La Audiencia juzga hoy al hostelero del Quirinal acusado de abusar de una menor

Según sostiene el Ministerio Fiscal, el procesado, de unos 40 años en el momento de los hechos, convivía con su pareja y las hijas de esta en Avilés. La noche del 8 de julio de 2017, el procesado había estado en un bar con su pareja y una de sus hijas, de diecisiete años en aquel momento, hasta aproximadamente las tres de la madrugada. El establecimiento de hostelería, ubicado en la calle del Prado, en el barrio avilesino de El Quirinal, estaba regentado en aquel momento por el propio acusado.

Según el relato de la Fiscalía, una vez llegaron a casa los tres, la menor se fue a su dormitorio porque no se encontraba muy bien, puesto que había estado bebiendo alcohol en el bar, y se metió directamente en la cama. El procesado habría entrado en su habitación y, según la Fiscalía, «se recostó a su lado y abusó sexualmente de ella, sin que la menor pudiera reaccionar debido al estado de embriaguez en el que se encontraba, más que con movimientos parar tratar de apartarse».

Pese a la agresión relatada por la Fiscalía, el informe médico expedido por el Hospital Universitario San Agustín en un primer momento indicaba que la menor de edad no presentó lesiones, motivo por el cuál el abogado de la defensa solicitó la absolución del procesado.

Al ser detenido, el acusado declaró en la Comisaría de la Policía Nacional «no solo no haber cometido una violación, tampoco el más mínimo abuso sexual ni nada que se le aproxime lo más mínimo, ni siquiera haber mostrado la menor intención».

Según su testimonio, a la joven la bebida «le sentó mal» y, una vez en el domicilio, «se sintió indispuesta». «Su madre le recriminó su estado, riñiéndola, y ella se retiró a su habitación, en la que vomitó».

Según su versión, él se dirigió allí «para limpiar el suelo, airear la estancia, renovar la ropa de cama y tratar de consolarla para que se le pasase el disgusto, como hubiera hecho cualquier padre», aseguró su abogado Ignacio Hernando, que admite que su defendido llegó a sentarse en la misma cama que ella, «no a tumbarse, y una vez que se tranquilizó se fue a la habitación conyugal y durmió junto a su pareja dentro de la más absoluta normalidad».

Es más, en sus primeras declaraciones el acusado manifestaba que era «incomprensible» que en un domicilio de unos sesenta metros cuadrados y en el que también estaba en ese momento la madre de la víctima, esta no se percatase hasta el día siguiente.

Según el relato, la pareja del procesado «se levantó como un domingo cualquiera y aprovechando el día de descanso se fueron a comer con unos amigos», mientras la joven «se quedó en su habitación». Horas más tarde «reciben un whatsapp en el que una supuesta amiga de la chica les dice que está en el hospital y que la policía iba a ir a por él».

Pese a el discurso de la defensa, el Ministerio Fiscal sostiene su acusación y por tales hechos, además de ocho años de prisión, pide que se le imponga una orden de alejamiento de quinientos metros y la prohibición de comunicación con la víctima durante un total de diez años. Además, en cuanto a responsabilidad civil, solicita 12.000 euros por perjuicios morales que el acusado debería abonar a la hija de su pareja.