«Seamos optimistas. Si no podemos regresar de una forma, lo haremos de otra», dice la consejera

Si hace unos meses le dicen a cualquier colegio que tiene que organizar una asamblea general de centro de forma telemática, hubieran pensado que era un imposible. Pero el coronavirus también ha cambiado eso. Y el colegio público Miguel de Cervantes, de Gijón, demostró ayer que es posible reunir tras la pantalla a más de 200 familias, con algunos invitados, para ponerles al día del trabajo en el colegio y presentarles el proyecto pedagógico diseñado para este tercer trimestre.

La consejera de Educación, Carmen Suárez, no quiso perderse la reunión. Aprovechó la ocasión para trasladar «ánimo» al centro, a las familias y al alumnado, porque «la tarea» que vamos a emprender tiene que tener mucho ánimo detrás y muchas ganas de trabajar». Sin mencionarlo, se refería la consejera a los nuevos tiempos de la educación, a un curso, el próximo, que combinará la enseñanza presencial con la 'online'. Suárez también felicitó a todos por la labor que están realizando, al alumnado por ser «héroes y heroínas», a los profesores por «dar el resto» y a las familias «por ser el baluarte de este proceso».

La consejera, consciente de que una de las grandes preocupaciones del alumnado es si van a volver a verse, les mandó un mensaje: «Vamos a ser optimistas, pero si no podemos regresar de una forma, lo haremos de otras. Virtualmente también se puede». La única prioridad para el regreso es «la seguridad».

Suárez no avanzó nada sobre esa vuelta a las aulas. Pero el debate sigue abierto. Pedro Leal, diputado de Foro, calificó de «ocurrencias» las declaraciones de Isabel Celáa y de la consejera sobre posibles turnos para ir a clase. «Son la prueba el caos de la gestión en materia de Educación. La medida de turnos rotatorios es una falta de respeto tanto al profesorado, que no ostenta el don de la ubicuidad, como al alumnado que padece la brecha digital».