Fumadores y hosteleros, en pie de guerra contra el veto al tabaco en las terrazas: «Nos mata, es un recorte a las libertades»
La prohibición del consumo a menores de 18 años recibe aplausos pero el fin del humo en las terrazas desata una tormenta de críticas
Es la comidilla en los bares de Asturias, el tema favorito de conversación, suscitando más palabras gruesas que amables. El Consejo de Ministros aprobó ... el martes una propuesta de ley antitabaco que ahora pasará por el debate parlamentario. El anteproyecto amplía la prohibición de fumar a las terrazas, alrededores de colegios y campus universitarios, paradas de autobús. También veta el tabaco a los menores de edad, bajo amenaza de multa a sus padres y extiende todas estas restricciones a los vapeadores y cigarrillos electrónicos bajo el argumento de que «aunque no siempre contienen tabaco ni nicotina, están vinculados al acto de fumar o inhalar».
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«Es un despropósito, no va contra el tabaco sino contra los hosteleros», manifestó José Luis Álvarez Almeida, el asturiano que preside Hostelería de España. «En nuestras terrazas hay una convivencia pacífica y vemos cómo quienes fuman se preocupan de no molestar al que no quiere fumar», agregó. «En Europa solo hay un país que prohibe fumar en las terrazas, Suecia, y, ¿vamos a ser nosotros el segundo, cuando tenemos más terrazas y sillas que nadie?», se preguntó.
La patronal de la hostelería asturiana, Otea, también censuró una medida que ve «desproporcionada, innecesaria e ineficaz, y que tendrá graves consecuencias para un sector que ya se ha adaptado en dos ocasiones a restricciones en el uso del tabaco».
En los locales, costaba encontrar matices. «Como hostelero a mí me matan; aquí la gente viene a fumar a la terraza», señalaba Fernando Arduengo, que regenta una sidrería en la avenida de la Costa de Gijón. «El humo de un pitillo en la terraza no molesta, aquí al lado pasan cien coches cada vez que molestan más. Menuda libertad es esta», bramaba.
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«Toda la vida se fumó en las terrazas y creo que con educación todo se va solucionando, no hace falta imponer cada vez más prohibiciones», abunda Borja Hernández, apurando su pitillo. Cuenta que durante años llevó un local y que aquello de prohibir fumar en el interior no era mal planteamiento, «lo que pasa es que primero dijeron que si tu local era grande podías gastar dinero en crear una zona acristalada de fumadores y luego también la prohibieron, con lo que la gente perdió dinero». Lo de ahora, en cambio, lo entiende como «un radicalismo».
«En pandemia ya nos hicieron levantarnos de las terrazas, unos metros para fumar, y era bastante ridículo», opina en la mesa de al lado Joaquín Embil, crítico pero que asume que «lo mejor era que dejáramos de fumar. Yo voy a intentarlo otra vez a ver si de esta...».
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«Yo no fumo pero esto me parece mal. Fumar en terraza no molesta a nadie, esto es un recorte de libertades, otro más», valora Manuel Llaneza, apurando el café y con ganas de aportar una versión más matizada. «Con el tabaco cada uno es libre de hacer lo que crea conveniente. Aquí tenemos la sidra, que contiene alcohol y bien que se la promociona», compara. Llaneza no se atreve a valorar las medidas contra el vapeo («no lo he probado ni sé lo que perjudica») pero sí que respalda que el anteproyecto incluya el veto al consumo de tabaco hasta los 18 años: «Hay que proteger a los menores».
En el mundo del vapeo el texto confirma los temores con los que se esperaba. «Equipararnos con el tabaco es una aberración, no tenemos nada que ver», afirma Sandra Álvarez. Vende líquidos y aparatos y cuenta que ella fumaba dos cajetillas al día, había probado «de todo para dejar de fumar» y que cuando se pasó al vapeo «logré una calidad de vida muy distinta. No toso por la mañana y puedo andar 15 kilómetros sin asfixiarme».
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Aplauso médico al nuevo límite al tabaco: «En la pandemia asumimos que se fumara fuera de las terrazas y no pasó nada»
José Manuel Iglesias dirige la Unidad de Tabaquismo del área sanitaria IV (Oviedo y zona centro) y lo tiene claro: «Esta ley es un paso adelante que logrará que probablemente menos personas empiecen a fumar». Según recuerda la evidencia científica indica que en el humo del tabaco hay 5.300 sustancias identificadas «de las que más de 200 son tóxicas; una persona que vive con un fumador de 20 cigarrillos diarios tiene los mismos riesgos para la salud de alguien que fuma entre cinco y diez cigarros». La ley lo que hace es «ampliar los espacios sin humo, alejarlos de la población vulnerable, de los niños y quienes padecen enfermedades respiratorias», algo que cree capital. «Todos los hijos de padres fumadores tienen nicotina en su cuerpo, hay estudios que encontraron cantidades importantes en su pelo».
Ante las críticas de hosteleros y consumidores responde el coordinador del grupo de tabaco de la Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria (SAMFyC) que «en la pandemia asumimos todos que el fumador tenía que alejarse de las terrazas y no pasó nada, no perdieron clientes. Nos acostumbramos a esa situación y volver a permitir fumar fue un paso atrás».
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