La parada que nadie perdona en la Feria
Gastronomía. Bocatas, menús, comidas a la carta, helados o refrescos... Un buen día resulta imposible sin repostar
A las dos y media de la tarde, la mayoría de los pabellones de la Feria de Muestras cierran sus puertas hasta las cuatro y media. Es el momento en el que a los visitantes que han apurado hasta el último segundo para ver los distintos expositores se hacen la famosa pregunta. Tras el maratón matinal, el cuerpo pide gasolina y alguien dice: «¿Qué comemos hoy?». Una interrogante que revolotea por todo el recinto a la vera del Piles. La respuesta es compleja, pues la oferta gastronómica es amplia. Desde el bocata para salir del paso hasta los menús del día o la amplia carta de algunos restaurantes.
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Aunque si hay algo que triunfaba ayer, con los termómetros marcando 32 grados a la sombra, eran los helados y granizados. Los helados de Diego Verdú, por ejemplo, eran una exitosa opción para refrescarse. Con sus sabores más tradicionales: turrón, chocolate, fresa y vainilla en cono o en tarrina; o con una versión de helado de polo con turrón y chocolate y otro, tipo sándwich, con galleta.
De sándwich de postre a sándwich de comida, Costa Verde lleva 39 años en la Feria. Y además de las nuevas generaciones, sigue teniendo «clientes fieles» a lo largo de las casi cuatro décadas que llevan de asistencia a la Fidma, señala la gerente Lorena Rodríguez. Para completar su producto estrella, tienen bocadillos de lomo o pollo, entre otros. Pero, ¿por qué sándwich? El motivo es que sus ancestros tenían una fábrica de queso en Viesques y fue su abuelo, Gil Rodríguez, quien comenzó a vender este producto que sigue manteniendo «la misma calidad».
En El Chilu el olor de su famoso chorizo blanco conocido como 'chilo' desprende un aroma que invita a sentarse en su terraza. Desde el año pasado han incluido una nueva variedad que es el conocido como 'chilopapas'. «Muchos clientes nos demandaban el producto en ración y decidimos incluirlo con patatas. Funciona muy bien. Este año sobremanera». El precio del bocadillo de 'chilo' son seis euros, igual que el de los famosos calamares que también venden. De su carta también funciona muy bien la hamburguesa. «Cada cliente la puede crear a su gusto con diferentes ingredientes y eso triunfa».
«El pulpo es el líder»
A veces, algunos visitantes quieren escapar del bullicio de las calles del ferial. Y un buen escondite es El Mirador de la Feria. Su ubicación en altura en el Palacio de Congresos ofrece una terraza con vistas o un salón interior. No hay carta ni bocadillos, pero sí un menú del día que ofrece un primer y un segundo plato, en el que se da a elegir entre una carne o un pescado. Además, incluye agua, vino y casera y postre. Todo por 15 euros. «La gente agradece un plato caliente, porque si vienes varias veces a comer siempre bocadillo termina haciéndose cansado», explican las socias del restaurante Cristina Fernández y María Eugenia Alejo. «Es todo comida casera», apuntan. Entre sus platos típicos puede haber lentejas, garbanzos o carne guisada con patatas. Cada día el menú cambia.
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Quien busque más variedad, el restaurante Coco ofrece cuarenta platos, aunque destacan tres favoritos: la paella, con un precio de 10 euros la ración, el cordero al horno, a 23, y el rabo de toro, a 22. Su carta abarca casi doce primeros, parrilladas de carne y dentro de los pescados van desde la ventresca hasta la merluza en salsa verde.
Atendiendo al dicho 'Gallegos y Asturianos, primos hermanos', no podían faltar los vecinos. Desde Lugo, el restaurante Pulpalia lleva acudiendo a la Feria desde 1998. Pulpo, churrasco, lacón, cachelos... «Traemos nuestros productos gallegos, pero el pulpo es el líder indiscutible», indica el trabajador Yassin Lachmi.
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Raw Coco es una de las opciones más centradas en la comida sana. Instalada por segundo año en el recinto, ofrece ensaladas, burritos y hamburguesas, entre otros productos. «Traemos una versión más 'street food' pero sin perder la calidad», señala su fundadora Aida Vallina. «Hemos incluido ensaladas y es algo de lo más demandado. Al final, comer bien en una Feria con tanto bocadillo y tapas a veces es difícil. Por eso está triunfando, sobre todo, entre los trabajadores», justifica.
Gofres salados
Pero si lo que se busca es lo más innovador, la Gufrería es una opción. Este año han remodelado su local dejando a la vista su obrador para que la clientela pueda ver a simple vista cómo hacen la masa original y casera de los gofres. Entre sus opciones, en esta edición han incluido gofres salados en colaboración con El Borne. Los hay con guiso tradicional de carrilleras, cochinita pibil o mousse de queso mascarpone con tomate deshidratado y nueces. Las tres opciones cuestan 8 euros. También conservan su versión más dulce con chocolate, nutella, dulce de leche o miel. Y asentado en pleno epicentro está el Pico Fino, con su tono amarillo de reclamo, sus vermús y buenos bocados. ¿Quién da más?
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