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Carlos Alba, durante una conferencia en los Premios Innova de EL COMERCIO. Damián Arienza

Carlos Alba: «El centro de I+D de Arcelor de Asturias aparece en el mapa global todos los días»

«Como muchas otras cosas, todo depende del modo en que se use, pero la Inteligencia Artificial tiene la capacidad de impactar en todos los ámbitos positivamente», señala el responsable mundial de Inteligencia Artificial y digitalización en ArcelorMittal y premio Ingeniero del Año en 'Gran Trayectoria profesional'

Miércoles, 5 de julio 2023, 21:25

Carlos Alba (Oviedo, 1976) acaba de ser elegido Ingeniero del Año. El responsable mundial de IA y digitalización en ArcelorMittal recibió la noticia en Brasil, ... uno de los muchos países que pisa habitualmente por su trabajo. Desde allí muestra su satisfacción, y hace extensivo el reconocimiento a la gente con la que trabaja y con la que compartido desempeño profesional en su trayectoria laboral.

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–Pregunta obligada. ¿Qué significa este galardón?

–Es complicado para mí pensar en ningún premio profesional sin compartirlo con los profesionales con los que trabajo y con los que he trabajado a lo largo de mi carrera. En el plano personal, la mayor satisfacción sin duda es la alegría que se llevan mi familia y mis amigos. Es cierto que este premio se concede a una persona y por supuesto que detrás hay esfuerzo, tenacidad, dedicación, ganas, ilusión y por qué no decirlo, algún pequeño sacrificio. Por curiosidad he mirado ahora en la 'app' de viajes los kilómetros realizados en un año tipo como 2018 y salen 4,3 vueltas al planeta. En esta mitad de 2023 van 1,5 vueltas. Pero ello permite ver muchas cosas en el mundo de primera mano, ver evoluciones, conectar puntos... Es muy enriquecedor.

–Un reconocimiento al equipo...

–Desde luego. No sólo al excelente equipo humano con el trabajo todos los días hoy en ArcelorMittal Global Research & Development tanto en Asturias y País Vasco como en muchos países distribuidos por todo el Mundo, sino también a personas y organizaciones que han sido muy importantes en mi vida profesional como el Área de Proyectos de Ingeniería (Universidad de Oviedo), dirigida con excelencia por el catedrático Francisco Ortega y donde he compartido momentos inolvidables con Cristina Alonso, Joaquín Villanueva, Fernando Rodríguez o Alberto González (estos dos últimos compañeros hoy en ArcelorMittal). Este premio, además, no sería una realidad si el Colegio de Ingenieros Informáticos del Principado de Asturias en general, y mi decana Irene Cid en particular no hubiesen tomado la iniciativa y propuesto la candidatura.

–Y de sus compañeros actuales, ¿qué destaca?

–Pueden parecer palabras cliché pero de verdad debo decir que tengo una suerte tremenda. Lo que he aprendido durante muchos años de personas del calibre de Nicolás de Abajo, Tatiana Manso o Diego Díaz, o en los últimos años de personas como Gregory Ludkovsky o Pedro Prendes no tiene precio. Muchísimo por supuesto en el ámbito profesional, pero incluso más importante en el ámbito personal. Melvin, personaje interpretado en 'Mejor … imposible' por Jack Nicholson le decía a Carol que ella le hacía ser mejor persona. Recuerdo esa escena con frecuencia en mi día a día gracias a muchos de mis compañeros, que no son mencionados de forma explícita, pero efectivamente me hacen ser mejor persona.

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–Por cierto, está premiado en la categoría de 'Gran Trayectoria Profesional'. ¿Pesa un poco para una persona de 'solo' 47 años?

–(Risas) Me hace gracia esta pregunta porque cuando me enteré del premio desayunando en Brasil, lo primero que pensé fue que el premio chulo de verdad era el otro. Aprovecho de hecho para felicitar a Juan Martínez Baragaño. El premio es una alegría y no pesa en absoluto. Pesan otras cosas. Cierto es que te hace pensar un poco, porque me siento joven y con muchísimas cosas por hacer y seguir aportando. Y al mismo tiempo pienso que mi hijo mayor Carlos empezará la Universidad en cuatro años y es inevitable darse cuenta de que el tiempo pasa y nos vamos haciendo mayores. Afortunadamente con humor y mucha ilusión.

