Adolfo Mariño: «¿Por qué no va a venir Barbón a Covadonga? No somos apestados»
Adolfo Mariño Abad del Santuario de Covadonga ·
«El Santuario debe estar libre de connotaciones ideológicas. No puede ser plataforma partidista ni para Vox ni para nadie»AZAHARA VILLACORTA
GIJÓN.
Lunes, 7 de septiembre 2020, 02:34
Todas las mañanas, cuando se afeita, el abad de Covadonga, Adolfo Mariño (Avilés, 1953), canta frente al espejo: «Ay, Gijón de mis amores,/ viva la calle Corrida. Y viva el barrio del Carmen,/ donde yo me divertía». Porque la máxima autoridad en el Santuario se define como «un cura del pueblo» que echa «mucho de menos» las parroquias por las que pasó. «Desde Pesoz y Grandas de Salime, que eran el paraíso terrenal, la Arcadia feliz, a Oviedo, donde estuve veintiún años con gente espectacular. Y, claro, Gijón, donde fueron catorce años muy felices. He tenido mucha suerte en la vida. Me he encontrado con gente tan buena que he sido muy feliz en todos los sitios por donde he pasado», cuenta este hombre que presume de que pocas cosas le quitan el sueño y al no le falta el buen humor: «Yo creo que, el día que me nombró abad, el arzobispo tuvo una mala tentación».
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-Va para 67 años y, de ellos, ya lleva más de tres en Covadonga.
-Sí, fía, ya soy vieyu. Pero todavía tengo 66 y, de momento, la cabeza me funciona (risas).
-Y seguro que no ha vivido ningún verano como este. ¿Cómo ha sido?
-Fue un verano en el que la gente nos desbordó. Hubo muchísima. Y toda, gente joven. Con niños. Mucha más juventud que gente mayor, que es más de otoño y de invierno. El mes de julio y de agosto fueron espectaculares. Nunca se vio nada parecido. Toda la situación de pandemia generó muchas promesas ante la Santina y muchas confesiones.
-¿Quiere decir que cuando vienen mal dadas aumenta la fe?
-Lo que sé es que mucha gente venía ofrecida y agradecida. Siempre guardando las medidas de seguridad que nos exigen desde la Consejería de Salud, claro. Quedamos muy satisfechos de la campaña de este año.
-¿Cómo se arreglaron para lidiar con ese aluvión de visitantes?
-El aforo quedó restringido tanto en la Basílica como en la Santa Cueva. Tenemos un voluntariado muy bueno que, según iba entrando la gente a la Cueva, la iban parando para que entrara un grupito, saliera y entrase otro. Todo, con el hidroalcohol y la mascarilla. Y tengo que decir que aquí la gente viene muy concienciada. No tuvimos que llamar la atención a nadie. Y en la Basílica, lo mismo. Allí tenemos marcados todos los bancos donde la gente se puede sentar.
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-¿Han podido sacar ya a todos sus trabajadores del ERTE?
-No, porque la Escolanía todavía no se ha convocado. Íbamos a convocarla para la novena, pero no pudimos porque las medidas son las que son y los chicos de Primaria no comienzan el curso hasta el 22 de septiembre. Y hasta el 28 no empiezan los mayores. Son treinta chavales en régimen de internado y pensamos que lo más prudente sería dejarlos de momento en casa, hasta que comience el curso. Ya hemos tomado también las medidas que se nos exigen dentro del internado y haremos las pruebas del covid a todos. De momento, la novena están cantándola los cinco escolanos, más el director, que viven aquí.
-También ha sido este un verano de obras...
-Sí. Las obras estaban pensadas para cinco meses, pero duraron ocho, casi nueve. Aunque no fue porque los trabajadores no trabajaran, sino porque, por el covid, tuvieron que estar en sus casas. Y hay otro tema que hay que tener en cuenta: los inviernos aquí son crudos y, aunque luchaban contra viento y marea, a veces tenían que parar la obra. Por ese motivo se prolongó.
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-¿Contento con el resultado?
-Estamos muy contentos porque hemos dado un respiro a la explanada, que antes siempre estaba llena de gente, pero también de coches, y era un peligro. Cuando salían los coches del aparcamiento, con la gente paseando, había riesgo. Tuvimos incluso alguna dificultad. Y eso ahora se evita. Es un espacio que recuperamos para pasear tranquilamente, para la oración...
-Hay quien se queja de que ahora quedan menos plazas de aparcamiento.
-No hemos quitado plazas porque los coches que estaban aparcados en allí ahora están al fondo, donde aparcaban los autobuses. Y los autobuses dejan a la gente en la propia explanada y bajan a aparcar a tres minutos de aquí, donde tenemos un espacio para unos veinte autocares. No quitamos espacio, sino que aumentamos incluso alguna plaza.
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-¿Tienen en mente alguna actuación más?
-Sí. Está en cartera, patrocinada por la familia Masaveu, la renovación del museo. Estamos esperando a que pase toda esta situación para que se pongan manos a la obra. Es una deferencia y un regalo que la Fundación Masaveu nos da y que recibimos con mucha alegría, porque tenemos piezas de gran valor.
-De lo que no se sabe nada es del proyecto de funicular anunciado por el Principado y que lleva más de una década parado.
