La complejidad de las obras del argayo de Salas retrasa hasta 2023 la autovía A-63 a La Espina

A partir de ahora, se continuará con las labores de estabilización del talud. En primer lugar, con el material coluvial de la ladera en cotas superiores al material deslizado, adaptando la profundidad y extensión de la solución a los datos que se obtengan de los estudios que se van a acometer. Posteriormente, se procederá a la retirada del material deslizado, comenzando los trabajos desde la cota superior del deslizamiento. Conjuntamente, se procederá a la redefinición y estabilización paulatina del desmonte a medida que se vaya retirando el material inestable en la zona afectada.

El director general de Carreteras del Ministerio de Transportes, Javier Herrero, informó ayer de que se estima que habrá que sacar 200.000 metros cúbicos de material a través de caminos laterales, «se trata de un reto importante, se nos viene el invierno encima y no podemos aseverar que estará acabado en 14 meses». El responsable estatal se comprometió ayer durante la inauguración del 'bypass' a solucionar «cuanto antes» la situación, pero no quiso hablar de plazos, pues «hay que primar la seguridad ante cualquier cumplimiento de plazos», con estudios sobre la estabilidad de la zona argayada y todo su entorno, incluso por encima del derrumbe. Con todo ello, la previsión del Estado es que las obras de ejecución de la autovía A-63 de Oviedo a La Espina se retrasen, como mínimo, hasta el verano de 2023.

El Gobierno central invertirá 14,5 millones de euros en las obras necesarias para la estabilización del talud y el desvío provisional. Para este desvío, se ha dispuesto una batería de seis marcos prefabricados de hormigón de dimensiones interiores dos por dos metros, para cruzar el cauce del río Nonaya. A su vez, fue necesario ejecutar un canal de cinco metros de ancho paralelo al desvío para poder trabajar en el cauce, cuyo lecho se ha limpiado en previsión de futuras avenidas.