«Es doloroso perder a un padre cuando se podría haber evitado, hay que hacer algo»

Con entereza empieza a hablar Virgilio García Orgeira sobre el operativo de rescate de su padre, el trabajador del servicio regional de Carreteras, que duró treinta días en el puerto de San Isidro. «Han sido jornadas muy duras, por la ansiedad de querer encontrarlo, por saber que la zona era muy complicada y que había medios de rescate pero con limitaciones; nadie estaba preparado para una situación de este tipo. La naturaleza se puso caprichosa; la agonía venía porque se intentaban cosas y que no salieran».

Virgilio García García, de 61 años, fue arrastrado por un gran alud cuando estaba trabajando con su quitanieves en la carretera AS-253. Fue encontrado en la mañana del pasado sábado. El cuerpo de su compañero, César Fernández, fue hallado en la noche de Año Nuevo, el día de la tragedia. Ayer, a la sala número diez del tanatorio Los Arenales de Oviedo acudieron otros miembros de ese servicio, que acompañaron en su dolor a la familia. «Contamos con toda la fuerza estas personas que, desde el primer momento, metieron toda la maquinaria que hizo falta, en coordinación con Bomberos y la Guardia Civil, y levantaron la carretera; incluso acudieron a palear», decía.

El velatorio estuvo marcado por las restricciones sanitarias. Pero no faltaron las muestras de cariño en forma de grandes ramos de flores que acompañaban al féretro. «Todo lo que hicieron los compañeros de mi padre ayudó al resultado final».

García Orgeira admitió que no tenía palabras de agradecimiento para todos los efectivos que participaron en la búsqueda. «Se van a quedar cortas», aseguraba. «Hay también muchas personas que no han sido visibles y que colaboraron mucho; los medios que se han dispuesto, como drones o radares u otras máquinas que se alquilaron, amigos míos o conocidos o compañeros de mi padre han colaborado en pagarlo de su propio bolsillo; por eso, cualquier agradecimiento se va a quedar pequeño». En este momento, se emociona y tiene que tomar un respiro para poder continuar: «La gente se volcó al cien por cien, incluso a la hora de traer una botella de agua».

No quiso obviar el estado de la carretera y de que hacía muchos años que se alertaba del riesgo de aludes y de la falta de medidas protectoras. «No tengo duda de que muchas veces se conocen los riesgos y de que la gestión y los proyectos llevan más tiempo de lo que pensamos; todo eso lo entiendo. Comprendo también que la situación es peligrosa, de que se trabaja en zonas de riesgo y que mi padre era conocedor, en parte de ello. No me gustaría pensar en que no se hizo por un capricho. No se hace porque no hay presupuesto y hay que priorizar para otras cuestiones, como sanidad. Pero perder a un padre por algo que se podría haber evitado es doloroso».

También se refirió al futuro de esta calzada, muy usada por vecinos, trabajadores de las estaciones de esquí y usuarios de estas últimas. «Espero que se haga algo, por desgracia es tarde, porque ha costado vidas humanas. Espero que haya más seguridad en esta calzada. La gente del Principado se ha volcado desde el minuto uno, y se ha admitido que faltan recursos en los trabajadores de Carreteras. Se han mostrado dispuestos a ayudar. Y puedo decir que he podido participar en el rescate de mi padre». Y ahí, esa entereza inicial se diluyó, ya no pudo seguir más. La emoción le embargó.

El funeral se celebra hoy a las 13 horas iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán