Federico González, en su domicilio en la capital ovetense. ÁLEX PIÑA
Real Oviedo

«Me voy contento, pero no satisfecho, nos faltó un gol que me va a perseguir hasta que me muera»

Federico González. Asesor del Grupo Carso El mexicano finaliza su etapa en el Real Oviedo tras tres años ejerciendo como director general: «Vine a poner orden y puedo decir que lo logré»

MARÍA SUÁREZ

OVIEDO.

Jueves, 8 de septiembre 2022, 01:30

Llegó al Real Oviedo con la premisa de generar más ingresos y reducir el gasto, y, aunque en un principio esa labor llevaría tres meses, ... lo que se encontró intramuros le hizo quedarse y convertirse casi en un ovetense más, pandemia incluida. Ahora, tres años después y tras la venta del club a Grupo Pachuca, Federico González (Ciudad de México, 1948) deja la tierra de su abuelo, como explica en esta entrevista exclusiva con EL COMERCIO, con la sensación de haber cumplido su objetivo, pero también con una cuenta pendiente que le acompañará siempre: la del gol que no se marcó y que apeó a los azules del 'play off'. Por el camino, lo que se encontró al llegar, las personas más importantes en su día a día y la nómina de llegadas y salidas que se produjeron en estos últimos años hasta llegar al Oviedo libre de deuda que comandan ahora Pachuca en el accionariado, Tito en los despachos y Jon Pérez 'Bolo' sobre el verde.

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-¿A usted también le pilló a pie cambiado la venta?

-No, qué va. Solo yo estaba enterado de esas operaciones y ofertas de compra venta que se iban sucediendo cada año. Me tocó tratar a un grupo brasileño con un proyecto interesante, uno norteamericano y otro mexicano. Hubo casi una decena de intereses. Estos últimos meses trabajé noches enteras traduciendo estados financieros. Sabía qué se movía, pero no con quién. Yo no pregunto... Arturo salvó el club, que era su objetivo, y con Pachuca se vienen cosas muy buenas para el Oviedo.

-¿Qué es lo primero que se le viene a la mente cuando piensa en que se acaba esta etapa?

-Pienso solo en dar las gracias. Pude trabajar en la tierra donde tengo mis raíces y eso se lo debo a Arturo y a Joe (Aboumrad), que me dieron la oportunidad de reconducir el trayecto que llevaba el Oviedo y llevarlo nuevamente a donde queríamos tenerlo. Estoy igualmente agradecido a los críticos. Me hicieron estar más agudo aún. No tengo queja, me llevo la amistad de mucha gente, entre los que están los doctores Fernández Vega, Jacobo Cosmen, Pedro Luis Fernández y Alejandro Fernández, siempre brindando su apoyo. También Olegario González y nuestro doctor Manolo, que me visitaban para traerme comida durante la pandemia. Hay detalles que no voy a olvidar.

-Muchas y buenas amistades para alguien que llegó a poner orden...

-Pude romper varios paradigmas, como lo de ganarle tantas veces al Sporting, y me llevo ese gusto. También el de haber recompuesto la plantilla. Cuando llegué había mucho desorden, muchas cosas mal hechas a nivel contractual en las que no he de entrar porque no es momento y porque esa ropa sucia se lava en casa.

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-¿Lo logró?

-Pues sí. 34 meses después puedo decir que lo logré. Hay tanto orden de hecho que la propiedad pudo vender y la transición ha sido sencilla y sin ninguna situación rara. No se han encontrado nada extraño, como sí me lo encontré yo cuando llegué. No es mérito solo mío. Está la gente de administración y Vicky (Rubiera). Yo dormía tranquilo cuando sabía que Vicky controlaba el dinero.

-¿Tan difícil estaba la situación del club a su llegada?

-Arturo me dijo que serían tres meses, pero, cuando llegué aquí, Joaquín del Olmo presentó su dimisión. Sabe cómo soy y prefirió renunciar. Conozco todas las razones, pero no las voy a ventilar. Desde entonces se nos vino una cascada: estábamos con cuatro puntos tras seis jornadas y no se veía la salida, era todo un caos.

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-Tuvo que elegir hasta tres directores deportivos...

-Era mi tarea. Yo venía a hacerme cargo de todo porque, aunque nunca se dijo por no encasillarme, mi papel era el de director general.

-Dirigió hasta 'castings'...

-Sí, lo que me parecía absurdo era esconderse o reunirse con alguien en una gasolinera entre Oviedo y Madrid. Fue criticado, pero a mí me divirtió buscar director deportivo así. No salió mal. Desde entonces guardé contacto y relación con Reyes y llegó Francesc. Quería a Rubén, pero no le dejaron salir del Rayo y había que elegir. Arturo apostó entonces por Francesc.

