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Vecinas de la fallecida, al conocer la noticia.

«Aquí das un portazo y se oye todo»

Los vecinos de Sonia Mitre se muestran consternados por la muerte violenta de la hostelera, aunque apenas la conocían

Noelia A. Erausquin

Viernes, 17 de julio 2015, 15:30

El número 9 de la calle Manuel Hevia Carriles, en el Lauredal, es un edificio de solo cuatro plantas, pero con doce pisos en cada una, por lo que los vecinos son muchos y apenas se ven. Construido hace unos ocho años, en estas viviendas de alquiler de protección viven jóvenes, mayores, españoles y extranjeros, sin que hasta ahora se hubiera registrado ningún incidente de importancia. Por ello, este mediodía, la noticia de la muerte violenta de la hostelera Sonia Mitre, la vecina del 2º J, aún era desconocida para la mayoría. «Ahora porque me habéis tocado el timbre, si no no me hubiera enterado», explicaba consternada una de las residentes en este bloque, Raquel Márquez, que ni siquiera sabía ponerle cara a la fallecida. En el edificio «cada uno hace su vida» y Sonia, de 48 años, se había mudado hace unos cuatro meses, después de la muerte de su padre, cuyo nombre aún aparece en el buzón.

En la zona, muy cerca del parque de El Lauredal, no hay ningún establecimiento. No hay bares, ni tiendas. Solo algunos bloques bastante separados, todos de protección, y varias parcelas aún sin urbanizar, así que los vecinos apenas se relacionan, como mucho al salir a tirar la basura o a pasear al perro.

Ayer nadie oyó nada extraño hasta que unos lloros alertaron a algunos residentes y vino la Policía. Los vecinos de puerta de la víctima no se encontraban en la vivienda cuando se produjo el suceso. Habían ido a la Semana Negra y, al llegar, hallaron el piso abierto y en el interior a familiares y agentes. «Aquí se oye todo, hasta si pegas un portazo», explicaban, y ellos nunca escucharon peleas en la casa de al lado, solo la oían llegar tarde, de noche, debido a su trabajo en los bares que regentaba, Sinatra y Ñam-glu, en la Ruta de los Vinos.

Lo que sí confirman los vecinos es que el piso lo frecuentaba un joven negro con el que salió la víctima, uno de sus camareros, pero con el que habría roto recientemente, y que Sonia no recibía visitas con frecuencia, ni de su hija, una joven de 19 años que reside en Segovia.

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