«Tener el vertedero es muy barato y quizás nos ha malacostumbrado»
«Cambiamos el modelo y hasta que se reajusten las piezas vamos a tener unos años de tensión por el incremento de coste»
La relación de los asturianos con su basura está a punto de cambiar. Desde 1985 los desperdicios que se echan sin reciclar alimentan el ... vertedero central. Enterrarlos es la solución más barata, también la que menos partido saca a esos materiales y un sistema que la legislación condena a desaparecer. El año que viene el Consorcio de gestión de residuos (Cogersa) estrenará una planta que tomará el relevo al basurero, procesando los desechos de la bolsa negra para extraer lo que sea aprovechable. Será más caro, legal y ambientalmente sostenible. Paz Orviz (Oviedo, 1969) lidera un consorcio obligado a buscar el equilibrio entre tecnologías que idean nuevas formas de aprovechar la basura, normativas que condicionan el margen de lo posible, y una gestión financiera de la que depende lo que acabará pagando el ciudadano en su recibo.
-Lleva dos años de gerente. ¿Cuál es su balance?
-Este será el último año en el que todos los residuos mezclados vayan directamente al vertedero y nos hemos preparado para ello. Tuvimos además un revulsivo externo, en forma de nueva Ley de Residuos y fuentes de financiación para impulsar la economía circular. Estamos empezando la Cogersa 2.0, que obliga a digitalizarnos y crecer en personal.
-¿Cómo son ahora?
-Tenemos 250 trabajadores directos y tratamos 870.000 toneladas al año. Nuestros clientes son los ayuntamientos a través de los que nos llegan los residuos domiciliarios, los lodos de todas las depuradoras y las empresas. Son unos 3.000 clientes. No es nada habitual.
-¿En qué sentido?
-Normalmente los consorcios se han creado solo para los residuos municipales, pero en los 40 años que tiene este de historia se fueron construyendo instalaciones en función de las necesidades de Asturias. Eso nos sitúa en una sitio particular. Junto a los proveedores dinamizamos la economía.
-Póngale datos.
-Nuestra cifra de negocio el año pasado fue de unos 45 millones. La inversión fue algo más de seis millones, pero este año certificaremos entre 14 y 15 por las obras de la planta de basura bruta. Además acudimos a los Next Generation; con ellos ampliaremos la plan de biometanización, la de compostaje y la de residuos de construcción. Serán 15 millones. No les falta capacidad para lo que recibimos, pero tenemos que aprovechar esa financiación para crecer ahora con la esperanza de que se incrementen.
Los fondos europeos
-El Principado desveló hace un año las ideas que el sector privado tenía para aprovechar esos fondos europeos. Eran 247 sugerencias por importe de 15.220 millones. Muchos planteaban instalaciones nuevas para reciclar basura. ¿En qué quedó?
-Hablamos con muchísima gente, de muchos países, que han venido aquí porque la economía circular está de moda, hay expectativas de financiación pública y, si quieres montar una instalación que se alimente de residuos, aquí los encuentras concentrados. Ahora mismo no hay proyectos de colaboración público-privada maduros. Muchas veces lo que nos presentan son tecnologías muy disruptivas y el salto del laboratorio a la escala industrial es complicado. Somos una empresa pública; todo lo tenemos que hacer con procesos de concurrencia, seguridad jurídica y fiabilidad en las tecnologías por las que apostemos.
-Sí apostaron por la planta de basura bruta, que están terminando. Es la mayor inversión de su historia, 58 millones. ¿Qué cosas van a cambiar con ella?
-Entrará en funcionamiento a mitad del año que viene y nos obliga a cambiar el modelo de gestión. Hasta ahora los camiones entran por la báscula y salen vacíos. Todo se soluciona aquí. Desde el año que viene, pero sobre todo desde 2024, tenemos que encontrar fuera mercados capaces de absorber nuestros productos en condiciones económicas de estabilidad. Esos mercados de materias primas secundarias están todavía muy inmaduros y tendrá que llegar el momento en el que den certeza.
-¿Va a ser más caro tratar la basura en Asturias?
