Seis minutos y 18 segundos de éxtasis
La Descarga. El gran espectáculo pirotécnico del día de la Virgen del Carmen en Cangas del Narcea llenó de pólvora y voladores el cielo cangués
Faltaban horas, bastantes, para que el cielo de Cangas del Narcea rompiese en un monumental estruendo sobre los devotos de la Virgen del Carmen como hace cada año en el que es a la vez uno de los espectáculos pirotécnicos más espectaculares del norte de España. Pero las ganas de fiesta ya se respiraban, decíamos, mucho antes. Y para demostrarlo, música, bailes y caipiriñas tomaban las calles en una promesa de lo que estaba por venir. Mientras las charangas animaban la espera, algunos apuraban un último chapuzón en el río para intentar aliviar los 31 grados que se dieron por invitados a la fiesta. No es cuestión de quejarse: un sol de justicia y un cielo azul asistieron puntuales a una de las mejores folixes del verano asturiano. Todo estaba en marcha. La descarga se intuía ya imparable.
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Detrás de las vallas, en la zona de disparo, trabajaban incansables los miembros de la junta directiva de la Sociedad de Artesanos, encargados de que la ruidosa cita llegases a buen puerto. La responsabilidad no es poca: 1.100 kilos de pólvora y 80.000 voladores en total para ofrecer en Cangas del Narcea un show difícil de igualar.
Hay mucho de popular y mucho de tradición en este imprescindible de la temporada estival y por eso, desde primera hora de la tarde, devotos de la Virgen del Carmen se acercaban hasta la parroquia de Cangas para rezar y pedir ante ella, antes de que diese comienzo la misa y la posterior procesión.
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Y mientras, la música no paraba de sonar. «La Descarga es algo único. Es un conjunto de sentimientos. Desde muy niños se nos inculca esta tradición. Lo que se siente es algo indescriptible», explicaba a los profanos en la materia Evencio Asenjo, de la Sociedad de Artesanos.
Tras el silencio
De repente, los voladores que anunciaban la cuenta atrás. Todos estaban ya en sus puestos y listos para disfrutar de uno de los momentos cumbre del año. La Virgen del Carmen procesionó hasta el centro del Puente Romano. Eran las 20.15 cuando un silencio absoluto se hizo en la localidad. Y, a continuación, Cangas estalló de alegría.
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Un minuto y otro y otro se sucedían en un ruido atronador que partía el atardecer para seguir en un éxtasis de pólvora y voladores otro, otro y otro más. Nada más y nada menos que seis minutos y dieciocho segundos o, lo que es lo mismo, 378 segundos de imponente ruido al que sucedió otro, quizá menos intenso que la pólvora pero no por ello menos sentido: el de los aplausos de los miles de personas que un año más disfrutaron de su fiesta favorita.
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