Las ganaderías asturianas son las menos productivas de España
Las 1.231 granjas que aún entregan leche producen una media de 411.000 litros anuales, menos que las granjas de Valencia o Aragón en sólo un mes
Que un sistema productivo se tiene que adaptar a sus circunstancias es evidente, pero también lo es que no tiene futuro si no se adecúa ... a los requerimientos del mercado. En Asturias, la ganadería de leche ha sido una actividad tradicional, al punto de que no hace tanto, a finales del pasado siglo, había más ganaderos de leche sólo en el Principado que actualmente en todo el país, que ha bajado ya de la barrera de los 10.000 profesionales (9.756 en mayo pasado, última cifra oficial disponible). Desde inicios de siglo, la caída de explotaciones en Asturias ha sido permanente, sin que la bajada de la producción se haya acompasado. Es decir, las ganaderías que iban sobreviviendo eran las que apostaban por la modernización y el crecimiento de las explotaciones. Y entre todas, mantienen aproximadamente el nivel de producción.
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¿Pero lo han hecho de forma suficiente, adaptándose al mercado? Por de pronto, la evolución obligada por la jubilación sin relevo de titulares de explotaciones sigue bajando el número de ganaderías en la región, a un ritmo aproximado de una menos cada cinco días. Hoy, las ganaderías asturianas son 1.231 para una producción total anual de 523.944 toneladas de leche durante el último año lácteo (a efectos administrativos, éste se mide del 1 de abril al 31 de marzo). Esto aporta una producción media anual por ganadería de algo más de 411 toneladas de leche, teniendo en cuenta que el año lácteo comenzó con 1.308 explotaciones en la región y se cerró con apenas 1.231. Y bajando. Lo cual no es necesariamente malo, si al menos se mantiene el nivel de producción total de la región.
Pero la concentración de la producción no se ha producido de la misma forma que en otras regiones. Un ejemplo es La Rioja, que en lo que va de siglo ha pasado de 250 ganaderías a sólo 7. Pero si en abril pasado (último mes con datos oficiales) la ganadería media asturiana produjo 36,5 toneladas, cada una de las siete riojanas puso en el mercado 318,6 toneladas. Casi nueve veces más.
Asturias tiene las ganaderías con menos vacas de media
Se puede defender desde las Administraciones públicas, y se ha hecho, que el modelo de explotación familiar tradicional de Asturias es una seña de identidad a conservar. Se puede defender también que esa especificidad merece ser protegida con ayudas públicas, por los servicios llamados ahora 'ecosistémicos' (el mantenimiento del entorno natural gracias a la actividad ganadera o agraria). Pero cuesta más entender la razón por la que las ganaderías asturianas, siendo las que menor productividad tienen de todo el país: las 36,5 toneladas mensuales por ganadería en Asturias sólo están cerca de las 40 de las cántabras o de las 41 de las baleares, preocupantemente lejos de las 47 de una ganadería teóricamente tan similar a la asturiana como la gallega o las 60 de la vasca, y abismalmente por debajo de las 379 toneladas de media de las 18 ganaderías murcianas; las 426 de las 36 aragonesas, o las impactantes 475 toneladas mensuales de media de las siete ganaderías que existen en la Comunidad Valenciana.
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Las economías de escala importan aquí, en un producto de precio muy aquilatado y con un margen de beneficio muy corto. El tamaño importa porque los costes básicos de cada ganadería son similares, mientras que las producciones son muy diferentes.
Asturias es, con unas 50 vacas (en realidad, técnicamente son UGM, unidades de ganado mayor, pero equivalen a vacas de más de dos años, en tanto que las menores de esa edad cuentan como 0,6 UGM), la región con ganaderías medias más pequeñas, mientras que regiones como Castilla-La Mancha, Navarra o Cataluña pasan bien de las 200 y Aragón, Valencia y Murcia se sitúan por encima de las 400 vacas por ganadería de media. Para entender bien esto hay que anotar, por ejemplo, que Valencia multiplica por ocho el número de vacas por explotación de Asturias, pero su productividad por explotación no se multiplica por ocho, sino por más de trece. O Aragón, que también multiplica por ocho el tamaño medio en cabezas, lo hace por doce en producción.
