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Montserrat Martínez - Notaria y presidenta de Asturmanager

«Todavía hay déficit de mujeres en puestos de representación»

«Conciliar sin ayuda es imposible y soy consciente de que no todo el mundo ha tenido esa suerte»

Martes, 9 de marzo 2021

Además de superar unas durísimas oposiciones, para llegar a ser notaria solo hay un secreto: «Tener el objetivo muy claro». Y Montserrat Martínez (Boal, ... 1967) es de esas mujeres que van a por las metas que se proponen sin desviarse del camino. Esta hija única (casada con un abogado y madre de dos hijos de 18 y 16 años) nació en el seno de una familia sin notarios ni juristas y de niña sus padres llevaron a Gijón, donde hoy dirige un equipo de once personas, en la ciudad a la que considera su casa. Pero, además, fue presidenta de la Asociación de Amigos de Laboral Centro de Arte hasta 2018, lidera Asturmanager (que agrupa a más de medio centenar de empresarios y profesionales) y fue nombrada recientemente representante del Consistoro gijonés en el Patronato de la Fundación Bancaria Cajastur.

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–Acabamos de conmemorar el 8M, ¿feminista?

–¡Sí, claro!

–¿Ha sufrido algún tipo de discriminación por ser mujer?

–En el ejercicio de la profesión, no, aunque puede que hace tiempo hubiese algún cliente que se extrañase si veía a una mujer notaria, pero son anécdotas, porque hace tiempo que hay muchas compañeras notarias. Y en la vida, afortunadamente, tampoco. Pero todos sabemos que todavía hay muchas mujeres que las sufren.

–¿De dónde saca horas para conciliar?

–Para poder conciliar, hace falta tener ayuda. Eso está claro. Sin ayuda, no se puede. Mi marido siempre me ha apoyado mucho. Y mis padres, también. Pero soy muy consciente de que no todo el mundo tiene la suerte que he tenido yo.

–¿Tampoco se ha dado de bruces contra el techo de cristal?

–El techo de cristal ya se va rompiendo. Cada vez hay más mujeres en puestos de representación, aunque todavía hay un déficit, porque todavía asumimos más actividades, más trabajos... Vamos avanzando, pero es complicado. Incluso en Asturias tenemos una compañera decana: Isabel Valdés-Solís Cecchini.

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–¿De qué más puede dar fe en estos últimos tiempos?

–He aprendido que no se puede dar nada por sentado y que las cosas pueden cambiar mucho. Hay que aprender esa lección y no suponer nunca que vamos a ir a mejor. Ocurren cosas imprevistas que nos dejan K.O.

–¿Cuáles fueron los asuntos que más crecieron en su despacho?

–Hubo muchísimo préstamo personal. Los préstamos ICO aumentaron mucho. Y, tras el confinamiento, hubo un boom inmobiliario. Se firmó mucha compra-venta de viviendas. Y eso duró hasta finales de año. También hubo muchos testamentos. Y, lamentablemente, herencias, al haber muchos fallecimientos.

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–¿Vimos la muerte más de cerca y eso nos puso a arreglar papeles?

–Sí. Porque la declaración de herederos, que es un documento igual de válido que es el que haces cuando no hay testamento, tiene unos plazos. Y es verdad que, en algunos ámbitos, se ralentizó mucho la actividad y todos los certificados de defunción y de últimas voluntades, que la Administración daba con mucha agilidad, se han ralentizado. Curiosamente, ahí hemos retrocedido y la gente ha visto que el testamento tal vez sea más rápido. Y luego, claro, se han puesto a pensar en ello y muchos han pensado que tenían que hacerlo ya.

–¿Ya qué atribuye el boom inmobiliario?

–Yo creo que la gente, después del estado de alarma, salió con ganas de cambio y entonces buscó la casa que realmente quería: casas con finca o chalets unifamiliares, casas con terraza... Todo el que pudo hacer el cambio lo hizo. Y también se vendió a gente que venía de otras comunidades: madrileños, castellanos, extremeños...

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–Lo que cayeron fueron las bodas, ¿y los divorcios?

–Los divorcios notariales son poco frecuentes, pero sí que después del estado de alarma hubo un momento de apurón, de «no puedo más», de «ni juez ni nada»... voy al notario y que me lo resuelva (Risas).

–También son expertos en inmatriculaciones, uno de los temas candentes por las realizadas por la Iglesia...

–Sí, pero en esas no intervenimos nunca, porque bastaba solo con un certificado de la autoridad eclesiástica. Pero las inmatriculaciones de otro tipo se han hecho siempre. Es la primera inscripción de un bien a favor de una persona. Para los ciudadanos, es un procedimiento más largo y con más exigencias que para la Iglesia y otras instituciones.

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–Y, por si no tenía suficiente tarea con el despacho, ahora es también la representante del Ayuntamiento en el Patronato de la Fundación Cajastur, con otro asunto de plena actualidad: su colección artística.

–La colección de arte forma parte de la dotación, del patrimonio de la Fundación, y, por lo tanto, está registrada y sometida a los requisitos de toda la legislación relativa a fundaciones.

–Lo cierto es que ni siquiera existe un inventario de las obras y la Consejería de Cultura busca fórmulas que obliguen a la Fundación a informar sobre ella, una brecha legal. ¿Qué le parece la idea?

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–La Fundación es una entidad privada que tiene un patrimonio. Evidentemente, ese patrimonio está formado por las obras artísticas de las que estamos hablando y que estarán inventariadas en su escritura fundacional. Es verdad que el Principado requirió saber en qué situación estaba y lo que se le dijo por parte de la Fundación fue que iniciara el procedimiento administrativo correspondiente para ello.

–¿Entiende las críticas a la opacidad de la Fundación?

–La Fundación es una entidad privada. Hay que tenerlo en cuenta. Si la Administración tiene interés en entrar en esto, tendrá que hacerlo por los procedimientos adecuados. A lo mejor para la ciudadanía es difícil entenderlo, pero lo que yo creo es que nadie puede pensar que la colección podría estar en peligro. Porque nadie tiene interés en que ese patrimonio desaparezca, en que no sea protegido o en que no se cuide correctamente. Eso es obvio.

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–¿Le duele ver el Revillagigedo cerrado?

–Desde luego, como gijonesa, creo que debería potenciarse más y albergar más actividades.

–¿Y la marcha de la economía?, ¿qué le dicen las empresas de Asturmanager?

–Nadie sabe cómo va a responder la economía. Lo que sí creo es que se van a generar algunos problemas sociales y hay gente que ya lo está pasando muy mal. Son situaciones muy dolorosas y va aumentando el número de parados, hay más personas en riesgo de exclusión... En cuanto a los empresarios, depende de con quién hables. En el colectivo hay de todo. Hay empresas que están cerradas o en una situación difícil, como el sector de la hostelería, el turismo, las empresas que tenían proyectos fuera de España... Y hay sectores que te dicen que les va bien y que ya hay una recuperación. Por ejemplo, transporte, telecomunicaciones, formación a distancia... En todas las crisis pasa eso. También hay sectores en proceso de cambio, a la espera de ver lo que ocurre. Todo es un poco dudoso todavía. Ojalá la recuperación sea tan espectacular como algunos anuncian.

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