Los problemas de la calle Magnus Blikstad

Era céntrica, sí, «continuación que viene a ser de la avenida o calle de Álvarez Garaya (que para avenida le faltan los árboles) y a casi dos pasos de la plaza de José Antonio», pero también industrial, la calle de Magnus Blikstad. Y tenía, por tanto, numerosos problemas que hace 75 años afeamos en nuestra columna de opinión. Por ejemplo, que el elevado tránsito industrial de la vía, sumado a la gran circulación de peatones, generaba constantes problemas de limpieza y mantenimiento a los que el Ayuntamiento no solía atender. «Hay que ponerse en el caso de quienes en esa zona zona viven (...) Afróntese pronto», recomendábamos. En otras callejuelas adyacentes, como la de Avilés, faltaban, además, las aceras; y toda la zona adolecía de iluminación «ya que la mayoría de las bombillas que allí había fueron rotas o se fundieron y no se atendió a reponerlas». Y más: faltaba el pavimento. Los vecinos tenían «que realizar toda clase de ejercicios de acrobacia y equilibrios para llegar a casa no diremos ya limpios de barro y agua, pero siquiera libres de una inmersión hasta los tobillos». ¡Qué cruz!

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