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LUCÍA RAMOS
CANGAS DE ONÍS.
Viernes, 23 de marzo 2018, 00:21
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Nuevo año negro para los pastores y ganaderos asturianos que suben su ganado a los terrenos del Parque Nacional de los Picos de Europa. Según los datos que maneja la dirección del espacio protegido, en 2017 el número de muertes producidas por los ataques del lobo volvió a aumentar en la vertiente asturiana, alcanzando los 161 animales perdidos, un 14% más que en el anterior ejercicio, cuando se registraron 141 bajas.
Se trata de una tendencia que contrasta con la del conjunto del Parque, pues si se suman los daños de las tres vertientes -asturiana, cántabra y leonesa-, resulta que el pasado año se redujeron en un 10% respecto a 2016. Sin embargo, solo los ganaderos leoneses, quienes no registraron ninguna muerte en el periodo analizado frente a las 26 del anterior, y los cántabros, quienes bajaron de las 63 de 2016 a 45 el pasado ejercicio, notaron dicha reducción. Así, el número total de reses muertas por causa del lobo fue de 206 en 2017, 24 menos que las 230 con las que 2016 había batido el récord de pérdidas de las últimas dos décadas.
Llama también la atención cómo mientras el número de cabezas de ganado menor se redujo, desde las 169 de hace dos años hasta 117, creció notablemente la afección al ganado mayor, alcanzando las 89 cabezas perdidas por causa del lobo, cuando previamente habían sido 61. Dentro de la reciella, la especie más afectada fue la ovina, con 64 ovejas muertas, 36 de ellas en Asturias, y 16 corderos, nueve en terrenos asturianos. Las cabras perdidas fueron 23, solo siete de ellas en Cantabria, y murieron también catorce cabritillos, trece de los cuales estaban en territorio asturiano.
Por concejos, el más afectado fue Cangas de Onís, con 46 animales muertos, 33 de ellos de ganado mayor. Le siguió, con solo una baja de diferencia, Cabrales, donde la mayor parte de las pérdidas se produjeron entre la reciella, con 41 muertes. Onís se situó en tercer lugar, con 35 bajas contabilizadas, siendo 25 de ellas ganado mayor; y en cuarto puesto estuvo Amieva, con 25 muertes, todas ellas de ganado mayor. Finalmente, en Peñamellera Alta se perdieron diez cabras y cabritillos, mientras que sus vecinos de Peñamellera Baja no registraron ninguna muerte.
Por otro lado, entre octubre de 2017 y febrero de 2018 se llevaron a cabo varias batidas destinadas a controlar la población de jabalíes con el fin de «reducir los efectos negativos que una sobreabundancia de estos ungulados tiene sobre otras especies y minimizar los daños en praderías particulares a unos niveles aceptables para los intereses de los habitantes del Parque», según recoge el informe de gestión. Se llevaron a cabo dieciséis monterías con cazadores locales en las que se abatieron 92 ejemplares.
En este sentido, los técnicos proponen aumentar a un máximo de quince los cazadores locales -ahora son diez- y a ocho los perros que pueden participar en cada batida, «con el objeto de llevar a cabo de manera más óptima la actividad».
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