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Berta Piñán, Nuria Varela, Barbón; el alcalde de Nava, Juan Cañal; Delia Losa, Lydia Espina y Graciela Blanco, en la Casa de Cultura naveta, donde se celebró el acto institucional, con miembros de los cuerpos de seguridad, de la Junta y asociaciones de mujeres, entre otros. FOTOS: PABLO NOSTI

Asturias aspira a «erradicar la prostitución y la trata»

Abanderar. El Principado trabaja en una estrategia para liderar la lucha contra un «negocio sórdido que explota a las mujeres»

ELENA RODRÍGUEZ

Sábado, 26 de noviembre 2022, 03:30

El presidente del Principado, Adrián Barbón, anunció ayer que la Dirección General de Igualdad -con Nuria Varela al frente- está trabajando en una estrategia para erradicar la prostitución y la trata de mujeres. Ya ha ido dando pasos, como el programa de sensibilización acerca de los efectos que tienen sobre la violencia sexual en las mujeres, con testimonios de víctimas y de organizaciones que trabajan en su atención. Pero con vistas al próximo año quiere ir más allá y tener lista dicha iniciativa, que recogerá la puesta en marcha de un servicio exclusivo para atender a las mujeres que lo han sufrido.

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«Ojalá Asturias sea la primera comunidad autónoma en erradicarlas. Como otras conquistas en el camino de la igualdad, el Principado va a estar en la vanguardia de España en la lucha contra la prostitución, ese negocio sórdido y próspero, basado en la explotación de las mujeres».

En la Casa de Cultura de Nava -que acogió el acto institucional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres- Barbón ofreció un discurso claro y rotundo sobre la violencia invisible. Aquella que «no quiebra los huesos, no hincha la cara ni araña la piel. Tampoco aprieta el cuello ni perfora el costado, como dirían algunos, pero existe». Existe y «hace daño» y cuesta «aceptar que muchas veces la hemos banalizado».

«La pornografía es, por desgracia, una escuela para la prostitución, una práctica que ha prendido en la juventud masculina»

Hablaba de esa adolescente a la que el novio le impide hablar con otras personas, participar en una red social. O usa una aplicación de localización para vigilarla. «De aquellas cuyas parejas consideran que necesitan que un hombre les diga con qué es decente salir a la calle. Porque a saber, si no, dónde acabarán con esas pintas». O con hombres a su lado que creen que «conviene racionalizarles el dinero que ganan, no vayan a malgastarlo». De «las que son violadas en nombre del amor porque 'no aprendieron bien' que amar sin reparos es entregarse a la subordinación sexual, las lecciones de la pornografía».

Con once años y protección

Y en esta práctica, junto con la de las redes sociales, se quiso parar Barbón. «La crítica a la pornografía no tiene nada de mojigato. Aquí no hay un aliento censor, sino la voluntad de advertir de una narrativa violenta que no puede convertirse en la gran academia sexual del siglo XXI». La pornografía, dijo, es «por desgracia una escuela para la prostitución». Y, lamentablemente, afirmó, también ha prendido entre la juventud masculina. «No hay nada más triste que iniciarse en la vida sexual que a través de la prostitución, con lo que significa de marcaje psicológico para el resto de sus vidas».

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Mientras que Barbón tildaba de «terrorífica» la forma de pensar de los años noventa respecto al trato a las mujeres, la socióloga y profesora titular de la Universidad de Jaén Repullo reconocía «lo mucho que se ha avanzado», pero insistió en lo que «aún queda». Porque cuando ella empezó en 1999 a trabajar sobre la violencia machista en la adolescencia trataba con «chicas de 14 a 17 años. Ahora hay víctimas de once años con órdenes de protección y chavales de entre 14 y 17 años en centros de menores con medidas cautelares».

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