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Juan Luis Arsuaga, en el Hotel de la Reconquista. ÁLEX PIÑA
«Las máquinas solo serán una amenaza para la humanidad si nos lo proponemos»

«Las máquinas solo serán una amenaza para la humanidad si nos lo proponemos»

Juan Luis Arsuaga - Paleontólogo ·

«Como soy padre, entiendo al pionero americano que cortó el bosque porque necesitaba madera, eso no se le puede reprochar»

JOSÉ L. GONZÁLEZ

OVIEDO.

Miércoles, 5 de junio 2019, 02:53

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Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1994) llegó ayer al Hotel de la Reconquista con un nuevo libro bajo el brazo, 'Vida, la gran historia' (Destino), para sumarse al jurado del Premio Princesa de Investigación Científica y Técnica. Este paleontólogo que codirige las excavaciones de Atapuerca, que está al frente de la parte científica del Museo de la Evolución Humana y que es titular de la cátedra de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid siempre tiene un hueco para hablar de un tema que le apasiona: la vida humana.

-¿La historia del hombre ha seguido una dirección?

-La evolución no tiene una dirección preferente, sino muchas, por eso hay tantas formas de vida. El árbol de la vida no es un palo, sino una planta muy ramificada donde la nuestra es una línea más, y no particularmente importante.

«Conmigo que no cuenten para desarrollar humanos modificados genéticamente»

-¿Por qué no es importante?

-Porque erámos uno más. En Europa había más leones que hombres de las cavernas y, por supuesto, muchas más hormigas que humanos. A partir del descubrimiento de la agricultura y la ganadería las cosas cambiaron para siempre.

-¿Fue nuestra eclosión?

-Sí, pero no es un cambio biológico, la especie no cambia.

-¿Qué parte tiene de suerte la evolución humana?

-Para la especie humana actual, todo. Para que usted naciera, la probabilidad era infinitamente pequeña, porque tenían que reunirse un espermatozoide y un óvulo, y en cada eyaculación hay millones de espermatozoides. Lo que no es casualidad es que haya alguien como usted. En ese sentido, no hay suerte, no hay azar para que las cosas ocurran como han ocurrido.

-Somos seres inteligentes. ¿También listos?

-Nuestro progreso se ha hecho a costa del planeta. Como soy padre, entiendo al granjero neolítico y al pionero americano, que llegaba con el hacha y cortaba el bosque porque tenía nueve hijos que alimentar y necesitaba madera para hacer una casa. Eso no se le puede reprochar. Desde que vivimos en asentamientos, tenemos que tranformar la naturaleza, y tenemos hijos, por lo tanto, lo hacemos. Pero el resultado es que esas civilizaciones han ido destruyendo cada vez más el medio.

-Se ha logrado resistir, hasta ahora.

-Siempre quedaba una tierra virgen, la última fue América. Todos estos avances en las metrópolis se hacían a costa de la destrucción de las reservas naturales fuera de ellas. La última era el mar, que también se ha acabado. Tenemos una crisis, porque siempre quedaba una reserva, ya no. Esto es nuevo en la historia de la humanidad, no tiene precedentes, no podemos decir 'hagamos como en el siglo XV' porque en el siglo XV se descubrió América. No nos sirve ninguna solución del pasado.

-¿Ve a la humanidad dispuesta a hacer renuncias para mantener el planeta?

-Creo que sí. La tecnología puede hacer que vivamos con menos. Las necesidades humanas son muy simples: además de la alimentación, la educación, la sanidad, entretenimiento, cultura... Todo eso se puede proporcionar, no necesitamos ser millonarios.

-¿Viene algo después del homo sapiens?

-Podría, porque ahora somos capaces de modificar nuestro genoma. En los años 40, los biólogos del momento, que venían de una guerra horrible, decían que la evolución humana no se puede dejar a su aire, que hay que intervenir, y se proponen dirigirla. Después de las monstruosidades del nazismo, esas ideas se abandonan. Curiosamente, han vuelto, quién lo iba a decir.

-Además, con la posibilidad técnica de hacerlo.

-En aquella época no había mucho que se pudiera hacer. A los nazis se les ocurrió acabar con los individuos que no eran puros, pero a los que no eran nazis se les ocurrió el control de la reproducción, favorecer que se reprodujeran unos individuos sobre otros. Esto ha vuelto, la gente no aprende. Ahora cuentan historias truculentas sobre humanos modificados, que es posible técnicamente, pero a lo que yo me opondré con todas mis fuerzas.

-¿Hay que ponerse en guardia ante estas posturas?

-Conmigo que no cuenten para hacer esto, al contrario. No tengo ningún ideal humano, me parece una aberración, no se puede ni plantear.

-¿Y para mejorar la salud?

-Eso sí. Una cosa es que uno tenga un problema de base genética que pueda ser solucionado y otra que nos pongamos a diseñar un humano. ¿Quién se arroga la capacidad de hacerlo? Los de los años 40 decían que los científicos, o sea, yo. Tengo tres hijos y los tres me parecen fantásticos. No tengo un modelo de hijo, y al que piense que lo tiene hay que internarlo en algún sanatorio. Es una aberración. No va de eso el futuro de la especie, sino de vivir todos relajadamente, disfrutando de los dones de la Tierra, sin desigualdades, repartiendo la riqueza... No se trata de ser superhombres, lo que hay que ser es personas.

-¿Nos amenazan las máquinas?

-Eso será si nos lo proponemos. Mi modelo no es ese, sino que tengamos máquinas especializadas. El TAC o el rayo láser no se van a sublevar contra la especie humana. Necesitamos máquinas al servicio del hombre. Todas las monstruosidades son posibles, pero tenemos leyes y metemos a la gente en la cárcel y lo perseguimos.

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