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Día de Asturias

La Asturias del nuevo milenio cumple un cuarto de siglo: así hemos cambiado

El Principado entró en el XXI con la peseta en el bolsillo, mineros en el tajo y aislada. Ahora se maneja en euros, vuela en tren y gana residentes

Chelo Tuya

Gijón

Lunes, 8 de septiembre 2025, 07:40

Lara García Álvarez no es la madre de Álex González González. Pero podría. Ella fue la primera asturiana del milenio. Nació en el gijonés Hospital de Cabueñes a las 0.20 horas de un siglo XXI a estrenar. Él tardó un poco más. Veintinco años y pico, ya que vio la luz a las 1.32 horas del 1 de enero de 2025. Y lo hizo en un centro que no existía, al menos en su ubicación actual, cuando Lara echó su primer (y ojalá que único) llanto. El ovetense nació en el nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), que comenzó a construirse en 2005 y se estrenó en 2014, 360 millones después. De euros. Una moneda que no existía cuando Lara nació.

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Entre ella y él, Asturias ha cumplido un cuarto de siglo del nuevo milenio. Uno que inició con la peseta en el bolsillo, los mineros aún en el tajo y aislada por tren y aire. Incluso por tierra, ya que la única autopista de la región, la Y, siguió siendo la única doble vía de Asturias, junto con los 78 kilómetros entre Campomanes y la salida del túnel del Negrón, hasta 2003, cuando se estrenó, a trocitos, la Autovía Minera. Los 35 kilómetros que unen Gijón, Siero, Langreo y Mieres, y viceversa, fueron un verdadero nudo de conexiones en 2012, cuando se estrenó el enlace de Siero con la A-64. Antes, en 2007, la gijonesa avenida de El Llano conectó con la A-8. Todo por 200 millones.

También tuvo que esperar al nuevo milenio la gran arteria costera. La autovía del Cantábrico que creció en el siglo pasado porPaís Vasco y Cantabria, lo hizo a trompicones en Asturias y Galicia en el XXI. Hasta 2008 y 2014 hubo que esperar para circular por doble carril hacia occidente y oriente. Pocas palabras provocan vértigo a los conductores senior como dos: Unquera-Llanes.

Por aire tuvo que esperar hasta 2005 para despegar, cuando a un aeropuerto completamente reformado, con fingers y sistema para aterrizar sin visibilidad, llegaron los novedosos vuelos 'low-cost'. Las tarifas a bajo precio que ofrecía, en aquel momento, la británica Easyjet y que llevó a la terminal a superar los 1,5 millones de viajeros. Luego se iría. Y con ella todos los vuelos internacionales, hasta que los contratos de promoción turística hicieron el milagro de las rutas y los pasajes para dejar al aeropuerto a nada de los 2 millones de viajeros.

Pero si las carreteras y los vuelos se hicieron esperar, la variante de Pajares se alzó líder en el triste podio de proyectos pendientes que ahora ocupan los accesos a El Musel. El 29 de noviembre de 2023 está fijada en rojo en el calendario ferroviario asturiano. Se abrió la variante y los trenes volaron por Pajares.

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Por donde nadie vuela ni circula ni navega es por la autovía del mar. Lo hizo el ferry entre Gijón y Sain Nazaire entre 2010 y 2014, pero tras fracasar, no hubo más línea. Y eso que desde enero de 2011 el puerto gijonés, El Musel, estrenó la ampliación que comenzó en 2005. Lo que iban a ser cuatro años de obras se prolongaron hasta 2011. Y lo que iban a ser 439 millones se convirtieron en 707,7.

Muchos millones, muchos más, se necesitaron para que la mina dejara de ser, junto a la siderurgia, el motor económico de la región. Si entró el milenio con mineros en el tajo, en 2018 ya no quedaba ninguno. O no debería, salvo para proyectos de transición ecológica, aunque la teoría saltó por los aires el 31 de marzo pasado, cuando el grisú volvió a matar a cinco mineros. En Degaña. En una mina en la que solo se podía buscar una salida al carbón, no picarlo como antaño.

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Nueve años antes que el fin de la minería, en 2009, cerró Naval Gijón. Atrás quedaron los años de bonanza con barcos saliendo del astillero, y los de caída, con movilizaciones tan duras como las mineras, que tuvieron como emblemas un camión colgando de una grúa del astillero, aislando al Oeste de Gijón del centro, así como una pancarta que hoy sería viral, pero que en aquella Asturias sin redes sociales quedó marcada a fuego: «Mejuto, zoquete; tenemos tu tolete».