–En la entrevista inaugural de AsturiasInnova+ en 2019 hablaba de la rapidez de los cambios y la necesidad de adaptarse a los mismos. Cuatro años después, todo ha cambiado, con la IA como motor. ¿En qué se nota más?

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–Lo que más ha cambiado, dejando todos los temas técnicos aparte, es la aceptación de la Inteligencia Artificial (IA) por parte de la sociedad y de las empresas. Desde la reciente comercialización de modelos largos de lenguaje sobre redes neuronales fundacionales, por ejemplo chatGPT, todo el mundo habla sobre la IA y de repente parece que salió de la nada o que eso en lo que trabajaban varios millones de personas era verdad y valía para algo. Como muchas otras cosas, todo depende del modo en que se use y desde luego la IA tiene la capacidad de impactar en todos los ámbitos positivamente.

–Pero aún genera muchos miedos...

-Hay muchos miedos, incertidumbre e incluso vemos a veces un dibujo de un robot humanoide con cara de enfado y una ametralladora representando a la IA que viene a por nosotros y a quedarse con nuestros trabajos. Las revoluciones tecnológicas han impactado en nuestra historia en el trabajo y en la forma en que trabajamos. Hacia el año 1900, EE UU tenía unos 76 millones de personas y 30 eran granjeros (40%). En 2020, había unos 332 millones con unos 6 millones que eran granjeros (2%). Aparecieron los tractores y revolucionaron la agricultura y su productividad. La tasa de paro hoy en EE UU es de un 3,5% y desde luego nadie en su día criticó a los tractores. Han desaparecido muchos granjeros, pero hay fábricas de tractores, de acero para fabricarlos, necesitan mantenimiento, en definitiva, muchos otros puestos de trabajo que antes no existían y la sociedad se fue transformando.

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–«Desde el centro de I+D aspiramos a que el mundo se pregunte qué pasa en Asturias», decía también entonces. ¿Lo han conseguido?

–El centro de I+D que ArcelorMittal tiene en Asturias es referencia en líneas de investigación muy importantes como por ejemplo IA o fabricación aditiva por mencionar algunas. Un cambio importante desde aquella es que Nicolás de Abajo, Pedro Prendes y yo no pertenecemos al Centro de Asturias sino que formamos parte del Comité de Dirección Mundial de I+D y nuestra responsabilidad sobre la organización es global. Disponemos de once centros de I+D distribuidos por América y Europa que trabajan en red bajo el mando de Nicolás de Abajo con un gran proyecto de transformación que llamamos 10X: 1 organización global, 10 global y digital, 10X global, digital y exponencial. El centro de Asturias sigue apareciendo en el mapa global todos los días y al mismo tiempo empujamos con responsabilidad por toda nuestra organización en su conjunto para dar el mejor servicio al grupo. El año pasado recibimos también con mucha alegría el reconocimiento a todo ArcelorMittal Global Research & Development por parte de LexisNexis como una de las 100 organizaciones más innovadoras del mundo.

–¿Qué perfiles se van a necesitar para seguir llevando a cabo esa transformación de la sociedad?

–En nuestros centros de I+D disponemos de todo tipo de perfiles desde hace muchos años. Nuestra experiencia confirma que los mayores 'breakthroughs' han ocurrido en los interfaces de conocimiento. En mi equipo directo hay dos ingenieros informáticos, una matemática, una ingeniera de minas y tres ingenieros industriales. Mirando a los centros de I+D hay todo tipo de Ingenierías, Matemáticas, Bioquímica, Biología, Económicas y un gran etc. La formación se adapta a diferentes velocidades en diferentes partes del mundo. Desde luego este aspecto es importantísimo, pero también diría (y se lo digo siempre a mis queridos hijos Carlos y Javier) que todavía más importante es la curiosidad y las ganas que uno tiene por aprender sin que te obliguen o sin que sea para aprobar asignaturas. Siendo más pequeños, fueron cariñosamente 'empujados' a aprender un lenguaje de programación muy amable y divertido como 'Scratch' y este año los Reyes Magos les han traído entre otras cosas sus primeros libros de Python. En el futuro harán lo que ellos quieran, pero es importante darles retos y fomentarles curiosidad más allá de lo dinámicos que puedan ser los planes de estudio.

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