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San Cosme y San Damián «obran el milagro de reunir a los mierenses»
El valle de Cuna y Cenera reúne a numerosos vecinos y devotos para festejar la gran romería de otoño y pedir salud
Marta Varela
Inierto (Mieres)
Sábado, 27 de septiembre 2025, 19:59
Los mierenses no faltaron a su cita con los Santos Mártires de Valdecuna, San Cosme y San Damián; su fama a la hora de obrar ... milagros hizo crecer esta celebración que es primordial en el calendario festivo de la comarca del Caudal y en la que, cada año, participan un gran número de vecinos y visitantes.
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El verdadero milagro de la festividad lo relatan Ana Pérez y Susana Domínguez, naturales de Mieres y que cada año acuden a la cita con los santos: «Igual no nos vemos en meses, pero todos sabemos que estaremos aquí por los Mártires; sólo esperamos el milagro de vernos y reírnos juntos en esta fecha. San Cosme y San Damián lo hacen posible, aquí todos somos del concejo, aunque lleguemos de toda Asturias», apuntó Domínguez. Igual que las familias que llegaban desde Langreo y Gijón, orgullosos de sus raíces mierenses: «Venimos con la vela desde Langreo cada año para encenderla por toda la familia, para que tengamos salud sobre todo», explicó Pérez.
Como ellos, son muchos los que madrugan para subir al prau, que desde bien temprano acoge a los más devotos que asistieron a la primera de las misas, a las siete de la mañana. Las ceremonias se fueron sucediendo durante toda la mañana y los sacerdotes se iban turnando. «Yo no madrugo, lo hacía con mi abuela, pero ahora llegamos poco antes del mediodía para la principal y la procesión», dijo Pérez. Esa es la hora de mayor afluencia, la ermita se llena de fieles cargados de promesas que, a continuación, participan en la procesión alrededor del templo de los Mártires de Valdecuna.
Pañuelos sanadores, velas y oraciones llenaban todo el entorno del santuario. Mientras tanto, jóvenes y mayores iban llenando el prau de la fiesta. «Este año se tardó en subir un poco por miedo a que lloviese», explicaba el mierense Francisco Suárez que, junto a su familia, buscaba un rincón donde dejar sus viandas y comenzar a disfrutar de la fiesta. Al tiempo que apuntaba: «Bueno, también subir la cuestona de Insierto cada año cuesta un poco más».
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Y al llegar al prau, una empinada escalera de cuarenta y cinco peldaños separa lo divino de la romería. Abajo se encuentra el santuario y el lugar para todos los devotos que pedían salud para los suyos a los santos sanadores. Los fieles llegaban y encendían una vela: «Si lo haces con fe te ayudan todo el año, eso me enseñaron», afirmó Marina Cabrero, que llegó desde Avilés. «Lo hago por ver a los amigos pero también para recordar a mi abuela, que fue con la que empecé a venir a Valdecuna».
Una festividad que, año a año, da comienzo al otoño y que aúna las mejores tradiciones asturianas. Se celebra en un prau que se llena de vecinos que suben caminando con sus cestas llenas de viandas caseras que comparten entre ellos al tiempo que se escancia la mejor sidra que aún queda en las casas. Además, no falta la gaita, el tambor y les panderetes que, con su sonido, hacen danzar a los romeros durante toda la tarde.
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Los martirinos
La jornada dominical finaliza en la carpa de Insierto con las actuaciones de Caramelo Show y la orquesta Tattoo, que se van alternando para que no se pare de bailar. Así, a medianoche le cedieron el turno a DJ Masid.
Este domingo es el día de 'Los Martirinos'. Los más pequeños de la casa, desde las 17.30 horas de la tarde, tendrán juegos infantiles en compañía de CIA Vuelta y Media. Después, a las 19 horas, comenzará un festival de canción asturiana para toda la familia. Por la noche, a las 22.30, será la hora de la última verbena de los festejos con el Dúo Sensación y el Dúo Reflejos. La música dejará paso, como es habitual de madrugada, al concurso comarcal de Tiru Cuerda en las modalidades masculina y femenina. Como premio, se otorgará un cordero y un pitu de caleya.
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Si algo queda claro en esta jornada es que la devoción por los Mártires de Valdecuna y por la folixa no tienen fronteras. Así, terminando la madrugada, cada año se abandona la carpa de Insierto con la promesa de volver al año siguiente a reencontrarse con vecinos y amigos, con el permiso de los Santos de Valdecuna. Será en 2026 el año en el que se cumplirán 30 años de un acontecimiento que sigue sorprendiendo: el robo de las dos tallas. Fue el 14 de agosto de 1996, cuando aparecieron enterradas en una escombrera en El Padrún.
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