Michael Ignatieff logra con su atinada mirada sobre el hoy el Princesa de Ciencias Sociales
Lúcido observador de los nacionalismos, los derechos humanos y la democracia liberal, apela al optimismo para enfocar tiempos confusos
Ensayista, historiador y expolítico canadiense, Michael Ignatieff es el nuevo ganador del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. La razón: su atinada, perspicaz y lúcida mirada hacia el hoy, que es también necesariamente optimista. Setenta y siete años cumplió la semana pasada este académico y escritor nacido en Toronto que fue líder del Partido Liberal de Canadá de 2008 a 2011, pero conocido sobre todo por su vida académica en universidades tan prestigiosas como las de Cambridge, Oxford, Harvard y Toronto y por su sagaz perspectiva sobre los modernos nacionalismos, los derechos humanos y la democracia liberal. A eso ha dedicado buena parte de su vida este hombre que observa a la democracia como un problema que nos resuelve muchos, que sabe que está siempre en cuestión pero acabamos por hacerla funcionar. En ese debate está su virtud: «La democracia es una discusión permanente sobre qué es la democracia, sobre las reglas de las mayorías, del Estado de derecho, del equilibro de poderes que nos mantiene libres», dejó dicho en una reciente entrevista.
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Quizá en esa manera de enfocar se entienda al pensador que advierte la presión que sufre la democracia, conocedor de cómo la revolución tecnológica nos está cambiando, analista de las guerras que nos acechan y siempre atento a que los nacionalismos violentos no acaben con valores éticos que deberían ser universales.
Todo lo apuntado, y muchas otras reflexiones más, lo ha dejado impreso en libros, entre los que se encuentran 'Sangre y pertenencia: viajes al nuevo nacionalismo' (2012), 'El mal menor, ética política de una época de terror' (2005), 'Los derechos humanos como política e idolatría' (2003), 'El nuevo imperio americano: la reconstrucción nacional en Bosnia, Kosovo y Afganistán' (2003), 'Guerra virtual: más allá de Kosovo' (2003), 'El honor del guerrero' (1999) o la biografía 'Isaiah Berlin: una vida' (1999)'.
El último de sus libros, 'En busca del consuelo' (2023) llama al optimismo y nos cuenta cómo los grandes filósofos y artistas recuperaron las ganas de vivir tras afrontar grandes crisis. De Job a Albert Camus o Primo Levi va el viaje propuesto por un pensador que no niega la evidencia: «Vivir con esperanza, en la actualidad, exige a veces un sano escepticismo ante el fatalismo atronador que nos llega de los portales de todos los medios de comunicación», revela en ese libro.
En 'Las virtudes cotidianas' (2018), que subtitula 'Orden moral en un mundo dividido', el canadiense se adentra en los efectos de la globalización a partir de diálogos entre brasileños que habitan favelas, monjes de Myanmar o pandilleros de Los Ángeles. «Vivimos en tiempos de fractura. Los movimientos nacionalistas están poniendo a prueba la unidad de los estados. Los partidos consolidados están perdiendo su dominio sobre el centro y los ciudadanos están desplazándose hacia los extremos, mientras que la parcialidad es más intensa que nunca». Así arranca el prólogo a la edición española de ese libro que busca orden y estabilidad en las pequeñas cosas. En pensar el mundo de todas las perspectivas está su empeño y está su premio, el que recogerá en Oviedo en octubre en compañía de Joan Manuel Serrat, Marjane Satrapi y Carolina Marín.
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