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Imagen que ofrece el edificio de la vieja fábrica de hielo.
La vieja fábrica de hielo del complejo pesquero de Avilés cesa su actividad tras 36 años

La vieja fábrica de hielo del complejo pesquero de Avilés cesa su actividad tras 36 años

Su obsoleta tecnología y la existencia de otras dos, una de ellas inaugurada en 2015, determinan su desmantelamiento

J. F. GALÁN

Jueves, 21 de abril 2016, 04:39

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La antigua fábrica de hielo del complejo pesquero pasa a la historia. Inaugurada en mayo de 1980, la entrada en servicio en julio del año pasado de una nueva, integrada en la lonja, completamente automatizada y con capacidad para producir sesenta toneladas diarias tanto en escama como en cuadradillo (piedra) con menor consumo energético y de almacenar doscientas, la ha dejado obsoleta. Cesó actividad el mes pasado y estos días se procede al desmontaje de la maquinaria, cuyo destino es el achatarramiento. Queda por conocer el uso que la Autoridad Portuaria conferirá al edificio, si bien todo indica que será demolido. Una de las opciones es habilitar en el área que ocupa un punto limpio, un depósito de basura. La decisión no se ha tomado.

La antigua fábrica fue pieza clave del profundo proceso de modernización que acorde con las necesidades experimentó a principios de la década de los ochenta el sector pesquero en Avilés. Sin espacio físico y sin muelles, la hasta entonces Rula Nueva (1943-1980), a la altura del paso a nivel de Larrañaga, se había quedado pequeña y en 1976 se caló a un kilómetro de la rampa de piedra del viejo muelle el primer bloque de hormigón de un nuevo complejo pesquero, en el que se ubica.

Gestionada por la cofradía de pescadores Virgen de Las Mareas y capaz de producir ciento sesenta toneladas diarias de hielo en escama y de suministrarlo directamente, mediante mangueras, a los barcos y a furgonetas y camiones, la ahora desmantelada fábrica se puso en marcha en mayo de 1980 y arrinconó definitivamente al hielo en barra, de producción lenta y engorroso manejo. Había que triturarlo y transportarlo en carros o camiones hasta el cantil, y necesitaba mucho espacio para su almacenamiento.

Siete meses después, el 8 de diciembre del mismo año, el arrastrero 'Flor del Cantábrico' inauguraba el nuevo complejo pesquero. Dotado de lonja, almacenes, surtidor de petróleo y la moderna fábrica de hielo, nació con 300 metros de cantil de atraque que sucesivamente, en tres ampliaciones acometidas en 1985, 1996 y 2002, alcanzaron los 805 actuales, en una alineación.

Las instalaciones no dejaron de crecer. En 1992 se incorporó la antigua finca de La Bohemia, 30.657 metros cuadrados en la margen izquierda de la avenida del Conde de Guadalhorce en la que se ubicaron naves de rederos y almacenes de flota. Hoy en día, tras la apertura de un tramo de la travesía de la Industria, el espacio está integrado en el complejo pesquero.

Un año después se estrenaba la nave frigorífica, anexa al edificio de lo que ya es la antigua lonja, y en 1998 se inauguró una segunda fábrica de hielo, en cuadradillo. Situada junto a la antigua y con capacidad para fabricar sesenta toneladas diarias y almacenar trescientas, continúa plenamente operativa. Un año antes, en 1997, la lonja había subastado 19.486.000 kilos de pescado, casi tres millones más que en 2015, cifra récord hasta el presente.

Tercera lonja

El tiempo demostró que la flota y la red comercial necesitaban más. En julio de 2004 comenzaron las obras de construcción de la actual lonja, en San Juan. Climatizada y dotada de la última tecnología, se completa con una serie de instalaciones auxiliares y servicios, desde muelles de descarga de buques y vehículos rodados hasta oficinas. Inició actividad en abril de 2009 bajo gestión de Nueva Rula de Avilés, sociedad mixta creada al efecto con mayoría de capital público y participación, en un 33%, de la cofradía de pescadores, e integra en la zona sur del edificio principal la fábrica de hielo inaugurada el año pasado. Con un coste de 1,4 millones de euros, permanece en servicio todos los días del año durante 24 horas al día y junto a la segunda satisface la demanda de la flota.

Pese a los avances en materia de frío industrial, el hielo continúa jugando un papel esencial en la conservación del pescado fresco. Basta decir que entre las necesidades de la flota pesquera y de los comercializadores la demanda anual se eleva a unas ocho mil toneladas, tres mil de cuadradillo, reservado para túnidos y en menor medida para chicharro y sardina, y cinco mil en escama.

Al margen de su capacidad de conservación sin alcanzar el punto de congelación, provoca la rápida muerte del pescado por choque térmico, por lo que si se aplica nada más llegar a cubierta mantiene prácticamente intactas sus cualidades. Además, lo limpia. Los buques de pesca actuales cuentan con modernas y efectivas cámaras frigoríficas y los de mayor porte pueden incluso fabricarlo a bordo.

La vieja fábrica de hielo, en su día la más moderna de Asturias, ya es historia. El reto que se plantea ahora es mantener Avilés entre los puertos pesqueros de referencia del Cantábrico, tarea no exenta de dificultades por tres razones: el desencuentro que mantiene la cofradía de pescadores con Nueva Rula de Avilés, el difícil momento que atraviesa el sector pesquero a nivel nacional a raíz de las cuotas, las vedas, las licencias y la falta de relevo generacional, y la pérdida de flota que padece Asturias, especialmente patente en las dos modalidades de arrastre, baka y pareja, arte clave, por su variedad de capturas, en la actividad de una lonja.

Desguace de barcos

En los últimos once años doce arrasteros se fueron a desguace y otros tres se vendieron a armadores cántabros y gallegos. Solo se mantienen en activo cuatro, y no hay visos de que la situación pueda mejorar, sin que la llegada ocasional y estacional de arrastreros de otras comunidades amortigüe de forma apreciable la situación.

La actividad de las flotas de bajura y artesanal también está condicionada por las vedas y los cupos y en cuanto a la comunitaria, (palangreros y volanteros) que faenan en aguas de Gran Sol y del cantil de Francia con la pesquería de la merluza y la pescadilla como referencia, segunda en volumen de captura, tras la xarda, y primera en cuanto a valor en primera venta (16,1 millones de euros en 2015), una parte importante se ha ido a la Mariña lucense.

Con todo, la calidad del pescado, los precios que alcanzan en las subastas y los servicios que ofrece su lonja mantienen a Avilés como uno de los principales puertos pesqueros del Cantábrico. El año pasado se subastaron 16,449.302 kilos de pescado fresco y marisco por un valor de 35.679.688 y aunque el volumen ha descendido de forma considerable en el primer trimestre de 2016, buena parte se debe al tardío inicio de la temporada de la xarda.

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