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Una mujer lleva de la mano a una niña mientras caminan por el parque del paseo de Begoña, en Gijón. FOTOS: ARNALDO GARCÍA

Coronavirus en Asturias | Entre la «sorpresa y la preocupación»

Los gijoneses expresan su desconcierto por la decisión de Salud al creer que «los datos eran mejores» y porque «las medidas no cambian»

ELENA RODRÍGUEZ

GIJÓN.

Miércoles, 7 de octubre 2020, 01:44

«Pensaba que estábamos mejor que en otras zonas de Asturias. Sí me ha sorpendido». Son palabras del joven estudiante Jonathan Vallés, de veintiséis años, y que recoge el sentir de muchos gijoneses ante la declaración de la alerta naranja por parte de la Consejería de Salud. De hecho, «sorpresa» y «preocupación» son las palabras más repetidas a la hora de preguntar por la decisión de las autoridades sanitarias.

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«Claro que me inquieta el aviso del Principado -añade Vallés-. No deja de ser una muestra de que hay que preocuparse aún más por el coronavirus». En su caso, está centrado en los estudios la mayor parte del tiempo y no tiene mucho margen para juntarme con más gente. Pero es que, además, «no se puede salir de fiesta», recuerda.

Que las medidas sean las mismas que vienen repitiendo las autoridades sanitarias llama la atención de muchos. Lo dice Pablo García Pérez, de 40 años y dedicado al sector de la hostelería. «Al final son las mismas que estamos tomando los ciudadanos: mascarilla, distancia social, lavado de manos... No parecía que este anuncio fuera preciso. Pero, claro, no somos expertos. Los médicos lo sabrán mejor que nosotros». Su mayor inquietud ahora mismo es «la familia: que mis abuelos, mis padres y mi hijo, de trece meses, estén protegidos. Procuramos que el niño toque cuantas menos cosas mejor. Y, sobre todo, que se separe de la gente mayor, que es ahora mismo la que más riesgo tiene».

«A mí, en cambio, ya no me sorprende nada», afirma María Luisa Tudela Echevarría, de 84 años, sentada en el parque de Begoña. «Es todo tan cambiante...». «Eso sí -añade-, preocupada estoy. A veces no hay respeto por lo que estamos viviendo y la gente, en general, está muy triste. Yo, felizmente, estoy bien. Sigo las medidas y si acaso me despisto un poco, como me ocurrió el otro día al ir a saludar sin mascarilla a una conocida en un restaurante, ya hay quien se encarga de recordármelo. 'Ojo, la mascarilla...'».

Quienes conocen bien lo que es pasar por la covid son Manuel Rodríguez y Maite Martín, un matrimonio que vive en Las Rozas, Madrid, y que se encuentra pasando unos días en Asturias, como hacen todos los años. «Nosotros ya lo pasamos en marzo», explica Maite. «Vivimos en Las Rozas, pero vamos a Madrid para visitar a nuestro hijo y somos de usar mucho el transporte público. No sé si nos contagiaríamos en el metro o por la persona que nos ayuda en casa». El caso es que Manuel estuvo ingresado ocho días. Ahora, en sus días de descanso, la alerta naranja decretada en Gijón les coge por sorpresa. «Si todo lo que oíamos es que aquí estaba todo muy bien...».

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La prohibición de fumar

Aun así, trasladan su experiencia para quien quiera tomar nota: «El problema, desde mi punto de vista, es la juventud», dice Maite. «Los jóvenes se van de fiesta, se agrupan para hacer botellones, sin medidas, y luego llegan a casa e infectan a los padres». «Hay que ser más responsable de lo que ya se es y, sobre todo, no fumar. Si por mí fuera, prohibiría fumar en la calle en todos los sitios», agrega su marido, en línea con lo que llevan manifestando los neumólogos desde hace meses y que ya se aplica en Asturias siempre y cuando no se guarden los dos metros de distancia interpersonal.

A Iván Rodríguez, gijonés de 57 años, la alerta «era esperable. Ya venían advirtiendo de que los casos se sucedían y no se doblegaba la curva. Y ésta es una ciudad grande».

En su caso, no está especialmente preocupado, aunque cumple con todas las medidas establecidas. «Es que creo que, tarde o temprano, nos vamos a contagiar todos». Asesor fiscal de profesión, «he estado trabajando durante todo el estado de alarma, Semana Santa incluida, al declararse la mía actividad esencial. No creo que, en ese sentido, pueda afectarme».

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