Asturias pierde otras 64 ganaderías de leche, pero la producción sigue por encima de las 500.000 toneladas

Muchos propietarios, con todo, están en el límite de edad, o cerca, de la jubilación, y el problema de la falta de relevo sigue existiendo en el campo asturiano, pero no deja de ser cierto que durante la crisis de materiales muchos le vieron las orejas al lobo y ha habido «una inversión potentísima en maquinaria», según constata la directora general de Ganadería del Principado, Rocío Huerta. También un notable avance hacia el autoabastecimiento en la alimentación de los animales, con explotaciones cada vez de mayor tamaño, más automatizadas y en las que buena parte de los esfuerzos se dirigen a contar con plantaciones de maíz y pastos de ensilado que reduzcan los costes a los que se enfrentan los ganaderos.

En números, la cosa parece que duele. Hoy hay en Asturias 1.267 explotaciones de vacuno de leche, una cifra que a principio de siglo podría haber parecido ridícula. Pero es que, además, la producción se mantiene por encima del medio millón de toneladas. En los últimos años, la disminución de ganaderías llegó a superar las diez al mes de forma sostenida, pero durante el último año ese ritmo se ha reducido. Asturias pierde menos ganaderías que la media del país (un 5% anual frente a casi un 8%), y en buena parte de los casos lo que ocurre es que las cabezas de ganado e, incluso, los terrenos, naves y equipos de una explotación que cierra son asumidas por otra que crece en tamaño.

Porque una de las claves es la rentabilidad, y el principal camino para acceder a la rentabilidad económica –que no el único– es la disminución del impacto de los costes fijos sobre cada unidad de producción. Hacia ahí camina el sector.

Los altos costes de la alimentación del ganado, máxime con la subida de los precios de los cereales siguiendo la marea causada por la guerra de Ucrania, y de la paja y también de los cereales a causa del impacto de la sequía en la meseta durante 2023 es un acicate para que los ganaderos busquen cada vez más tender a la autosuficiencia, con plantaciones de maíz forrajero y de pastos de ensilado en el entorno de sus explotaciones.

Esto, por otra parte, fomenta un fenómeno que se ha acentuado en los últimos años. Las ganaderías de leche están cada vez en zonas más llanas y más cercanas a la costa, al punto de que según indica Rocío Huerta «llegan a entrar en competencia con otro mercado, el del turismo». Esto es ya tan evidente que se da la circunstancia de que en los concejos de la cordillera entre Ibias y Amieva no hay ni una sola explotación de bovino de leche. Estas se concentran, cada vez más, en el bloque que componen Tineo, Salas y Valdés, y los concejos de la rasa costera noroccidental, mientras que las ganaderías de vacuno de carne, de menor tamaño medio pero mucho más abundantes que las de leche, se reparten de forma más dispersa por toda la región. De hecho, la totalidad de los concejos de Asturias tienen ganaderías de bovino de carne, mientras que en 31 no hay ni una sola ganadería exclusivamente de leche.

Así, se da la paradoja de que en Caso y Piloña no hay ninguna ganadería de leche, siendo estos dos concejos los que se incluyen en la DOP Queso Casín. O de que las ganaderías bovinas de leche o mixtas de Cabrales son menos que las queserías de la DOP Queso Cabrales. Ocurre lo mismo en el caso del queso de Los Beyos. Y, como indica la propia directora general de Ganadería, «un buen complemento de rentas para las ganaderías de leche sería afrontar la elaboración de productos de alto valor añadido, como quesos, mantequillas o requesones». El problema, en este caso, es que resulta cuando menos complicado encontrar mano de obra disponible y con experiencia cuando, además, las ganaderías tienen que hacer frente a la crianza del ganado y el autoaprovisionamiento.

¿Cuál fue el hecho diferencial de 2023 en el mercado de la leche? Por primera vez en muchos años, durante los últimos meses de 2022 y hasta la primavera de 2023 el mercado admitió una subida de los precios de la leche en origen muy reclamados por los ganaderos, que han tenido que hacer frente durante décadas, y especialmente con la crisis de materiales, a incrementos muy notables de sus costes sin verlo repercutido en el precio que podían cobrar por la leche. En poco tiempo, sin embargo, se pasó del entorno de los 35 euros por 100 kilos de leche a rozar, en Asturias, los 62 durante la primera mitad del año. Esa cifra se redujo posteriormente, pero siempre por encima de los 53 euros.

Eso sí, el mercado europeo, que viene marcando la evolución de los precios con aproximadamente un mes de antelación de lo que ocurre en España, sigue marcando una cierta tendencia a la baja, situándose el precio medio en Europa en estos momentos en unos preocupantes 45 euros por 100 kilos de leche.

En Asturias, la actividad de la Central Lechera Asturiana y de otras cooperativas mantiene el precio ligeramente por encima de la media del sector en España y en Europa. Con todo, no solo se debe esto al buen hacer de las cooperativas, sino también a un buen trabajo de selección genética y animal que implica que la calidad de la leche asturiana esté siempre notablemente por encima de la media nacional, con mejores contenidos en materia grasa y en la media de proteínas.

En leche líquida, Asturias, merced sobre todo a la labor de Central Lechera Asturiana, gestiona casi el doble de la leche que produce, porque recibe también la producción de ganaderos de las comunidades vecinas.