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Unos fuegos artificiales vibrantes
El público aplaude las nuevas figuras de un espectáculo que apostó por la ría
C. R. / S. G.
AVILÉS.
Viernes, 30 de agosto 2019, 01:18
Hubo las conocidas palmeras, peonías, sauces, crisantemos y anillos, pero si los fuegos artificiales que pusieron el broche a las fiestas de San Agustín se llevaron el aplauso unánime del público fue por las nuevas figuras, entre las que destacaron las lágrimas doradas y los corazones rojos reconvertidos en caras de 'emoji', que sorprendieron y gustaron a partes iguales. Mención aparte mereció el ritmo de lanzamiento que apostó por condensar en quince minutos el espectáculo en lugar de espaciar los mismos cohetes un par de minutos más.
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Otra pequeña diferencia respecto a años anteriores fue el protagonismo de los fuegos 'acuáticos', que solo pudieron disfrutar aquellos que eligieron la plaza del Niemeyer o las primeras líneas del paseo de la ría. Para las miles de personas que siguen el espectáculo desde el parque de El Muelle fue un pequeño espacio del que solo oyeron los disparos. Concentrados a mitad del lanzamiento, comenzaron con un gran palmeral 'nacido' en la ría que fue ganando en altura.
La ausencia de lluvia evitó preocupaciones previas al lanzamiento, pero la falta de viento sí provocó que el humo de algunos voladores 'nublara' los siguientes. Un mal menor, en cualquier caso de un espectáculo que «salió perfecto», en palabras de Luis do Espíritu García, gerente de Pirotecnia Xaravia, que siguió el lanzamiento a pie de Niemeyer. «Estoy muy satisfecho. El público vibró, aplaudió y le gustó», valoró ayer inmerso ya en los fuegos de Corvera, que tendrán lugar en unos días.
Se efectuaron 2.682 disparos de artefactos, divididos en veintiséis grupos, con una gran carga de material larga en los minutos finales. Tal como estaba previsto, hubo tres grandes finales, con dos prefinales. El remate y broche final fue una descarga multicolor muy ruidosa.
Los aplausos del público premiaron unos fuegos que para muchos marcaron la hora de irse a la cama, a pesar de que a San Agustín aún le quedaban unas horas de fiesta para despedirse hasta el año que viene. Los últimos coletazos corrieron a cargo de Dominó en la plaza de España. Su música reunió principalmente a jóvenes que convirtieron El Parche en su pista de baile y su particular botellón.
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