Los conductores asturianos pisan el freno a partir de hoy
Las ciudades asturianas han ido preparándose en los últimos meses para adaptarse a un plan del Gobierno que pretende mejorar la seguridad
ANTONIO PANIAGUA
MADRID.
Martes, 11 de mayo 2021, 01:21
A Gema Sánchez la arrolló en un paso de cebra un coche que circulaba a 90 kilómetros por hora. A punto estuvo de morir. Muy distinta hubiera sido la historia si el conductor que la atropelló hubiera circulado a una velocidad mucho menor, como la que hoy entra en vigor y que limita a 30 kilómetros por hora (km/h) entre el 70% y el 80% de las calles. «Soy de las pocas personas que ha sobrevivido a un accidente de este tipo, pero obviamente las lesiones fueron muy graves y sufro secuelas que permanecerán de por vida. Si el coche que me embistió hubiera ido a 30 kilómetros por hora quizá solo me hubiera ido con un susto a mi casa», asegura Sánchez, que ejerce de delegada en Madrid de Stop Accidentes.
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La iniciativa llega con varios años de retraso, aunque Stop Accidentes le da la bienvenida. Es una manera de recortar la siniestralidad y los fallecidos. Innumerables estudios demuestran que a 30 km/h la mortalidad de los viandantes y usuarios de vehículos de movilidad personal se reduce de manera drástica. Rebajar la velocidad significa disminuir la probabilidad de muerte cinco veces, al tiempo que la energía implicada en un accidente se divide por tres, lo que a su vez acorta enormemente la gravedad de las lesiones. Además, la distancia de frenado del vehículo disminuye a la mitad si se va a 30 en vez de a 50.
Las ciudades asturianas llevan meses preparándose para adaptarse a esta nueva normativa que limita a 30 km/h la velocidad en aquellas vías con un único carril para cada sentido de la marcha. Las más grandes, Gijón, Oviedo y Avilés, han tenido que desarrollar planes ya que la norma permite «excepciones». En todo caso, aquellas calles que, aún cumpliendo la casuística para que su velocidad sea de 30 km/h, mantengan límites diferentes, deberán estar debidamente señalizadas.
Lo que ha supuesto esta norma en Asturias hasta ahora es una intensa actividad para cambiar los discos que antes señalaban los 50 km/h y que ahora pasarán a indicar 30. No obstante, en caso de que una calle con un único carril para cada sentido no cuente con señal, prevalecerá el límite de 30.
La nueva normativa implica que el 90% de las calles y carreteras de Gijón contarán con esta nueva restricción. En Avilés, los cambios no serán demasiado notables, ya que la mayor parte de las vías del centro contaban ya con esta limitación. Pocas serán, por tanto, las que se sumen ahora a esta nueva regulación. En Oviedo, parte del trabajo para implantar la zona 30 iniciado hace una década es válido, pero el Ayuntamiento ha tenido que cambiar la señalización de decenas de calles.
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Para el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que presentó ayer esta medida en Valladolid, la reforma legal salvará vidas y hará de la ciudad un espacio más apto para la vida. Desde hace tiempo la mortalidad en las zonas urbanas experimenta crecimientos preocupantes. En 2019, año de normalidad previo a la pandemia, las defunciones en ciudades alcanzaron la cifra de 519, lo que representa un aumento del 6% con respecto al ejercicio precedente. Entre los damnificados por este tipo de accidentes destacan grupos especialmente vulnerables. Así, los datos de hace dos años revelan que en 2019 el 89% de las víctimas registradas fueron ciclistas, motoristas, repartidores, usuarios de patinetes y peatones. Los atropellos justifican el cambio de reglamento de circulación, pero concurren también otras razones. En el fondo late una transformación del modelo de convivencia vial en las urbes, cuyas calles son compartidas no solo por coches y motos, sino también por usuarios de vehículos que prescinden de las cuatro ruedas y de los motores, incluidos los peatones, que a partir de la pandemia han cobrado mayor protagonismo.
Según el director de Seguridad Vial del RACE, Antonio Lucas, no hay duda de que cuanto menor sea la velocidad, menos consecuencias funestas habrá en los siniestros, sobre todo entre los usuarios más expuestos. A ello se añade una rebaja de la contaminación acústica y de las emisiones contaminantes.
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