La debacle del Real Oviedo llega al Tartiere

Los cambios en defensa no mejoraron las prestaciones de una línea que da todo tipo de facilidades a los rivales y regala goles y ocasiones. En ataque todo se reduce a alguna acción de Cazorla. El resto del equipo demuestra ser plano y no tener capacidad ni siquiera para poner intensidad.

El exoviedista Sergi Enrich marcó los dos primeros goles, que no celebró por respeto a la que fue su afición. Todo apunta a que con esta segunda derrota, el conjunto carbayón pasará en un par de jornadas del ascenso directo a quedar fuera del 'play off'.

De los tres cambios en la alineación dos fueron en la línea defensiva. La principal novedad fue el regreso de David Costas que formó pareja en el centro con Dani Calvo. Eso hizo que Oier Luengo pasara al lateral derecho. Se quedaron en el banquillo Lucas y Jaime Vázquez. Además, Sebas Moyano entró por Chaira para ocupar la banda izquierda.

El partido empezó con un tono gris, que se convirtió en negro al cuarto de hora. Los ovetenses habían demostrado más interés que acierto en los compases iniciales, pero sin ofrecer demasiadas muestras de claridad en la zona de creación. Una falta de Cazorla que tocó en primera instancia David Costas y Alemao peinó con la cabeza lo rechazó el portero oscense con el antebrazo. Fue el único aviso de los azules antes de encajar el 0-1.

El tanto llegó tras una pérdida de balón de David Costas. Dani Calvo no estaba en su sitio y Soko entró en velocidad para centrar al área, donde el exoviedista Sergi Enrich solo tuvo que empujar desde el borde del área pequeña.

Daba la impresión que lo de Elche se prolongaba en el tiempo, ya que los ovetenses nuevamente cometían errores de bulto en defensa que les hacían que el partido se pusiera cuesta arriba. Desde la grada ya se empezaba a reclamar intensidad a los jugadores que no acababan de hacerse con el timón frente a un Huesca que parecía cómodo y no solo con el resultado.

El juego azul era muy previsible, con circulación horizontal, y pases atrás en la mayoría de las acciones. Las bandas estaban atascadas y por el centro faltaban ideas. Los balones a Alemao no eran tampoco una solución. Una vez más el equipo estaba a merced de Cazorla y de todo lo que saliera de sus botas. Eso también lo sabían los jugadores del Huesca y por eso su mayor peligro fue en las acciones a balón parado.

No era suficiente lo que estaba ofreciendo un equipo que hasta ahora había arrollado en el Carlos Tartiere, pero que estaba sufriendo ante un rival al que le valía con estar ordenado y tener las ideas claras cuando salía al contraataque.

Los de Javier Calleja se fueron al vestuario en el descanso envueltos en un mar de dudas y con la sensación de que el golpe recibido ante el Elche había hecho mucho daño a unos jugadores que no eran ni la sombra de lo que venían siendo en los partidos como locales.

Colombatto y Seoane no eran capaces de aparecer para ayudar en la salida de balón y el equipo se atascaba en la medular. Además, el Huesca no tenía problemas en dar espacio para acumular jugadores en la frontal, donde lo carbayones eran una presa fácil.

En un equipo con escasez de producción ofensiva se echaba de falta la aportación por los costados se notaba que Oier Luengo es un recurso y le cuesta recorrer la banda, mientras que Rahim sigue sin confianza. Sebas Moyano sigue con tendencia a irse al centro, mientras que Hassan era el único que ponía chispa, aunque no acaba las jugadas.

La segunda mitad empezó con síntomas parecidos a los del primer tiempo y la cosa empeoró en una carrera del exoviedista Javi Mier, que disparó para que el rechace pegara nuevamente en Sergi Enrich, que hacía el segundo gol del encuentro. Tampoco celebró el tanto que hurgaba en la herida de los ovetenses, cada vez más aturdidos.

Javier Calleja trató de cambiar el guión con un triple cambio, en el que entraron Paraschiv y Fede Viñas para empezar a jugar con dos delanteros, ya que se retiraron Seoane y Alemao. También entró Chaira por Sebas Moyano.

Oier Luengo mandó un disparo a la cepa del poste en la ocasión más clara de un equipo que no acababa de funcionar como se espera de él.

En un arreón con Chaira de lateral izquierdo y Portillo en la banda el equipo comenzó a amenazar algo más a los aragoneses que se seguían defendiendo con orden.

La catástrofe se consumó con un nuevo error defensivo para que el Huesca hiciera el tercero y el equipo acabará siendo despedido con pitos.