, y conectarlas de una manera rápida y, sobre todo, descansada para los usuarios.
El detalle de esta liberación de espacios no es baladí. Por ley, y así aparece recogido en el plan especial, el 10% de los aprovechamientos urbanísticos totales del proyecto serán cedidos a la administración. En concreto, el diseño de las torres incluye una mezcla de usos con 180 viviendas, locales comerciales, equipamientos deportivos, un geriátrico y hasta un centro social en sus bajos, y una zona de garajes con 330 plazas de aparcamiento.
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La pregunta -o el dilema- es cuál de las dos administraciones se quedará con el diez por ciento de todo eso. La Consejería de Medio Ambiente asume, tal y como aparece en la documentación inicial del plan especial, que el órgano sustantivo, promotor y actuante es el Ayuntamiento de Oviedo. Esto convertiría al Consistorio en el destinatario de la parte que toque quedarse de la tarta de las torres de San Lázaro. No obstante, el PGO recoge claramente que una de las condiciones para poder modificar la calificación del suelo del antiguo instituto Leopoldo Alas es que sea el Principado el que actúe como administración actuante, no el Ayuntamiento.
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