«Instagram es un trabajo del que nunca desconectas»

Más de 130.000 personas siguen, a través de sus pantallas, el día a día de la asturiana Andrea Castillo, más conocida como Mamá del norte, por los lares virtuales. Esta instagramer aterrizó en las redes sociales hace aproximadamente una década y lo que comenzó como una cuenta personal acabó por convertirse en profesional, con el paso del tiempo. «Empecé compartiendo mi vida y luego, cuando comencé a preparar mi boda, enseñaba ese tipo de contenidos», rememora. Aquello gustó a sus seguidores, que fueron creciendo para ver, primero, el viaje de novios y, después, su primer embarazo, el de los mellizos. «En ese momento, empecé a compartir contenidos de maternidad», recuerda. Y el número fue subiendo.

Aunque el momento en el que definitivamente Instagram se convirtió en un trabajo fue con su segundo embarazo. «Ahí empecé a sacarle rentabilidad. Esa idea nunca había entrado en mis planes, yo no imaginaba ganarme la vida con esto», cuenta. La afición entonces se volvió trabajo porque «hay días que estás cuatro horas, otros, ocho y otros, diez», señala. «Lo bueno es que te organizas como tú quieras, pero es un trabajo del que nunca desconectas porque se junta la parte laboral con el 'hobby'», relata. «Si no estás preparando colaboraciones, estás pensando en qué nuevos contenidos vas a crear», continúa explicando. De hecho, su cuenta ha cambiado en los últimos tiempos. «Estoy dejando más de lado la maternidad, para centrarme en viajes y planes», indica.

Al fin y al cabo, «la gente lo que quiere es evadirse» y, en una comunidad tan grande como la suya, reina el buen rollo, y eso hace que Castillo pueda presumir de tener que lidiar con muy pocos 'haters'. «Muy pocas veces he recibido mensajes faltándome al respeto», adelanta. «Antes, sí que me provocaban un poco más de dolor, a día de hoy, he ido aprendiendo a gestionarlo y a no tener la necesidad de justificarme ni de contestar», explica. La avilesina le da poca importancia a quienes critican su vida o su forma de ejercer la maternidad, nadie tiene que opinar. «Yo no creo que sea tanto exponer a mis hijo como compartir una parte de mi vida en las redes sociales», señala. «Su padre y yo miramos por su bienestar en todo momento», asegura cargada de razones.

Igualmente, ahora que los peques van creciendo, van perdiendo protagonismo, para dejar paso a una nueva etapa en la vida de Andrea y en la de sus seguidores. «Parte de mi comunidad me empezó a seguir por el embarazo y ahora ya estamos en una fase distinta», apunta. Por eso, van creciendo todos al mismo tiempo y cambiando sus intereses. «Estamos en esa etapa de recuperar nuestra vida en pareja y esa vida como mujer», indica. Por eso, han regresado los viajes de novios y con amigos, a los que se suma la irrupción de la moda en su perfil, que últimamente va ganando cada vez más presencia.

La vida va de eso precisamente, de crecer, y ella lo hace en contenidos y en número de seguidores, porque su gran familia de Instagram sigue aumentando, al tiempo que ella los hace partícipes de un día a día que ya son diez años.