Los octogenarios muertos presentaban «múltiples heridas por arma blanca»

Eran cerca de las once y media de la mañana de ayer cuando se descubrían los cadáveres. La nuera de un matrimonio de octogenarios de Lada había acudido al piso de su cuñada, en la calle Rafael Belderraín número 12 de La Felguera -al que la pareja se había trasladado hace unos dos meses- y se los encontró, ya sin vida, sobre la cama de su dormitorio. Presentaban «múltiples heridas por arma blanca», según confirmaron fuentes policiales. Sobre la mesilla de noche más próxima al varón, reposaban los dos cuchillos utilizados supuestamente por el anciano para acabar con la vida su mujer y, después, suicidarse. Ahora, se está a la espera de los resultados del informe forense y de la autopsia.

No consta que ella le hubiera denunciado anteriormente por malos tratos. La mujer estaba aquejada de una grave enfermedad que «reducía su movilidad y le hacía pasar muchos dolores», según comentó un conocido a la puerta del inmueble. Por eso apenas salía de casa sino era para acudir al médico. «Él era una persona muy tranquila, muy amable, un fenómeno», le retrataba ayer un amigo en declaraciones a Efe.

El terrible suceso sorprendió tanto a familiares como a vecinos de la pareja, que no esperaban tan trágico desenlace. Todos coincidían en afirmar que se trataba de un matrimonio bien avenido, «siempre juntos. Pendientes el uno del otro y desviviéndose por sus hijos y nietos» apuntaban.

Aproximadamente una hora después de que se descubrieran los cadávares llegaron al domicilio la hija, que estaba trabajando en Gijón, y el nieto, procedente de Oviedo, donde cursa su primer año de carrera.

«Un acto de amor»

Sus conocidos descartan que se trate de un caso de violencia de género y defienden que «fue un acto de amor poco meditado». Hace aproximadamente dos meses el matrimonio había abandonado su domicilio, en Lada, y se había ido a vivir con su hija debido a la grave enfermedad que iba consumiendo a la mujer. Aunque el marido estaba bien de salud -«salía a caminar muchos días y hasta hace poco andaba en bicicleta», explicaban algunos vecinos-, llevaba como una losa la enfermedad de su mujer. Ambos habían manifestado en alguna ocasión su pesar por «dar tanto trabajo a sus hijos» y sentían que eran «una carga para ellos», a pesar de que éstos «nunca se quejaron por atenderlos, todo lo contrario». Sus conocidos consideran que este hecho pudo ser el desencadenante del terrible suceso que hizo que ambos apareciesen muertos ayer en su dormitorio.