-Sí, es una realidad. Al coste de funcionamiento de la planta habrá que sumar que por algunos subproductos cobraremos y por otros habrá que pagar para que los usen. En Asturias el vertedero quizás nos ha malacostumbrado, porque es muy barato y si comparas con otras comunidades el precio ahora es el más barato con muchísima diferencia.
Un conflicto histórico
-¿Qué dice eso de nosotros como región? Quiero decir, somos la que más ha alargado el vertedero como solución, siendo lo más barato, pero a sabiendas de que desde los años 90 las directivas pedían ponerle fin.
-Hemos tenido un conflicto, por decirlo de alguna manera, que ha formado parte de nuestra historia. Ahora toca mirar adelante y cumplir con la legislación europea. Bruselas no mira si una cosa cuesta mucho o poco, lo que quieren es desterrar el depósito directo en vertedero y eso, afortunadamente, lo cumpliremos a partir de 2023. A nivel personal ya lamento que me toque esto, pero los servicios públicos tienen un coste y eso hay que saberlo. Con la Ley de Residuos es, además, una obligación.
-¿De qué tipo?
-La ley entró en vigor en abril y da tres años para que los ayuntamientos repercutan el coste del servicio íntegramente en sus tasas que, además, deben ser diferenciadas. Si ahora haces una encuesta y preguntas a la gente cuánto paga por la basura creo que pocos acertarían.
-¿Cuánto paga usted?
-Digamos que en las dos grandes ciudades, para no personalizar, estamos en seis euros al mes, pero varía mucho. Hay municipios donde ahora será un euro al mes, otros donde se recoge la basura todos los días, incluido Nochebuena. La ley obliga a abrir este debate y hacer pedagogía.
-¿En qué sentido?
-Antes de esos tres años de margen todos debemos saber lo que pagamos por la basura, como sabemos lo que pagamos por el teléfono móvil, y eso implica aprobar ordenanzas fiscales conforme a la ley. También ir a los instrumentos que están en la ley.
-Explíquese.
-Ahora Cogersa cobra a cada ayuntamiento 24,5 euros por cada tonelada de fracción resto, esto es, la bolsa negra. El precio solo mira el peso, no discrimina lo que recicla ese concejo. Lo que apunta la ley y hacen otras comunidades es poner un precio base por todo el servicio y luego ir aplicando reducciones en función de lo que se recicla ahí. Este próximo año nos lo damos de reflexión pero hay que plantear esto de cara a 2024.
-El vicepresidente Juan Cofiño dijo que «no es justo que pague igual el que recicla y el que no». ¿Vamos a eso?
-Es complejo ir a sistemas de identificación individual, porque tienes que meter la bolsa con un código de barras o una tarjeta ciudadana, pero si no vamos a eso, al menos sí tenemos que graduar el precio en función de lo que recicla cada concejo.
-Y al final, ¿cuánto más vamos a pagar?
-Dependerá de lo que haga cada ayuntamiento. Estamos cambiando de modelo y hasta que no se reajusten todas las piezas vamos a tener unos primeros años de tensión donde el ciudadano se va a ver un poco impelido por este incremento de costes.
-¿Cuál es el error que más cometemos al reciclar?
-Creer que el contenedor amarillo es para plásticos. No, es parar envases ligeros. Se tiran por ejemplo juguetes ahí que no deberían ir.
-Es que a veces llevarlo al punto limpio exige ir lejos...
-Hay margen de mejora en eso y lo estamos estudiando.
Sector pujante
-Decía que necesitaban ampliar plantilla. ¿Cuánto?
-Con la nueva planta necesitemos entre 50 y 70 más, pero como sector público estamos condicionados por la tasa de reposición, es un techo de cristal que estaría encantada de romper, porque aquí tenemos mucho trabajo que hacer.
-El Plan de Residuos 2017-2024 estimaba que el sector crearían mil empleos. ¿Se está cumpliendo?
-Esos mil no eran solo en Cogersa, pero desde luego estamos en un sector creciente. Vamos a necesitar más conductores, más educadores, etcétera. De todas formas hay perfiles especializados que no estamos logrando cubrir.
-¿Cuáles?
-Educadores ambientales, no es algo a lo que puedas dedicar a alguien que se dedica a vender seguros. También los operadores de plantas, que es un perfil electromecánico muy demandando en el que competimos con las industrias.
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