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La demolición de baterías entrará en la segunda fase después de Semana Santa
La empresa encargada de los trabajos ya prepara el plan para el derribo del grueso de la instalación de hormigón en el que podría utilizar explosivos
YOLANDA DE LUIS
AVILÉS.
Jueves, 24 de marzo 2022, 00:57
La cantidad de tubos, tuberías, tanques y estructuras de hormigón que conforman el complejo de baterías de cok hacen que los dieciocho meses con los que cuentan las empresas Erri Berri y Afesa para demolerlo se antojen escasos. Sin embargo, el proyecto avanza de momento al ritmo previsto, a pesar de la huelga del transporte. Las máquinas y operarios trabajan en el acopio de toda la chatarra, carbón y otros materiales acumulados en cada una de las zonas de este complejo industrial para su retirada en el momento en que sea posible el transporte. Esta fase, denominada cero en el proyecto, concluirá en un plazo de entre tres y cuatro semanas, con lo que después de las fiestas de Semana Santa podría comenzar ya la fase uno en la que se actuaría sobre tuberías, tanques y depósitos.
La contrata de Sepides ya ha diseñado el plan tanto para intervenir en estos elementos como en las propias baterías y las chimeneas (la fase dos del proyecto) y plantea el posible uso de explosivos para su derribo, algo que todavía se está estudiando.
En las instalaciones de baterías de cok todos los números son grandes: las cinco chimeneas que daban servicio a las diez baterías miden entre 85 y 87 metros de alto; dentro de los gasómetros existe un dispositivo denominado 'lenteja', que sube y baja en función de la cantidad de gas que contienen, que pesa 250 toneladas; los silos de carbón tienen capacidad para 3.000 toneladas (cada día se utilizaban en la producción alrededor de 5.200); en las baterías se alcanzaban hasta 40 grados de temperatura... Todo ello da idea de la compleja tarea que les queda por delante a las empresas que ejecutarán la demolición.
Aunque inicialmente se han definido tres fases de estos trabajos, lo cierto es que tendrán que cruzarse algunas actuaciones dado que tubos y tuberías tienen que desaparecer en algunas zonas para poder intervenir sobre otras.
De momento el trabajo, que comenzó en febrero, se centra en la retirada de todo el material disperso por las instalaciones, que no es poco. Por ejemplo, en los almacenes se guardaban decenas de sacos de los casquillos de cerámica que se utilizaban en los hornos, también existen restos de los últimos trabajos que se estaban realizando para el mantenimiento de piezas de la planta industrial. Los almacenes generales se dividen en cuatro naves y una de ellas había sido acondicionada para taller, en ella están las mesas de trabajo con esos restos y también se puede ver un calendario allí olvidado que marca el día en que las baterías dejaron de funcionar, el 1 de octubre de 2019. Sus hojas dejaron de arrancarse desde entonces.
En esta fase del proyecto están retirando, además, otros restos de maquinaria que se encontraban en las propias baterías y en otras instalaciones como las fábricas de subproductos, que se unen a carretillas y todo tipo de herramientas. Todo ello se suma a la chatarra final que saldrá de estas instalaciones, que se cifra en más de 27.000 toneladas, la mayor parte hierro, pero también cobre, plomo y aluminio.
La intervención que se está llevando a cabo ahora y que finalizará a mediados de abril es la más sencilla de todo el proyecto, La siguiente fase ya es más complicada, ya que aborda los elementos más contaminantes. En ella, se vaciarán y luego se derribarán los doce tanques de benzol, los seis de alquitrán y los seis de aguas amoniacales, todos ellos almacenaban subproductos que salían de la producción del cok, junto con la naftalina.
También se demolerá en esta fase la zona de carga de camiones situada bajo la cinta de cribado en donde se seleccionaba el mejor cok para el horno alto y el resto iba para el sínter y otras instalaciones; los depósitos de purgas, el de sulfúrico y sosa, así como la fábrica de benzol serán otros de los elementos de esta planta de producción de cok que desaparecerán del paisaje en esta segunda fase. Además se desmontarán todos los slops de los depósitos de las zonas de condensación y las extensas redes de tuberías de gas de cok y de vapor. Completar todos estos trabajos se estima que requiere al menos de seis meses y medio.
Más de 4.000 toneladas al día
La intervención final sería en las propias baterías. Son diez, aunque en los últimos años sólo había ocho en funcionamiento. Será necesario desmontar todos los elementos que las conforman y que hacían, junto al trabajo de 550 personas, que de estas instalaciones salieran cada día más de 4.000 toneladas de cok, 1,4 millones al año.
En la parte más alta están los silos de carbón y las cintas transportadoras, así como los carros de carga. En la siguiente planta los treinta hornos de cada batería y también las máquinas deshornadoras que llevaban el cok a la parte baja para desde ahí ser cribado. Y en el sótano las propias baterías con todo el entramado de tubos y tuberías.
Sería el momento también para los gasómetros. De momento ni Sepides ni Ayuntamiento concretan si uno de ellos se quedará en pie. En principio, el Consistorio está trabajando en un plan que lo posibilite, pero de momento no está cerrado.
De esta forma se culminaría la demolición que daría paso a la siguiente fase de este proyecto que sería la urbanización del terreno para la instalación de nuevas empresas.