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Una noche de música «sin límites»

Marisa Valle Roso y Ana Moura cautivan al público con la tonada y el fado | La artista asturiana cuenta con la colaboración de las Pandereteres de Fitoria para interpretar 'Arriba quemando el Sol'

alberto arce

Viernes, 21 de septiembre 2018, 01:57

Puntual, a las nueve de la noche, comenzó el concierto de Marisa Valle Roso (La Felguera, 1987). Y es que jugar en casa no es complicado siempre y cuando no se haga en plena plaza de la Catedral, y en plena noche de fuegos mateína. Pero la asturiana lo afrontó con valentía y profesionalidad. No en vano su gira la ha llevado a pisar los escenarios más importantes del país.

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'Nos da igual' abrió la noche con eficacia y 'Consciente', su último álbum, fue el principal protagonista de la velada. Los coros del público pronto se dejaron oír con fuerza cuando llegaron 'Macorina' o 'Somos parte de la gente', pero fue al sonar 'Romance' cuando a algunos se le saltaron las lágrimas.

La propuesta, sencilla, sin alardes, pero brillante en el directo. Al final, antes de un bis que dejó a un lado 'Consciente', volvió la vista atrás: a la tonada, al 'Viva la xente minera' o a la sentida 'Santa Bárbara', uno de los puntos fuertes. La plaza, entonces, enmudeció y se llenó de panderetas para dar fuerza a las Pandereteres de Fitoria, que interpretaron con la artista 'Arriba quemando el Sol'. Voz firme y sin atavismos. «Para mí la música no tiene límites», se despedía.

Esencia de Portugal

A las once llegó el turno de Ana Moura (Santarem, 1979), conocida por ser desde hace años la diva internacional del fado, y ayer supo cómo cautivar al público. Primero enamoró a Prince, luego impresionó a los Rolling Stones y ahora ha hecho lo propio con la ciudad de Oviedo. Pareciera como si con solo chasquear los dedos, la portuguesa tuviese la capacidad de levantar a la audiencia.

Todo empezó con 'Moura encantada', con voz grave y cuidadosamente rasgada. Algunos incluso trataron de probar suerte con el portugués: «No es tan difícil», se escuchó en la filas atrás. Más tarde, tras 'Ninharia' o 'Fado magala', los más reticentes ya habían comenzado a bailar. Invitó a «moverse con el fado» y lo consiguió. Los músicos, sentados y el mandolinista, preciso. Todo por lo propio y por la 'saudade' de Pascoaes. Con 'Desfado' cerró el concierto.Después, a la una de la madrugada, el escenario lo tomóCafé Quijano.

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