Noticias de Cuba
Llegó a nuestras páginas que semanas atrás se había colocado la primera piedra del nuevo Palacio del Centro Asturiano de La Habana
Eran tiempos en los que la información no era tan inmediata, tan 'en directo', tan a golpe de 'tuit', y ni falta que hacía. Nos enterábamos hace tal día como hoy un siglo de que en La Habana, allende los mares, se había colocado la primera piedra del nuevo Palacio del Centro Asturiano. Fue el Día de Asturias, pero la crónica tardó en llegar. Como también lo había hecho, a buen seguro, aquel primer cimiento del palacio, arrancado a pico y pala «de la histórica montaña de Covadonga»; «pedestal elegido para asentar el grandioso edificio que perpetuará en este país el eterno recuerdo de nuestra floreciente región». Asistieron, dijimos, más de cinco mil personas, quedándose fuera varios centenares por no haber espacio de sobra. Tan amplia era por entonces la emigración asturiana a Cuba, y tan llena de nostalgia en «todos los hijos de esa hermosa región que aquí nos encontramos, luchando por la vida». Hoy aún estará enterrada aquella piedra, que contenía el acta de la reunión, varios periódicos del día y «dos monedas de Carlos III y una de Fernando VII», obsequio del socio 1.956, Francisco Vega, en el suelo de La Habana. Era, al parecer, «de color rojizo jaspeado de blanco, leyéndose en ella la siguiente inscripción: 'El Cabildo de Covadonga al Centro Asturiano de La Habana. Agosto, 10 de 1923'». Aquella era la fecha en la que la piedra había salido de Asturias rumbo a Cuba. Como todos los presentes habían dicho adiós, alguna vez, a su tierra natal; tal vez para nunca volver. Genaro Pedroarias, presidente del Centro Asturiano, habló de patriotismo aquella jornada; del dual de los emigrantes, aquel que unía a «dos pueblos hermanos, dos pueblos que están separados políticamente y que, tal vez por eso mismo, se unen para realizar una obra de verdadera altura moral, de verdadera grandeza; una obra que, cuando esté realizada, cuando lleve allá en el cimero de sus almenas la bandera de oro y grana de nuestra patria querida y la de la 'estrella solitaria' de esta Cuba adorada, ¡ah!, entonces es cuando habremos realizado un fin verdaderamente espiritual y de confraternidad entre cubanos y españoles».
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Solo con el esfuerzo de su presencia en la isla, con el impulso que en cada época da la emigración, estaba hecho.
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