Tragedia ferroviaria en Piedras Blancas

El accidente se produjo a la llegada a la estación de Piedras Blancas, sobre las 20.30 horas. Era una jornada lluviosa, según leemos en la crónica. Tanto que la zona donde la unidad descarriló se encontraba anegada por el agua. El testimonio de una vecina, Alicia González, apunta que el tren viajaba «a una velocidad desacostumbrada» cuando, en la curva antes de la estación, se produjo el accidente.

Los testimonios de los viajeros desvelaron que, en la parada de Santiago del Monte, hubo una parada larga en la que hubo «mucho ajetreo», apuntando la teoría de que se debía algún tipo de problema. Entre las primeras hipótesis de la causa se cita un fallo en el sistema de los frenos que provocó la velocidad y posterior salida de la vía.

Los vecinos de Piedras Blancas, Valboniel y El Castro fueron los primeros que acudieron a rescatar a los heridos. El ruido del tren al salir de las vías y el inusual pitido del maquinista alertó de que sucedía algo fuera de lo normal.

La zona carecía de iluminación pública, por lo que se acercaron vehículos privados que, con sus focos, iluminaron la zona, donde los viajeros trataban de ayudar y se podía contemplar a la «plataforma superior cortada como si utilizasen un cuchillo».

Un cuarto de hora después del accidente, llegaban al lugar efectivos de la Guardia Civil, cuatro médicos y un practicante de Castrillón a los que se unirían la Policía Armada de Piedras Blancas y Avilés, Cruz Roja; los alcaldes de Castrillón y Avilés y también el gobernador civil. En la edición del día 3 de octubre, se hacía un primer balance de tres muertos y veinte heridos, cuatro de ellos muy graves. Al día siguiente, moriría uno de esos heridos graves.

También resultó con heridas graves Rosa López, que permaneció dos horas atrapadas entre los hierros del vagón mientras el chapista José Villa cortaba con soplete la estructura con sumo cuidado para no herirla.

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