«No creo que Trump se vaya a su casa a sentarse y jugar al golf»
Carlos Franganillo | Periodista ·
«La supervivencia de la hegemonía de Estados Unidos pasa por debilitar a China, su gran competidor, y la política de Biden irá en esa línea»AZAHARA VILLACORTA
OVIEDO.
Domingo, 31 de enero 2021, 17:13
Carlos Franganillo (Oviedo, 1980), un tipo humilde, discreto y afable que está deseando que el coronavirus le deje volver a Asturias (en Navidad no pudo ser) y al que le sigue gustando pisar la calle, habla por teléfono confinado y con el pequeño de sus dos hijos en brazos, reclamando su atención. Porque, tras regresar de Washington -donde estuvo al frente de la cobertura especial que TVE realizó de la investidura de Joe Biden como presidente de Estados Unidos- a su casa en Madrid, se encontró con que lo que parecía un simple catarro de su mujer era finalmente covid. «Estamos aquí encerrados, medio locos, y, por distintas circunstancias, ya es la tercera cuarentena que me cae», cuenta la cara más visible de la segunda edición del 'Telediario', que acaba de recoger el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid al mejor periodista de 2019, un galardón que tuvo que ser pospuesto por la crisis sanitaria pero que reconoce coberturas como la de las riadas provocadas por la 'Dana', la sentencia del 'procés' o, más recientemente, la edición especial 'La vuelta al cole' durante la pandemia, galardonada con un Ondas a la mejor cobertura especial en 2020.
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-Enhorabuena. Menudo carrerón de premios que lleva...
-Gracias. Bueno, la televisión es un poco cruel, porque los laureles o los palos se los lleva el que está delante de la cámara, pero es un trabajo en equipo.
-¿Cómo lleva la pandemia?
-Cualquier periodista está teniendo unos meses intensos de información muy interesantes y muy provechosos profesionalmente. Aunque sea en estas circunstancias tan duras, informativamente, esto es un reto, un desafío.
-Ha ganado muchos enteros sacando el 'Telediario' a las calles y lo mismo lo vemos con botas de agua que en un cole...
-La verdad es que tiene buen impacto. La primera vez que lo hicimos nos fuimos a las inundaciones de Alicante y funcionó bastante bien. Es cierto que los reporteros lo hacen diariamente, pero llevar el 'Telediario' a un sitio concreto traslada al espectador de una manera más directa a lo que está pasando. Lo hemos hecho en un hospital, en el Congreso, en el Prado... Son 'telediarios' muy complejos de hacer, que requieren muchos días de preparación y una inversión humana y técnica potente, pero el resultado es bueno. Yo creo que el desafío es hacerlo siempre que esté justificado, una vez cada mes o cada cinco semanas. Pero tampoco abusar del formato.
-Regresó recientemente de Washington, donde fue corresponsal y donde también cubrió las últimas elecciones... ¿cómo vivió la investidura de Biden?
-Fue muy raro, la verdad. Con pocas sensaciones directas porque, al estar todo tan vallado, con tantos controles de seguridad, acercarse era imposible. Lo que palpé fue el ambiente de la ciudad, que está muy enrarecido. Se percibe esa polarización cada vez mayor en la sociedad. Incluso el centro de Washington está muy degradado, hay pintadas, locales que antes eran buenos restaurantes tapiados... Un ambiente decadente que es reflejo de la radicalización política y, en la investidura, el panorama era todavía más triste porque había un despliegue militar sin precedentes, sin gente... Un paisaje un poco fantasmal y de gran crispación porque hacía poco que unos tipos habían asaltado el Parlamento. Un ambiente delirante, si se piensa con calma. Es verdad que la democracia americana es fuerte. Aunque cualquier democracia, si se enfrenta a movimientos populistas tan numerosos como el trumpismo, corre el riesgo de venirse abajo. En este caso, yo tengo la esperanza de que sepan enmendarlo, aunque la tarea es muy complicada para Biden.
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-¿Qué sintió cuando vio el asalto al Capitolio?
-Estaba a punto de empezar el informativo, lo estábamos viendo por la BBC, que era la que mantenía un punto directo más cercano a la entrada, y yo estaba alucinando. Me esperaba que lo cercaran e incidentes violentos, pero nunca pensé que fueran a entrar. Sentí una especie de 'déjà vu' de cuando estuve cubriendo la situación en Ucrania, salvando las enormes diferencias.
-¿Y eso?
