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LUIS FLÓREZ
Viernes, 30 de enero 2015, 00:44
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La presidenta de la Asociación SOS Ictus, Pepa Marzo (Ujo, 1951), explica su vivencia tras sufrir un ictus a una edad bastante temprana. El colectivo que preside se presentará mañana en el Auditorio, a las 12.
-¿Cuándo sufrió el accidente?
-Yo el accidente lo sufrí en noviembre del 2006, cuando tenía 56 años.
-¿Qué sintió?
-Estaba en una reunión que resultó ser muy tensa, se estaban discutiendo tonterías y yo cada vez me estaba poniendo más nerviosa. Pedí la palabra para intervenir y empecé a encontrarme mal. Me tumbé en el suelo, y a partir de ahí, vino una ambulancia y vieron que tenía la zona de la boca torcida y demás síntomas característicos del ictus.
-¿Pertenecía a algún grupo de riesgo?
-Yo ya había tenido un par de toques. Tuve dos subidas de tensión, pero los médicos que me atendieron, uno en Asturias y otro en Madrid, no me dijeron que tuviese que tomar ninguna medicación. Si a mí en aquel momento me hubiesen dicho que era propensa a tener hipertensión, yo podría haber puesto alguna medida para prevenir. Nadie me advirtió que pertenecía a un grupo de riesgo.
-¿Cómo fue la atención sanitaria cuando sufrió el ictus?
-Muy buena. Me llevaron inmediatamente al hospital, donde me estabilizaron; estuve ocho días en la UCI y finalmente me trasladaron a planta. De todas formas, tendría que haber mucha más formación del personal público para detectar la sintomatología del ictus, ya que si no se interviene a tiempo las secuelas son muy graves. Hay que tener en cuenta que el ictus es la primera causa de muerte entre las mujeres es España, y la primera causa de discapacidad.
-¿A qué zona del cerebro le afectó?
-Al tálamo, que es la parte del cerebro que regula las sensaciones y la parte central nerviosa. Eso supone que tanto los cambios climáticos como los cambios emocionales me afectan mucho. Cualquier emoción se magnifica. Influye el clima, el entorno, estar en lugares que no quieres, o estar con gente que no quieres. Todo eso influye mucho.
-Según las estadísticas, solo un tercio de los pacientes se recuperan totalmente y el 25% fallece durante el mes siguiente a sufrir el ictus. ¿Cuáles han sido sus secuelas?
-Mis secuelas son solamente físicas. Quizás las ganas de vivir o la providencia han hecho que consiga salir del ictus. Yo salí en silla de ruedas del hospital, y gracias a unas becas de la Fundación Lescer, pude tener un fisio y un logopeda que me ayudaron. Fui como un reto para ellos, querían conseguir que abriese la mano derecha, que tras el accidente se quedó completamente cerrada. Mi secuela más grande es la de no poder caminar, depender de alguien para salir de casa.
-¿En qué consiste la recuperación?
-Sobre todo terapia con los fisios y con los logopedas. También hay sesiones con psicólogos. Yo estuve haciendo pilates, acupuntura con médicos, bicicleta adaptable, marchas, excursiones. Yo me he apuntado a un bombardeo para hacer una vida lo más normal posible para no estar todo el día recreándome en el ictus. O no avanzas emocionalmente hablando.
-¿Y el papel de las instituciones?
-Los recortes afectaron en que los centros base, que son los que valoran el ictus, están saturados. La Administración, da igual la que sea, no ha ampliado la capacidad de estos centros base y la gente que viene de una discapacidad tan importante como es el ictus pasan meses hasta que es valorada. Si pones en la calle un paciente y no pones un servicio de valoración de secuelas, le estás privando de una serie de derechos que son fundamentales. Todo esto genera una dependencia tremenda, donde también ha habido unos recortes brutales.
-¿Qué consejo le daría a alguien que acaba de sufrir un ictus?
-Luchar, no queda otra. Superarlo y luchar por sus derechos. El problema es que cuando te da el ictus, la mayoría de la gente te abandona, muchas parejas se separan, la familia no te hace ni caso; eres un problema y nadie quiere cargas. Tienes que tener mucha fuerza moral para superar estas cosas. Tiene que armarse de fuerza y demostrar ante toda esa gente que ha conseguido superarlo. Los enfermos de ictus sufrimos mucha soledad. La gente te abandona sin ningún motivo.
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