Sin minas, sin barcos, salvo los que siguen saliendo de Armón y Gondán, la amenaza de bajar del millón de habitantes y parecía certera, pero en este veinticinco cumpleaños la Asturias del futuro pelea por tenerlo. Y las cifras se ponen de su parte.

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En primer lugar, se hizo con todas las competencias autonómicas. Puede parecer fake, pero el titular es real: En 2001 pedía Asturias colaboración al Insalud ¡para prohibir fumar en los centros de salud! Hoy el tabaco está vetado hasta en las terrazas.

Aunque poco, en el Paraíso Natural, eslogan nacido antes del nuevo milenio, siguen viviendo más de un millón de habitantes, gracias a la llegada de más de 70.000 extranjeros. En un censo que, como hace veinticinco años, hay más mujeres que hombres y que peina canas, con casi tantos nonagenarios, 22.264, como menores de 4 años, 25.128, lo cierto es que el desempleo es hoy menor que hace 25 años. Están en el paro 41.200 asturianos frente a los 53.600 de 2001. Y trabajan 439.209 personas. ¿Hace 25 años? 376.323. Eso sí, el sector que absorbe a la mayoría es el de servicios. La construcción se redujo a la mitad. El campo y la mar, a una cuarta parte.

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Unos empleados que se llevan a casa una nómina media anual más alta que la de 2001, por encima de los 27.000 euros, pero que suena (y es) muy inferior a los 2,5 millones de pesetas que ingresaban en 2001.

Una boda y muchos funerales

Pocos, por no decir ninguno, dirían hace 25 años que una ovetense sería reina de España. Pero en noviembre de 2023, para disgusto de recalcitrantes como Jaime Peñafiel, el entonces Príncipe de Asturias se plantó ante los medios de comunicación para decir que se casaría con la, también entonces, periodista Letizia Ortiz que no tendrá azul en la sangre pero sí en su corazón ovetense.

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Su boda, en mayo de 2004, llegó como trampantojo a un país herido. Mucho. Hasta 193 veces, tantas como muertos hubo en el peor atentado yihadista en Europa, el que el 11 de marzo de aquel año hizo estallar varios trenes en Madrid. Todos con una dinamita dolorosamente relacionada con Asturias. De mina Conchita, en Belmonte de Miranda, la sacó el minero avilesino José Emilio Suárez Trashorras. El mismo que está en la cárcel con una condena que suma más milenios de los que tiene el calendario occidental.

Un atentado que Asturias repudió de forma tan unánime como profunda fue la sima de la memoria en la que enterró cualquier vinculación con el avilesino que nunca debió ser sinónimo de asturiano o minero.

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Una Asturias que también dijo adiós en este primer cuarto de siglo del milenio a cuatro de sus presidentes. En 2012 al que fuera primer presidente del Principado desde 1982 hasta las elecciones autonómicas de 1983, el socialista Rafael Fernández. Un año después, a Sergio Marqués, quien llegó al cargo con el PP en 1995 y salió de él con el partido de su creación, Unión Renovadora Asturiana (Uras) en 1999.

La más abrupta, por lo inesperada, de las despedidas fue la de Vicente Álvarez Areces. El socialista, alcalde de Gijón por excelencia (fue regidor desde 1987 a 1999) presidió el Principado entre 1999 y 2011. Ocupaba el cargo de senador cuando, repentinamente, falleció en 2019.

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No por conocida su enfermedad fue menos dolorosa la pérdida de Antonio Trevín. En julio pasado Llanes se volcó en el adiós a 'su' alcalde, que fue también presidente del Principado y delegado del Gobierno en la región.

En estos 25 años, Asturias también ha visto subir a Primera al Oviedo, este año, y subir y bajar de los infiernos al Sporting dos veces. Y arrasar con todos los laureles posibles a las chicas del Telecable Hockey. De La Calzada al cielo. Y al mejor olimpíco de la historia: Saúl Craviotto.

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Y, como el resto de la humanidad, también vio como el mundo se paraba en 2020. Un virus que solo se ve tras el microscopio mató a más de 7 millones de personas, casi 4.000 residentes en Asturias. Y vio la multiplicación de los teléfonos móviles, el nacimiento de las redes sociales y, claro, del reggeton. La Asturias que empezó el milenio cantando el 'me gustan los aviones, me gustas tú' de Manu Chao, que vibró hasta dos veces con Springsteen en Gijón, baila este verano al ritmo de Bad Bunny. Y, como él, cree la Asturias del futuro que, de este cuarto de siglo 'debí tirar más fotos'.

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