-Me recordaba a lo que pasa a veces en las ex repúblicas soviéticas: entradas violentas en los parlamentos... Te da idea de lo vulnerable que es un sistema. En este caso, un sistema democrático como el americano. Que se rompan ese tipo de barreras parece un acontecimiento menor, que unos frikis hayan entrado en el Parlamento, pero no lo es: es un símbolo de una potencia enorme para millones de personas. Y hay que mantenerse vigilante, porque las democracias son más débiles de lo que pensamos.
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-¿Qué cree que pueden esperar el mundo y EE UU de Biden?
-Creo que tiene por delante una tarea muy complicada hacia sus propios conciudadanos. Ahora mismo, Estados Unidos es un país muy dividido, donde, además, millones de votantes republicanos sienten que no es un presidente legítimo, que las elecciones fueron manipuladas, y va a tener que resolver ese entuerto, que es enorme. Esa complejidad no existía en tiempos de Obama, ni muchísimo menos. Esos discursos que eran marginales se han ido extendiendo y gente moderada está asumiendo teorías de la conspiración que eran minoritarias. Ese es un desafío enorme de todas las sociedades, pero en Estados Unidos resulta muy claro.
-¿Y desde el punto de vista de las relaciones internacionales?
-El mundo no va a volver a ser como antes. No creo que vaya a haber una sintonía trasatlántica tan clara como podía haber hace diez años, pero pienso que Biden cuidará más a los aliados. El gran error estratégico de Trump fue desgastar las alianzas, que es la mayor riqueza estratégica de Estados Unidos y que habrá que reparar de alguna manera. Pero, en cuestiones principales como China, no creo que la estrategia vaya a cambiar demasiado.
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-¿En qué sentido?
-Estados Unidos sabe que tiene el poder y que tiene que confrontar a China, el gran competidor internacional. Es un desafío económico, militar, de modelo político, que, antes o después, tendrá que enfrentar. Creo que la supervivencia de su hegemonía pasa por debilitar a China y que Biden irá en esa línea. Quizá con un discurso no tan brutal o tan burdo, pero el fondo de la estrategia no va a cambiar demasiado.
-¿Cree que podrá sacar adelante la ley migratoria que se les resistió a varios antecesores?
-Es un país muy complejo en ese sentido y no creo que sea fácil resolver ese asunto. Es verdad que hay diez o doce millones de personas en situación irregular allí y que sigue siendo el objetivo para muchos centroamericanos que quieren llegar y tener un futuro más prometedor, pero no es una situación fácil y Biden no tiene unas mayorías tan amplias como le gustaría para impulsar reformas en ese sentido ni garantías. Ese tipo de medidas también suelen ser impopulares en muchos estados fronterizos... No sé qué va a pasar en ese punto, pero sí que va a tratar de flexibilizarlo. Ya lo está haciendo, suavizando al menos lo más simbólico: el muro y otras medidas que causaron mucho ruido. Está tratando de hacer un guiño.
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-¿Kamala Harris está llamada a ser una figura central en el Ejecutivo Biden y a introducir virajes progresistas?
-A la primera cuestión, sin duda. El gran componente de Kamala Harris es que tiene la posibilidad de ser presidenta si, de repente, Biden está incapacitado. Es un tipo de 78 años y quién sabe lo que puede pasar, pero quizá se convierta en presidenta antes o después, y eso ya le da un extra. Y, a la segunda: Kamala es un personaje moderado dentro de partido demócrata. Yo creo que este Gobierno, en general, es bastante moderado, con experiencia en anteriores administraciones y un buen perfil, así que no pienso que hagan locuras ni que vayan a tener una política más izquierdista. Los elementos más izquierdistas en el partido están arrinconados todavía.
-¿Veremos a Trump en la cárcel?
-No lo descarto, ni mucho menos. Tiene varias causas abiertas, algunas muy serias y bastante avanzadas, que le pueden afectar. Y otras que se pueden investigar. Hay quien sugería que investigasen las supuestas presiones al Estado de Georgia por el recuento electoral. Muchos flecos sueltos que en los próximos años le pueden estallar y, quién sabe, quizá en los próximos años podamos ver al expresidente de Estados Unidos en la cárcel. Pero, esté o no en la cárcel, va a ser una figura muy relevante en EE UU y en el mundo conservador, porque ha sido el tipo más influyente de las últimas décadas en Estados Unidos. Es un tipo único, tan diferente a los demás, tan rupturista, que ha dejado una impronta tan fuerte que va a ser muy difícil para los republicanos reconducir al partido. No sé cómo lo van a hacer. Y su influencia la van a tratar de exprimir al máximo. No creo que se vaya a su casa a sentarse y jugar al golf. Es muy activo y tiene ganas de crear una dinastía política con sus hijos. Dudo mucho que se vaya a quedar quieto.
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