Los alcaldes de la comarca de Avilés llaman a la responsabilidad ante la desesperación de la hostelería

«Es vergonzoso que sean las siete y media de la tarde y no se haya publicado aún el BOPA. Estamos dando por sentado que solo se podrá servir en las terrazas y yo ya tengo acondicionado el bar para eso. Están jugando con la gente». La protesta es de Carlos García, de El Cafetón y una de las caras visibles de la plataforma SOS Hostelería, pero podría ser la de cualquier hostelero, propietario de gimnasio, centro de Pilates o trabajador de centro comercial, que aún tuvieron que esperar hasta las diez y media de la noche para conocer el alcance de las restricciones. Estaban señalados por el presidente del Principado, pero había que esperar y comprobar qué era lo que finalmente salía recogido en el Boletín Oficial del Principado. Otros, en cambio, como el restaurante La Dársena de Fernando, la Sidrería Cabruñana, L'Alfarería o la cafetería Azor, ya habían decidido cerrar.

Mientras, los alcaldes de la comarca hacían un llamamiento a la responsabilidad, y tanto Iván Fernández (Corvera) como Mariví Monteserín (Avilés), que en su día pidieron que el cierre perimetral permitiese la libre circulación en la comarca, reconocen ahora que los datos lo desaconsejan.

El desánimo y el agotamiento de los sectores afectados por las nuevas restricciones es ahora casi más palpable que el cabreo. Su capacidad de adaptación tiene un límite que estas nuevas restricciones tensan de nuevo. «Yo vengo de comprar envases de cartón para que los clientes se puedan llevar cafés y pinchos, porque ya me dirás si merece la pena abrir con las dos únicas mesas que tengo en la terraza», lamenta Alberto Mariña, de Caffeto.

Su vecino de calle Alberto Azabal, de La Antigua Taberna Gallega, cree que «los pequeños estamos malviviendo y yo todavía tengo suerte, que tengo algo de terraza. Ahora sí, estamos mal desde el confinamiento inicial porque este es un bar de tapeo y no se pudo trabajar la noche», indica.

La Dársena de Fernando, que también tiene terraza, tenía decidido cerrar. «Si el negocio fuera solo de gestión familiar, todavía lo intentas, pero con empleados y sin saber cuánta mercancía comprar por si te cierran de un día para otro, no», resume Ana Álvarez Lazcano, su propietaria.

Como ellos, pero menos visibles por su número, están los gimnasios y los centros de Pilates. Estos segundos tratan de formar una asociación. Se han reunido ya con las cámaras de Oviedo y Avilés y esperan hacerlo también con el Principado porque «nosotros somos salud, los médicos y fisioterapeutas nos derivan pacientes y nuestro aforo es muy reducido, podemos dar clase con seguridad», defiende Jesús Huertas.