Jornadas de Montaña de Avilés
De los Picos de Europa al EverestEl montañero leonés de 74 años Isidoro Rodríguez repasó su medio siglo de cumbres por el mundo en las Jornadas de Montaña de Avilés
Su carné de identidad dice que tiene 74 años, pero ni su energía ni su espíritu lo aparentan. Isidoro Rodríguez (León, 1951) ofreció ayer, sin ... pretenderlo, una clase maestra de montañismo dentro de la cuarta edición de las Jornadas de Montaña, Viajes y Aventura Comarca de Avilés.
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Tras hacer su primera cumbre con 11 años, este intrépido aventurero, que tras su jubilación como profesor se fue a vivir a Soto de Valdeón, en el Parque Nacional de los Picos de Europa, ha recorrido prácticamente todo el mundo siguiendo su pasión. «Los Alpes, Mont Blanc, Dolomitas, Marruecos, Kenia, Kilimanjaro, desierto del Sáhara, Los Andes, Aconcagua...». El leonés fue relatando ante los presentes todos sus ascensos, aunque se queda con lo que tiene más cerca de casa. «Peña Santa, aquí en Picos de Europa. La he subido 130 veces», sonríe.
También el Naranjo de Bulnes o el Pico Urriellu, los cuales «he subido por diferentes itinerarios». A sus 74 años, aunque «la fuerza y la velocidad ya no son las mismas», continúa escalando todas las semanas, pues «es mi forma de vida y lo que me ha movido toda mi vida». No en vano, a lo largo de los años ha empleado los dos meses de vacaciones que le permitía la enseñanza en viajar para conocer y escalar montañas. Incluso ha pedido excedencias. «Cuando fui al Everest estuve dos meses y medio fuera renunciando a cobrar», recuerda.
En ese sentido, «hasta la pandemia no hacía viajes que no fuesen relacionados con la montaña. Luego allí conocía más cosas, pero el objetivo primordial era ese. Y siempre me iba una vez al año fuera de España». Aun así, todavía le queda mundo que conocer. «Ni en varias vidas podría ir a todos los lugares que me gustaría». Y tampoco se marca objetivos concretos. «No tengo ningún proyecto en mente concreto, solo seguir disfrutando de la montaña de la manera que pueda a mi edad».
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Su carácter aventurero no le impidió tener familia, y sus dos hijos le han acompañado en su pasión, aunque no al mismo nivel. «Uno de ellos ha venido conmigo a Laponia, a Los Andes de Bolivia y Perú. Ha ascendido un 6.000 y los dos han subido muchas veces a Peña Santa. Ahora tengo dos nietos, y aunque todavía son muy pequeños tengo la ilusión de poder subir con ellos alguna vez a alguna cima».
Sobre sus consejos a las nuevas generaciones, «hay un dicho popular entre los alpinistas de cierta edad que reza: es más difícil ser montañero viejo que montañero bueno. La moraleja es que hay que acudir a la montaña con humildad y perfecta preparación física y técnica, por lo que siempre hay que guardar fuerzas para descender de cualquier montaña pues el éxito no está en la cumbre, sino cuando llegamos abajo».
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Su lema «creo que hay una montaña para cada uno, solo debemos encontrar la nuestra» describe también la profundidad de Isidoro, un auténtico ejemplo de vida a través de la montaña.
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