«Caí al suelo tras el primer palo y me siguió dando golpes»
El acusado de abrir la cabeza a otro hombre en 2015 sin mediar palabra asegura que actuó en defensa propia al verse amenazado
El acusado de golpear con una barra de hierro en la cabeza a otro hombre en 2015 sin que mediara provocación se sentó finalmente ayer en el banquillo del Juzgado de lo Penal Nº 1 tras varios señalamientos anteriores fallidos por encontrarse en paradero desconocido. Trasladado desde el Centro Penitenciario de Asturias, en el que se encontraba hasta ayer en prisión provisional por su falta de colaboración con la justicia, matizó las dos acusaciones por las que afronta una pena de ocho años de cárcel.
La primera agresión habría ocurrido el 18 de octubre de 2015 cuando el acusado, según vieron ayer ratificado tanto la Fiscalía como la acusación particular ejercida por Cristina Díez, llamó a una puerta en un piso de la avenida de La Grandiella y, sin que mediara provocación, golpeó en la cabeza varias veces con una barra de hierro al morador.
Explicó el acusado que los hechos no habrían sucedido de esa manera. «Yo abro la puerta del ascensor y me lo encuentro con un cuchillo de grandes dimensiones, le pego con el palo en el brazo y se cae el cuchillo», relató. Respecto a las graves lesiones en la cabeza por las que tuvo que ser atendido en el Hospital Universitario Central de Asturias y de las que, según el parte médico, le han quedado como secuelas un síndrome postconmocional y un ligero perjuicio estético, «según me dijo su hija, cogió una llave inglesa y se pegó él mismo».
El herido, que declaró por videoconferencia desde el Centro Penitenciario de Asturias, aseguró que abrió la puerta de su domicilio y recibió un primer golpe en la cabeza que lo tiró al suelo. «Me caí tras el primer palo y luego me siguió pegando», aseveró. «Si estoy solo y tardan en llamar, estaría muerto», apostilló la víctima. Su mujer, que fue la única testigo, corroboró los hechos y relató que le cubrió la cabeza con una manta mientras «mis niños se desmayaron llorando». Sobre los posibles motivos de la agresión, ninguno reconoció amenazas o rencillas previas, tan solo la mujer del agredido refirió mala relación con su familia porque había salido con una de sus sobrinas, a la que supuestamente maltrató.
Respecto a la segunda agresión, el denunciante afirmó que le pegó en el mentón con la cachaba que llevaba, que tenía punta metálica, provocándole una herida que precisó tres puntos.
El acusado, defendido por Guillermo Fernández Blanco, ofreció una versión distinta de lo sucedido. Según su relato, la víctima había estado acosando a su pareja, manoseándola el pecho y el culo y ofreciéndole dinero por un servicio sexual, eso le molestó «y fui abajo a ver lo que pasaba». «Él estaba todo empastillado y tenía una navaja abierta. Me dijo: 'sí, sí, he sido yo, es mía y le voy a decir lo que quiera'», manifestó.
Argumentó que el corte en el mentó se lo provocó él mismo cuando tras darle «dos hostias a mano abierta, echó a correr escaleras arriba y se cayó».
Para la Fiscalía ninguna de las dos versiones ofrecidas por el acusado es digna de credibilidad, y mantuvo la acusación de cinco y tres años por cada una de las agresiones, además de 13.111 euros en concepto de responsabilidad civil por las lesiones y las secuelas de ambos casos.
Guillermo Fernández Blanco solicitó la absolución al considerar que se podía estar ante una legítima defensa en el primer caso y, en el segundo, al considerar desmedida la pena solicitada. En ambas agresiones pidió que, de ser condenado, se aplicara la pena mínima.