Un estilo marcado por la intensidad y la presión

En su etapa en el conjunto berciano, el juego del equipo de Bolo estuvo marcado por la intensidad, la presión alta y el juego directo en busca de la portería contraria, con pocos pases. El sistema más habitual empleado durante su etapa en la Ponferradina fue el 1-4-4-2, aunque, cuando las características de los rivales y la disponibilidad de jugadores se lo permitieron, también utilizó el 1-4-3-3.

La situación en el campo es la de un bloque medio o alto con el objetivo de ejercer una fuerte presión sobre el rival para tratar de robar el balón en el campo contrario. Eso le permite poner en práctica una de las cosas que más le gusta, que no es otra cosa que las transiciones rápidas hacia la portería contraria, con balones a los delanteros.

Para eso, siempre apuesta por laterales que se sumen al ataque y que ocupen posiciones adelantadas en el campo para llegar a la línea de fondo y poder poner balones al área contraria. Para favorecer las incorporaciones de los laterales suele también utilizar a los jugadores de las bandas del centro del campo a 'pierna cambiada', lo que les permite ir hacia dentro, disponer de mejores opciones de disparo y dejar espacios para las subidas de los laterales.

Uno de los aspectos en los que siempre insiste el técnico bilbaíno en los entrenamientos es en preparar las acciones a balón parado, que habitualmente le dan réditos en el aspecto ofensivo. Otro aspecto importante es la intensidad que exige a los suyos, sin permitir relajación alguna y tratando de que todos los componentes de la plantilla estén conectados y se sientan importantes.

Bolo es un técnico con personalidad que trata de mantener siempre la unión del vestuario y que además es perfeccionista en todo lo que rodea al equipo, ya que se mantiene pendiente de los detalles en los entrenamientos.