Camino a la revolución
En nuestra portada, Romualdo Alvargonzález denunció las exhibiciones de opulencia en una Alemania en crisis
Alemania ya no era lo que había sido cuando, hace un siglo, la visitó un gijonés ilustre: Romualdo Alvargonzález. Había perdido la guerra, y los ... costes de asumir las reparaciones postbélicas hundieron al país en una profunda crisis de la que saldría -pero eso aún no lo sabíamos- el auge del nazismo. Era, por tanto, un momento interesante para ir a Alemania y contar lo que se veía. Alvargonzález lo hacía, tal día como hoy, en nuestras páginas, desde Hamburgo, donde había pagado 250.000 marcos por una habitación de hotel. «No llega a 25 pesetas» al cambio, decía, y eso, además, iba variando. «Por un billete de 100 pesetas nos daban el lunes 1.100.000 marcos; pero hoy jueves, con la nueva subida del 'dollar', ya nos dan 1.600.000 marcos; es decir, que somos aún mucho más millonarios de lo que creíamos la semana pasada».
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Todos los visitantes de Alemania, contaba Alvargonzález, eran, en fin, ricos. «Cuadrillas de botones que los alemanes, con pronunciación francesa, llaman pajes, y ceremoniosos criados de esbelta silueta atienden al viajero en los más insignificantes detalles. Apenas hemos colocado un pitillo en los labios, un paje viene con la cerilla encendida; nos acercamos a una puerta y una mano invisible nos la abre; pretendemos despojarnos del gabán y alguien se encarga de que no pretendamos sostenerlo».
Excesivo, a todas luces, y triste, a decir de nuestro gijonés. Allí, en el hotel hamburgués, «los hombres beben, fuman y se pasean, estirándose y abombando el pecho con aires de desafío. Todos parecen animados por el mismo deseo: que se fijen en ellos; que se den cuenta de que allí va un millonario». Afuera, sin embargo, la miseria. Aquello, «visto a la luz del día por los millones de alemanes que sufren resignadamente las consecuencias de la catástrofe, encendería la venganza y la revolución más justificada de la Historia». Así, con ciertos toques de visionario, nos lo advertía Alvargonzález. «Pero no hará falta tanto». Bastaría «con un acuerdo de los banqueros de Wall Street, con un punto de apoyo que se prestase a esta admirable raza». Quedaban seis años para el 'crack'.
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