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Calurosa despedida a los médicos que se desplegaron en Wuhan. AFP

Wuhan recupera la libertad

Después de 76 días aíslado del resto de China, el epicentro de la pandemia levanta las barreras y vuelve a permitir el movimiento

ZIGOR ALDAMA

pekin.

Jueves, 9 de abril 2020, 02:41

Como si se tratase de una Nochevieja, al filo de la medianoche de ayer los ojos de Wuhan estuvieron clavados en los relojes. Y, por fin, cuando las manecillas marcaron las doce y señalaron el comienzo de un nuevo día, la ciudad celebró el 8 de abril como si fuese 25 de enero, el Año Nuevo Lunar que se les escamoteó a sus 11 millones de habitantes. Con un gran espectáculo de luces y de proyecciones en las fachadas de los rascacielos, acompañado del estruendo de las bocinas, la capital de Hubei vibró y lanzó un suspiro de alivio colectivo. No es para menos: 76 días después de su confinamiento para detener la propagación del coronavirus, la ciudad en la que surgió el primer brote es ya libre. Atrás quedan 2.571 víctimas mortales, en torno al 80% de las registradas en China.

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En una sucesión de gestos muy simbólicos, las autoridades ordenaron la retirada de las barreras que bloqueaban los accesos a la ciudad en 75 puntos, los peajes volvieron a permitir la circulación de vehículos y tanto las estaciones de tren como el aeropuerto reabrieron sus puertas. Todos aquellos ciudadanos que puedan demostrar que están libres del SARS-CoV-2, ya sea con el código QR que una aplicación gubernamental genera en el teléfono móvil o con un certificado médico, pueden moverse libremente por el país.

No obstante, la vuelta a la normalidad será paulatina: el Gobierno reitera que la población debe continuar saliendo de casa solo cuando sea imprescindible y evitar las grandes congregaciones de gente, los vuelos a Pekín y al extranjero permanecen cancelados y ayer únicamente operó el 30% de los trenes de un día normal, en los que, además, tuvieron prioridad los trabajadores migrantes que han permanecido atrapados en Wuhan. Según la prensa local, unas 55.000 personas viajaron fuera de la capital de Hubei a bordo de 230 trenes desinfectados a fondo y en los que se deja siempre un asiento vacío entre los pasajeros.

Delta del río Perla

Se estima que el 40% tendrá como destino el delta del río Perla, uno de los principales centros manufactureros de la segunda potencia mundial, donde la mayoría de los trabajadores procede de otras provincias. El primer convoy de alta velocidad partió a las 7.06 con destino a Nanning bajo la atenta mirada de la prensa y 16 minutos después despegó el primer vuelo, que aterrizó dos horas más tarde en la isla de Hainan. En ambas instalaciones se sucedieron abrazos de despedida y sonrisas de satisfacción, pero también hubo tiempo para el caos, sobre todo ante la lentitud en controlar la salud de los pasajeros, la mayoría de los cuales continuó protegiéndose con mascarillas, guantes, chubasqueros e incluso trajes biológicos.

No en vano, la principal prioridad de China es evitar el rebrote de la epidemia. Por eso, Wuhan ha incrementado notablemente el número de tests en un intento por detectar a los asintomáticos y cerciorarse de que no se dan casos como los de algunos ciudadanos de Hubei que, tras haberse reincorporado a sus trabajos en otras provincias, han dado positivo por coronavirus. Y 70 complejos residenciales de la ciudad siguen en cuarentena porque han detectado nuevos contagios. Por otro lado, el país ha reforzado los controles fronterizos para detectar infectados procedentes del extranjero.

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Discriminación y racismo

La normalidad dio ayer un gran salto con la reapertura de Wuhan, pero muchos de los habitantes de Hubei, epicentro de la pandemia, temen que a su llegada a otras provincias sean obligados a guardar dos semanas de cuarentena por el miedo que hay a los infectados asintomáticos. «Ahora tenemos que hacer frente a la discriminación que vamos a sufrir», se lamenta una joven. «Estoy muy contenta de que China haya podido vencer al coronavirus, pero me gustaría que el resto del país valore el enorme sacrificio que hemos hecho los ciudadanos de esta provincia y que no nos veten el acceso a servicios o empleos», añade.

Muestra del vuelco que ha dado la situación a nivel global es también el notable incremento de las muestras de racismo que los extranjeros están sufriendo en China. Un creciente número de hoteles impide la entrada de occidentales y entre la comunidad española se denuncian abusos de todo tipo: desde gritos de «¡vuelve a tu país!» hasta la prohibición de acceder a centros comerciales tras mencionar su nacionalidad. Por si fuese poco, en los últimos días se ha hecho viral un cómic titulado 'Manual para clasificar basura extranjera' en el que diferentes residentes foráneos que se han saltado alguna norma son lanzados a un contenedor que es posteriormente desinfectado.

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En la sureña ciudad de Guangzhou también se han publicado carteles con fotos de ciudadanos africanos que han sido contagiados para que la población tenga cuidado con ellos y algunos comités vecinales han exigido a la población de raza negra que se someta a tests en lugares públicos.

No obstante, la censura retira las críticas a estas muestras de xenofobia, y no sólo la china. La red social LinkedIn, una de las pocas accesibles desde China porque se pliega a las restricciones del régimen, ha suspendido la cuenta de este corresponsal por haber compartido imágenes del cómic y haberlo criticado.

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