Así serán las clases con el cambio que prepara el Gobierno
Basado en competencias para «saber afrontar los retos del siglo XXI», dará autonomía a los centros para adaptar la docencia al perfil de cada alumno
A. TORICES / E. RODRÍGUEZ
MADRID / GIJÓN.
Sábado, 27 de marzo 2021, 01:34
El Ministerio de Educación realizó ayer un acto público en el que presentó a representantes de la comunidad educativa las grandes líneas de la ... reforma con la quiere cambiar de arriba a abajo los currículos de Infantil a la ESO. Isabel Celaá explicó que se trata de terminar con los contenidos enciclopédicos y la docencia memorística, para centrarse en la adquisición de unas enseñanzas y unas competencias esenciales, que son los que deben asegurar que al final de la educación obligatoria el alumno pueda enfrentarse a los retos de la sociedad del siglo XXI y tenga capacidad para seguir aprendiendo todo su vida. Para ello, no solo se seleccionaría muy bien lo que se transmite, sino que también se cambiará la forma de hacerlo. No se trata de aprender mucha teoría sobre la lingüística sino de que el adolescente sea capaz de expresarse con propiedad, oralmente y por escrito. Es lo que se llama el método competencial. Aprender para actuar.
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En esta idea, César Coll, profesor de Psicología de la Educación de la Universidad de Barcelona y uno de los expertos que está elaborando el currículo, habló de dos tipos de aprendizajes: los 'básicos', que deberán conocerlos de forma obligatoria todos los alumnos porque «no tenerlos colocan en riesgo de exclusión social» y los 'deseables', que los podrán ampliar los estudiantes a mayores, en función de sus «objetivos, intereses y necesidades».
La tercera ponente del acto fue Guadalupe Jover, profesora de Lengua y Literatura de Secundaria. Suscribió en su totalidad la revolución en el currículo que Celaá quiere implantar en el curso 2022-23, pero avisó de que hay varios elementos que si no cambian en paralelo con el currículo pondrán en serias dudas su éxito. Entre los dos principales destacó la necesidad de que los profesores vean rebajadas sus horas semanales de clase para poder dedicar más tiempo al diseño de la enseñanza, la cooperación con sus compañeros, las tutorías o al contacto con las familias, y que se reduzca el número de alumnos por profesor (la ratio), para que sea posible hacer una enseñanza más personalizada, que tenga en cuenta la tipología de cada alumno.
«La EBAU condiciona»
Alertó también que el cambio ha de ir acompañado de una modernización de la formación inicial del profesorado y que debería replantearse la EBAU, un examen que condiciona la mayor parte de la programación de Secundaria.
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César Coll dejó otro aviso, en este caso dirigido a los consejeros de Educación de las autonomías. Defendió que si quieren que el nuevo currículo competencial triunfe deben ser generosos y dar la máxima autonomía posible a cada centro para que lo complete, adapte y aplique. Creen que solo los colegios e institutos son capaces de personalizar la educación al perfil de cada alumno. De saber cómo hacer que desarrolle el máximo de competencias, de sacar todo el potencial que puede dar. La razón de la petición es que el ministerio solo fijará el 60% del currículo (el 50% en comunidades con lengua cooficial), las enseñanzas mínimas nacionales. El resto deben fijarlo entre la consejería y los centros. Si la autonomías acapara, no dejará casi poder de decisión a sus centros.
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