-No. De eso sabemos absolutamente nada. Esa es la verdad. Yo no sé si se va a retomar o no. De momento, las cosas están paralizadas. Como todo.
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-¿Al abad le gusta esa solución?
-Yo creo que habría que hacer un buen estudio de cómo sería en el caso de que se hiciese. De cómo van a subir los peregrinos, si con el funicular, a pie... Hay que ver qué es lo mejor para ellos y está todo muy verde. Sí que tuvimos algún encuentro con el Principado hace dos años, pero esa posibilidad está aparcada porque la situación ha paralizado todas las agendas.
-Lo que ya está en marcha son los actos del 8 de septiembre. ¿Cómo lo vivirán este 2020?
-El 8 de septiembre, como toda la novena, para mí, es este año motivo de tristeza, porque hay muy poca gente y, sobre todo, porque la gente tiene miedo. Como se ha puesto en situación de alerta naranja a toda esta zona, la gente no viene de las parroquias. Pero me consta que en todas ellas se está haciendo la novena aunque no puedan acercarse aquí. Y, además, tenemos el canal YouTube del Santuario y todos los días la retransmitimos.
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-Me refería a la misa.
-Pues, de cara al 8 de septiembre, siempre se invitaba a muchas personalidades. De la cultura, de la economía, de la fe, de la historia... Y este año se ha restringido solo al Gobierno autonómico, a la Delegación del Gobierno... Es decir: a las autoridades civiles y militares. Serán unas veinte autoridades las que vengan. Tampoco habrá procesión el Día de la Santina para respetar el distanciamiento. Desde que la Virgen estuvo exiliada en Francia, en nuestra guerra, nunca había pasado esto, pero es lo que hay.
-¿Asistirá Adrián Barbón?
-Sin duda. Todos los presidentes autonómicos hacen acto de presencia ese día. No hay problema ninguno y me consta que va a estar aquí.
-Se lo pregunto porque el año pasado hubo polémica con la homilía, en la que el arzobispo cargó contra el aborto, la eutanasia y el matrimonio gay, y porque hay quien pide que el Día de Asturias sea aconfesional.
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-Yo pienso que un gobernante tiene que gobernar para todos y los cristianos también somos ciudadanos de Asturias. Los católicos tenemos el mismo derecho a contar con la presencia de nuestras autoridades que cualquier otro colectivo. Quien piensa eso de «qué pinta ahí Barbón» no entiende que un representante político tiene que ser para todos, no para unos cuantos. Barbón gobierna para todos. Nosotros no somos asturianos de segunda. Somos ciudadanos como cualquiera. No somos ni apestados ni leprosos.
-Pero que el arzobispo aproveche para lanzar allí un mensaje ultraconservador está feo, ¿no?
-Los que dicen eso son personas o colectivos malintencionados a los que les gusta el incienso y que, cuando no le halagas el oído, te ponen un sambenito. Pero yo llevo diez años trabajando codo con codo con este arzobispo y te puedo decir que su cercanía, su preocupación y su inteligencia están al servicio de la Iglesia asturiana. Don Jesús, como cualquier arzobispo, no es ni carca ni progre. Tiene que ser fiel al Señor y a la Iglesia del año 2020.
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-También hubo personas a las que les molestó que Vox utilizase Covadonga para dar un mitin.
-Covadonga tiene que estar libre de toda connotación ideológica. Este es un espacio de fe, la realidad identitaria de nuestro pueblo, donde la historia, la naturaleza y la fe se dan la mano. Pero Covadonga es, sobre todo, un espacio religioso. Todo el mundo tiene derecho a venir. De la derecha, de la izquierda... Quien sea. De hecho, me consta que viene mucha gente anónimamente con pensamientos políticos distintos. Pero hay que preservarla. Covadonga no puede ser plataforma partidista ni para Vox ni para nadie. Es donde hay una madre que siempre nos espera. Porque la Santina es madre y en el corazón de una madre hay espacio para cada hijo.
-Donde cada vez hay más espacio es en los templos. ¿Le preocupa?
-En misa hay la gente que hay: no podemos ser esclavos de los números. A mí lo que más me preocupa es el mundo tan secularizado que se está creando. El laicismo radical que a veces pretende alejar a la gente de Dios, cuando Dios no es ningún obstáculo, al contrario: Dios te facilita unas claves para entender este mundo.
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-¿Y los escándalos que salpican a la Iglesia le inquietan?
-Siempre recuerdo el pasaje bíblico en el que, estando en una barca los Apóstoles, viene una gran tormenta. Y entonces ellos se ponen nerviosos porque hay dificultades, como en la Iglesia las ha habido siempre, desde los orígenes del cristianismo. Pero se les aparece el Señor y les dice: «No tengáis miedo». Y, para mí, ese es el lema. Hay que seguir remando mar adentro. Y en mares procelosos. Porque un cristiano tiene la promesa del Señor: «No os dejo solos. Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos». ¿Pecados en la Iglesia? Siempre los ha habido y los habrá. Pero junto al pecado está la gracia de Dios. Una Iglesia, como una sociedad perfecta, ni existió ni existirá. Es una Iglesia de gente santa y pecadora. Y en ese mundo tenemos que ir anunciando a Jesucristo.
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