El Guirria vuelve por Año Nuevo

La parroquia de San Juan de Beleño es fiel a sus tradiciones y si hay una jornada que destaca a lo largo del año esa es la del 1 enero, el día de El Guirria. Hoy, justo pasado el mediodía, este personaje mítico cuyos orígenes se pierden en los tiempos, inició una carrera por los pueblos de Beleño y Cadenaba con el objetivo de robar besos a cuantas mujeres se encontrase a su paso. No importa la edad. Tampoco que estén escondidas en casa o en lo alto de un muro. El Guirria se las ingenia para llegar hasta ellas y besarlas. Antiguamente también había algún Guirria que aprovechaba esa licencia que tiene para hacer lo que quiera y manoseaba a las mujeres todo lo que podía. Eso ya no sucede y el mozo que interpretó este papel en la jornada de ayer mostró respeto y simpatía con todas las féminas a las que besó, que no fueron pocas.

Pero esta fiesta empieza en la noche del 31 de diciembre. Antes de las uvas se reúnen los jóvenes de más de 15 años y colocan los nombres de los chicos en un cántaro y el de las mujeres en otro. Después se extraen los papeles y se van emparejando a unos con otras. Entre ellos deciden quién será El Guirria, aunque para desempeñar este papel, que requiere simpatía, agilidad y mucha energía para correr durante todo el día por las casas de la parroquia, no es obligatorio ser soltero. La tradición dice que el mozo entregue en la casa de la mujer con la que ha sido emparejado la papeleta con su nombre. Si los dos están de acuerdo pueden darse un par de besos y él, según la costumbre, le entrega un puñado de corbates (castañas asadas). Días más tarde, ella debe invitarle a cenar a su casa, al menos así lo dice la tradición.

Pero volviendo al día de ayer, desde las escuelas de Beleñó salió el Guirria a la carrera y entre brinco y brinco, ayudado por un palo de avellano, ataviado con un traje naranja y azul, con la cara oculta bajo una máscara blanca y barbuda, y con un capirote en la cabeza, fue visitando cada casa de Beleño y Cadenaba. Le acompañaba un séquito de una veintena de aguinalderos montados a caballo. Se trataba de los mozos solteros de la parroquia mayores de quince años y que iban recogiendo los donativos que les daban los vecinos, tanto en forma de comida, como de bebida o dinero. Esto último lo destinarán para celebrar una cena la noche de la víspera de Reyes. Vecinas como Ramona Rivero les dio «lo de todos los años, dos botellas de vino y 70 euros».

Entre los aguinalderos, que no pararon de cantar coplas de casa en casa durante toda la jornada, no sólo había jóvenes, también veteranos. La única condición es estar soltero. Entre los mayores se encontraba Jorge Llera Muñíz, de 52 años y que lleva cerca de 40 años participando en esta tradición ancestral. «Es la mejor manera de empezar el año. Es una fiesta muy especial», recalcaba.

Pero los aguinalderos también tienen cantera. Y es que una quincena de pequeños de menos de quince años montados en burros les acompañaban a cierta distancia sin perder detalle. Serán los futuros aguinalderos y Guirrias de los años venideros. Entre ellos estaban Illán e Inés, dos primeros de 7 años cada uno que, según sus padres, llevaban tres días nerviosos esperando la llegada del ansiado 1 de enero. «El Guirria mola mucho, pero aún más montar en burro», sostenía Illán.

No faltaban tampoco los curiosos y visitantes. Y es que la de ayer en Ponga está catalogada como Fiesta de Interés Regional. Entre ellos estaban los gijoneses Josito Díaz y Eva Trevín junto a su hijo Leo. «Tenemos familia en Sevares y de ver a El Guirria por la tele ya teníamos ganas de estar aquí un año porque nos llama mucho la atención», indicaba esta familia, que ya tenía decido que después de ver al mítico personaje «picaremos un poco de picadillo con un culín de sidra para empezar el bien año».