Tributo a la doctora pucelana que se enamoró de las cuencas y se quedó 31 años
Blimea despide con tristeza y gratitud a la doctora Rosa Cortejoso, que ha tenido que jubilarse tras una larga hospitalización por covid
MARTA VARELA
BLIMEA.
Domingo, 26 de noviembre 2023, 01:52
El cariño de los pueblos a sus profesionales sanitarios es un sentimiento habitual en las comarcas mineras asturianas. Se trata de una señal de respeto ... y de agradecimiento por los servicios prestados.
Publicidad
Ayer se materializó un nuevo capítulo de esta especial relación en la localidad samartiniega de Blimea, donde sus vecinos homenajearon a la doctora, natural de Valladolid, Rosa Cortejoso García, que llegó a esta localidad en 1989 y que ha tenido que aceptar su jubilación ya que como consecuencia de su trabajo se vio gravemente afectada por la pandemia, sufriendo una larga hospitalización. En 2020 enfermó y tuvo que coger la baja, lo hizo con idea de volver. Pero, ayer, con tristeza confirmaba su jubilación junto a los que han sido sus pacientes. Los gestos de aprecio y agradecimiento se hicieron notorios a la llegada de la doctora al centro social de la localidad. Allí, numerosos vecinos la esperaban para recibirla y participar en su homenaje. El reloj se acercaba a la una y media de la tarde y Cortejoso ya llevaba más de una hora en el pueblo, había hecho numerosas visitas por las casas de algunos de sus pacientes. A aquellos que por su avanzada edad, o por enfermedad grave, sabía que no podían asistir al acto de su despedida, como la gran mayoría hubiese querido.
Un sencillo acto que encumbra aún más a una médica de familia con verdadera vocación. «Alguien me dijo que los asturianos son muy nobles y me vine. Siempre he estado encantada aquí, tuve oportunidades de irme pero ni lo valoré. Siempre quise un lugar pequeño para ejercer la medicina de familia, aquí atendí a familias enteres, abuelos, padre y nietos. Esa es mi satisfacción», explicaba la homenajeada muy emocionada
Y así lo ratificaban algunos de sus pacientes. José Manuel González apuntó que «tuvimos un problema de salud importante y fue excepcional, siempre preguntando, llamando por teléfono para interesarse por nuestra evolución». «Es una pena que haya tenido que dejar la actividad, la vamos a echar mucho en falta», decía.
Publicidad
En esta misma línea afectuosa, su paciente Reme Fernández recordaba que «llegó joven y a una cuenca dura y tuvo que encajar entre personas de mucho carácter. Se encontró con mucha gente mayor a la que fue conociendo y entendiendo, porque es muy humana. Lo hizo lo mejor que supo. Ella ejerció lo que es la medicina primaria ideal, y ahora se nos va por enfermedad y teníamos que mostrarle ese cariño que se ha ganado como profesional y como persona».
El cariño que le profesan los blimeínos, ya había quedado patente hace un año, cuando le otorgaron el galardón Pimiento de Oro durante las fiestas gastronómicas de los pimientos rellenos, a principios del mes de diciembre en Blimea. Entonces, todos esperaban que volvería a su puesto de trabajo en el ambulatorio, al encontrarla muy recuperada.
Publicidad
Ayer muchos de sus pacientes, y representantes políticos encabezados por el alcalde, José Ramón Martín Ardines, la despedían con la certeza de que pierden a una excelente doctora, pero que siguen teniendo a una amiga. Ella apuntó que volverá a visitar la localidad.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión