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Miembros del grupo de investigación Intervenciones Traslacionales para la Salud, de izquierda a derecha, Cristina Tomás, Paula Amador, Ester Martín, Almudena Coto, Álex del Valle, Benjamín Fernández, Juan Castilla, Paola Pinto, Manuel Fernández, María Fernández y Eduardo Iglesias. E. C.

Una investigación asturiana, clave para entender los efectos del ejercicio en el organismo

El grupo de investigación Intervenciones Traslacionales para la Salud de la Universidad de Oviedo y adscrito al ISPA identifica una molécula esencial y que está implicada en la forma en la que el ejercicio de fuerza beneficia al organismo

D. Espina / E. C.

Gijón

Martes, 12 de agosto 2025, 11:45

Un grupo de investigación de la Universidad de Oviedo, adscrito al Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), lidera un estudio internacional en el que se describe cómo el músculo esquelético libera a la sangre pequeñas moléculas, llamadas microRNA, que le permiten comunicarse con otros tejidos cuando hacemos ejercicio. Este estudio pone de manifiesto la importancia del microRNA miR-29a-3p como una molécula clave que mejora la adaptación del organismo al ejercicio de fuerza. La investigación abre la puerta a nuevas vías para entender cómo el entrenamiento físico, particularmente el ejercicio de fuerza, impacta en la salud.

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Según explica la Universidad de Oviedo en una nota de prensa difundida este martes, cuando una persona hace ejercicio, ya sea corriendo o levantando pesas, sus músculos envían mensajes a todo el cuerpo que influyen, entre otras cosas, sobre el metabolismo celular. Es decir, sobre la forma que tienen las células de obtener y utilizar la energía. El grupo de investigación Intervenciones Traslacionales para la Salud, de la Universidad de Oviedo y adscrito al Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), ha identificado que un grupo muy concreto de moléculas, los microRNA, también actúan como mensajeros que son liberados por el músculo en respuesta al ejercicio. Estas moléculas, cuyo descubrimiento fue merecedor del Premio Nobel en Fisiología o Medicina en el año 2024, tienen la capacidad de regular la forma en la que se expresan nuestros genes, tanto en las células en las que se produjeron, como en otras alejadas, a las que llegan circulando a través de la sangre.

Entrenamiento de ratones

En esta investigación se ha descubierto que uno de estos microRNA, el miR-29a-3p, es liberado por el músculo y es esencial para el mantenimiento de la fuerza y en la adaptación al entrenamiento de esta cualidad física. Para llegar a esta conclusión, se han apoyado en ratones que realizaron un mes de entrenamiento controlado y supervisado, bien de resistencia (corriendo en una cinta) o bien de fuerza (subiendo por una escalera vertical, lastrados con pequeños pesos). De esta manera identificaron un grupo de once microRNA cuyos niveles en sangre cambiaban con el ejercicio de fuerza. «Gracias al uso de cultivos de células musculares sometidas a ejercicio, el miR-29a-3p destacó entre ellos como potencial mensajero producido por el músculo y por ello nos quisimos centrar en él», señala la doctora Paola Pinto Hernández, investigadora posdoctoral en el Instituto Karolinska de Suecia y primera autora de este estudio, que formó parte de su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo. Por ello, a continuación, estudiaron cómo afectaba al rendimiento físico la ausencia de este microRNA, utilizando para ello animales modificados genéticamente que carecían de esta molécula, desarrollados por el grupo de investigación de Carlos López Otín. Al estudiar este tipo de ratones, comprobaron que su capacidad de fuerza era menor, así como la ganancia de esta cualidad con el entrenamiento.

Músculos e hígado

En este estudio se demuestra que el motivo de esta menor capacidad física está relacionado con la diferente utilización de energía por los músculos y el hígado, dos tejidos en continua comunicación durante el ejercicio y muy relevantes para el metabolismo. «Esto confirma que el miR-29a-3p es fundamental para que la adaptación y mejora con el entrenamiento de fuerza, por su rol en el metabolismo energético, al menos en modelos animales y cultivos celulares, aunque tenemos que comprobar si es plenamente extrapolable a humanos», apunta el doctor Fernández Sanjurjo, profesor del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo, también primer firmante de este trabajo.

Este importante hallazgo, publicado en la prestigiosa revista 'Molecular Metabolism', «no solo amplía nuestro conocimiento sobre la compleja relación entre el ejercicio, el músculo y el metabolismo, sino que también abre la puerta a nuevas líneas de investigación para entender y potenciar los beneficios de la actividad física en nuestra salud», destaca el doctor Eduardo Iglesias Gutiérrez, profesor titular en el Departamento de Biología Funcional y coordinador de este estudio junto a los doctores Cristina Tomás Zapico y Benjamín Fernández García.

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El estudio es fruto de una colaboración internacional entre la Universidad de Oviedo, que ha liderado este trabajo, el Instituto Karolinska (Suecia), la Universidad de Texas Southwestern (EE UU) y la Universidad de Barcelona.

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