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Intensividad frente a extensividad
Vivir al límite implica que cuando las circunstancias pegan un acelerón, uno se queda en fuera de juego. Fue lo que ocurrió al principio de la pandemia, con la crisis de materiales, y con la guerra de Ucrania, por la crisis de cereales. Los costes de las ganaderías en maquinaria y sobre todo en alimentación para el ganado (sobre todo, piensos compuestos) se dispararon. Aquí ha tenido ventaja la ganadería que, por tener base territorial suficiente, no depende tanto de los piensos comprados. Una tendencia hacia la autosuficiencia se ha ido dejando ver en Asturias, donde han proliferado las plantaciones de maíz forrajero y raigrás, para ensilar, pero aún no de forma generalizada. De nuevo, el tamaño de la explotación importa, en tanto en cuanto disponga de terrenos para cultivar en rotación.
Y aquí Asturias tiene un 'debe' que no sólo depende de los ganaderos, sino también de las Administraciones. Hace falta clarificar propiedades, poner a disposición de los ganaderos terreno suficiente –hay concentraciones parcelarias en marcha, pero los profesionales del sector se quejan de su lentitud en un ámbito especialmente envejecido, lo que no invita a invertir-, y también completar la caracterización agronómica de los terrenos utilizables para ganadería y agricultura en Asturias.
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Un mercado que tuvo un récord pero que está a la baja
Durante 2023, los precios en origen de la leche llegaron a situarse por encima de los 62 céntimos por litro. Ahora, la media nacional se encuentra de nuevo por debajo de los 50 céntimos (en Asturias siempre es algo más alta), y la tendencia en España y en Europa es hacia la baja de esos precios, mientras los costes no se aquilatan. Ello lleva al sector de nuevo hacia un cuello de botella que sindicatos como UPA han denunciado esta semana, añadiendo que la gran distribución está utilizando bajadas del precio de venta de la leche como reclamo para la clientela, pero vendiendo «por debajo de los costes efectivos del litro de leche puesto en tienda, que son la suma de los costes del ganadero, los de la industria y los de la distribución, incumpliendo así la Ley de Cadena Alimentaria». La eterna queja de los ganaderos es la de que el consumidor medio está menos dispuesto a pagar un precio por un litro de leche que por buena parte de las aguas minerales del mercado.
La optimización y la genética, claves para seguir adelante
Así las cosas, y con la parte mollar de la comercialización de la leche para consumo y de sus derivados en manos de operadores que priorizan el precio sobre la calidad, al sector ganadero no le queda otra que optimizar costes. En Asturias, algunas de las ganaderías más avanzadas no sólo obtienen rentabilidad de la venta de leche, sino también de venta de genética. Las mejores vacas lecheras y sobre todo los sementales con descendencia más productiva dan pie a un negocio lucrativo, que, además, mejora la productividad de la granja que adquiere esa genética. Y quitarse ideas prefijadas. Asturias produce leche de buena calidad, pero tiene un margen de mejora importante. Y Andalucía nos ha tomado la delantera.
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Las explotaciones con titulares más jóvenes tienen mayores rentas
La edad media de los ganaderos de leche españoles es ahora 51 años. Alta, pero no tanto como la de los asturianos (53). Llegar a esa media implica que buena parte de los ganaderos estén en edades cercanas a la jubilación, sin relevo, y ya con escasa motivación. De hecho, los datos del Ministerio de Agricultura indican que la media de edad de los titulares de las explotaciones con una rentabilidad media anual de dos a ocho UDE (Unidad Dimensión Europea, equivalente a 1.200 euros de margen bruto estándar) es de 63,2 años (de 2.400 a 9.600 euros). De 8 a 25 UDE (de 9.600 a 30.000 euros) baja a 57,3 años la edad media. Aún más jóvenes (52,3 años) son los que rentan hasta 120.000 euros anuales y (los hay) los ganaderos que obtienen de 100 a 500 UDE (de 120.000 a 600.000 euros) promedian 48,7 años. Por encima de 500 UDE, la media baja a 47,6 años.
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