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-¿Recelaba de Arnau?

-Recuerdo que cuando le entrevisté vi que manejaba muy bien los números, pero también lo vi un poco sobrado y eso no me gustó. Sin embargo, luego me entendí muy bien con él y la reestructuración que hicimos sirvió para posponer los pagos. Fue criticada, pero era necesaria porque no había para pagar.

-Luego acabó siendo clave.

-Lo fue, fue muy importante para conseguir todo lo que se ha logrado hasta el momento. Lo fue en su día por el brillante mercado invernal que firmó y que nos dio la permanencia, y lo sigue siendo ahora, de manera indirecta, porque forma parte de esas personas que con su trabajo ha contribuido a reconducir el proyecto para poder dárselo en estas condiciones a Pachuca.

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-¿Su pérdida es el momento más difícil que ha tenido que atravesar en Oviedo?

-Lo lamenté muchísimo, era casi como un hijo para mí e incluso tenía la edad de mi hija. Pasábamos mucho tiempo juntos. Recuerdo cada minuto con él ese último día y lo que más lamenté fue no haber detectado que estaba sumido en una gran depresión.

-Junto a él cerró la llegada de Ziganda.

-Celebramos una reunión tras perder ante el Alcorcón en casa. Francesc nos dijo que todo seguía igual, pero lo cierto es que unos meses antes yo ya le había pedido el nombre de dos o tres candidatos para sustituir a Rozada. Ese día, en dicha reunión, alguien dijo el nombre de Ziganda. Tras reunirse con sus tres candidatos y con el navarro, Francesc me llamó a las tres de la mañana para decirme 'es Ziganda'. Yo le repregunté si estaba seguro, porque no era su candidato, pero me dijo 'es él'.

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-¿Y para usted acertó?

-Claro. Con el paso del tiempo me dio mucho gusto el haberlo fichado. Entonces no dije una palabra. Solo hablé para aclararle que lo único obligatorio era que Lunin jugase todos los partidos. Y hasta el día de hoy, que guardo una buena relación tanto con él como con Bingen Arostegi.

-¿Le hubiese gustado que su salida se hubiese producido de otra manera?

-Pues sí, la verdad. Teníamos muy buena relación, una de esas en la que puedes decir las cosas sin que nadie se enfadase. Un día le dije que teníamos que ir más a por los partidos y él me respondió que iba a meter más defensas. Tiene un gran mérito, porque lo que tenemos hoy, con los 14 futbolistas que había en plantilla, se sembró el año pasado.

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-¿El adiós de Reyes le supo peor?

-Pienso que Rubén lo que hizo fue traicionarnos, porque teníamos un proyecto.

-¿Peor aún por el momento de la temporada en que sucedió?

-Rubén decidió irse por motivos legítimos a nivel familiar y por una oferta económica brutal, pero para mí fallan los tiempos. Eso es lo que no es válido. Por el equipo, le pedí que aguantase tres semanas porque solo nos quedaban tres partidos y no me las dio. Esa semana caímos en Las Palmas y al final acabamos fuera de 'play off' por un maldito gol. Lo teníamos, lo tuvimos de hecho, al alcance de la mano.

-¿Había plan de futuro con Reyes?

-Teníamos un gran proyecto en mente, sí. De hecho hoy tenemos 15 jugadores firmados del año pasado y, excepto dos o tres, todos los fichajes estaban en el radar de nuestra secretaría técnica. A Marcelo y a Aceves no los hubiéramos podido traer porque no teníamos los contactos para ello -ahí es donde, como decía Arturo, el Oviedo va a dar un salto con Pachuca- y quizá Koba tampoco hubiese venido, pero los demás sí. Hay una gran secretaría técnica que ahora se está desaprovechando y eso es algo que me pesa porque ha hecho un trabajo fabuloso durante todo este tiempo.

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-El BORME confirmó ayer que Vallina deja de ser consejero. ¿Ve positivos esos cambios?

-Sí, es necesaria esa regeneración. El relevo siempre es bueno porque hay que saber salir en el momento adecuado o acabas saliendo por la puerta de atrás. El cambio debe darse, poco a poco.

-¿Le ilusiona el Oviedo que deja?

-Estoy confiado y tranquilo. Sé que haremos un buen papel y espero que me inviten al partido decisivo para subir a Primera. Y si no me invitan, vengo yo, a la grada con ustedes -bromea-.

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-¿Piensa en retirarse?

-¡Yo si no trabajo me muero! Ya se lo he dicho a mis hijos, que me preguntan. Pero primero le debo un par de viajes a mi esposa.

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