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Antonio Valdés, en el puente antiguo de la ciudad de Wurzburgo.
Asturianos en la diáspora

«En España no faltan mentes brillantes, falta el dinero»

El avilesino Antonio Valdés vive en Alemania desde hace cinco años, donde investiga sobre el genoma

M. F. A.

GIJÓN

Sábado, 26 de julio 2025, 22:24

Antonio Valdés Gutiérrez (Avilés, 39 años) es biólogo formado en la Universidad de Oviedo. Siempre tuvo lo claro que eso era su suyo, pronto le picó el gusanillo de la investigación y tras el máster en Asturias se fue a un centro de investigación de cáncer en Barcelona y de allí, en la misma ciudad, se centró en la investigación básica. Se doctoró en el Instituto de Biología Molecular de Barcelona, se fue a Oxford primero y a Heidelberg, al EMBL, a continuación. Ahora su vida está en Wurzburgo «Trabajo en organización del genoma, en qué maquinaria se dedica a empaquetar y organizar el ADN, que es un espaguetti larguísimo que tiene que estar dentro de una célula, pero para que no esté como un ovillo, hay maquinaria molecular, nanomaquinas, que lo empaquetan o desempaquetan en función de en qué momento se necesite para que no sea una maraña», revela. Es, dicho de otra forma, conocer cómo el ADN es accesible. «Lo que hice en Oxford y ahora en Alemania es estudiar nanomáquinas o nanorobots que tenemos nosotros, porque dentro del cuerpo todo funciona a nivel nano».

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Sostiene Toni que Alemania es un buen sitio para dedicarse a la investigación. «En España nos infravaloramos un poco, pero allí no faltan mentes brillantes, falta el dinero, y cuando comparas la ciencia con la de otros países, en ellos hay más patentes, más artículos publicados porque hay más financiación y más recursos, pero no más talento», señala. Asegura que la formación en España es buena y está bien valorada fuera. «En genialidad y creatividad estamos al mismo nivel», concluye quien lamenta que esa inversión en formación acabe por ser aprovechada en otras geografías. «Mucha gente se va para desarrollar una idea porque en España no hay recursos, porque quien estudia ciencia busca probar sus ideas», afirma.

Hay un alma creativa en la investigación, hay que tener imaginación y abstraerse para dedicarse a este oficio. «Cuantas más experiencias tienes a nivel personal, mejor imaginas la ciencia, se necesita ser creativo para ser científico y tener muchos inputs».

El plano social y vital es otra cosa bien diferente en Alemania. Vive en el sur y la añoranza del mar es una constante en alguien que llegó a la biología a través de ese inmenso azul. «Ahora que estoy lejos de la fuente de inspiración lo echo en falta, como a la familia y las amistades», afirma Toni.

Narra el investigador avilesino que la perspectiva que él tenía sobre la sociedad alemana, que era la que solemos tener los españoles, no se ajusta a la realidad. «Siempre hay esos tópicos de que en España nos gusta mucho salir a las terrazas e ir a tomar algo después de trabajar y pensamos que otros sitios no, y nada más lejos de la realidad, aquí la gente sale de terraceo en cuanto hace bueno», explica. Cierto es que la suya es una ciudad universitaria y eso la hace singular, pero su conclusión es clara: «La gente es muy cercana y muy sociable».

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Tiene pareja alemana y eso contribuye siempre a la integración en Baviera. «Tengo bastante relación con la zona rural y esa cultura es súper cercana, muy de fiesta y te acogen muy bien», afirma. Siempre se ha sentido bienvenido Toni, que es simpaticón y es esa una virtud que siempre ayuda. «No es como si estuviera en Asturias, pero yo diría que la cultura rural asturiana no está tan lejos de la de aquí». Dicho lo dicho, no hay plan de vuelta por mucho que allí no haya ni Celsius, ni Intercéltico, ni San Agustín. «El plan inicial era volver, pero después de encontrar pareja, sentirme tan bien y tener proyectos que desarrollar, pues sí, me quedo».

Ahora hay vuelo directo a Fráncfort y en dos horas y poco se planta en Asturias, así que no se siente tan lejos tampoco en lo geográfico quien subraya que la experiencia de vivir fuera aporta un sinfín de saberes irrenunciables: «Aprendes a valorar lo que tienes en casa y a empatizar porque te permite interactuar con gente con vidas muy distintas».

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Asturias se mira con ojos románticos y un cierto enamoramiento: «Yo ahora solo veo las cosas buenas y me siento con la necesidad de ser embajador de Asturias».

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